¿Qué es más importante? ¿La razón o la emoción? Esto es un término metafórico, porque se necesita tener siempre un equilibrio entre ambas cosas, aunque es muy importante la emoción.
La mayoría de las decisiones que tomamos -metafóricamente hablando- se toman con el corazón, y después, la razón termina elaborando una explicación lógica para explicarnos a nosotros mismos y sobre todo, el por qué de nuestras propias decisiones.
El mundo emocional se encuentra lleno de múltiples emociones y sentimientos. Las emociones llamadas básicas son por ejemplo: el miedo, la ira , la alegría, la tristeza, el asco, la sorpresa, y ni que hablar de los sentimientos como el amor, el odio, la culpa, la vergüenza, el orgullo y la envidia.
Todas las emociones y sentimientos hacen que nosotros tengamos inclinaciones anímicas que determinan las emociones, y muchas veces, la razón termina justificando para hacer entendible al mundo de los otros nuestras decisiones emocionales, pero la realidad es que la mayoría de las veces, la emoción decide y la razón justifica.
Recientemente, la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a través del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA), presentó el decimocuarto informe de una encuesta denominada “Crisis Coronavirus”. La primera edición fue lanzada incluso antes de que se estableciera la cuarentena obligatoria (en marzo del 2020) en el país y cuenta con una actualización constante cada diez días.
En síntesis, lo que relevó el estudio, fue que el estado emocional-cognitivo en el que se encuentran los argentinos parece situarse en una posición equidistante entre un pesimismo inductivo (fundamentado en el pasado inmediato) y un optimismo resiliente e imprescindible para seguir luchando.
La “curva de salud mental” sigue presentando indicadores negativos en niveles bastante altos. Aunque es importante destacar que, por primera vez desde abril 2020, se ha quebrado la tendencia al empeoramiento de los mismos.
Las emociones y sentimientos que mejor expresan ese balance son: incertidumbre, tristeza, angustia, miedo, soledad, desastre y pérdida. El impacto más negativo de la crisis sanitaria ha sido en lo económico, el trabajo y en la salud mental. Las relaciones interpersonales de los ámbitos de estudio, laborales y de amistad, fueron las que resultaron las más afectadas. En cuanto a lo positivo del año, lo más mencionado tiene que ver con la oportunidad que brindó la situación social inédita de aislamiento para la reflexión, el autoconocimiento y el replanteo de valores y prioridades de vida.
El año pasado, llegando a diciembre, cuando ya había transcurrido casi 10 meses de pandemia, otro relevamiento realizado por el OPSA bajo el nombre de: “Felicidad, creencias, fantasías e imaginarios existenciales y personales”, reveló que el 69 % de las personas mayores de 18 años que habitan los grandes conglomerados de Argentina se sienten conformes con ellos mismos, el 62 dijo sentirse feliz y el 55 se mostró satisfecho con su propia vida”.
En el sondeo online realizado, uno de los datos que más se destaca es que el 62,3% de los encuestados reportaron sentirse feliz con su vida presente contra tan sólo el 10% que manifestó infelicidad. Respecto a la autopercepción de satisfacción general con la propia vida, tal como ha sido vivida hasta el presente resultó ser ostensiblemente mayor (el 55,7%) que la insatisfacción (22%) y mostró que a más edad, los reportes de satisfacción son mejores (66% en mayores de 50 años) e, inversamente, entre los más jóvenes se expresa mayor insatisfacción (casi 30%).
Y otro aspecto fue que en tanto la falta de constancia, indecisión, impaciencia, pereza y falta de focalización surgen los sentimientos sobre los cuales las personas quisieran mejorar o cambiar. Por ejemplo, el amor (62%) y la gratitud (51%) son los sentimientos positivos más frecuentes, seleccionados por más de la mitad de los encuestados y en un segundo orden aparecen la alegría y el optimismo.
Como contrapartida la ansiedad (53%) es referida como el sentimiento negativo más recurrente que puebla el universo de las personas encuestadas. En segundo lugar, aparecen la tristeza, el enojo y la angustia.
Es por eso que el equilibrar adecuadamente el mundo emocional con el mundo racional depende que podamos unir ambas cosas a través de una gran habilidad que se llama “inteligencia emocional”, a través de dos elementos importantes:
- Identificar lo que sentimos: miedo, ira, alegría, odio, tristeza, amor, asco, culpa, etc.
- Gestionar adecuadamente el mundo emocional.
Realización: Thomas Khazki/ Edición de video: Sofía Boutigue/ Producción: Macarena Sánchez/ Guión: Delfina Carbone Mac Grath
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