Las vacunas funcionan al provocar una respuesta inmunitaria para que el cuerpo recuerde cómo combatir un virus en el futuro. Las vacunas contra la enfermedad por coronavirus 2019 puede ayudar a desarrollar inmunidad al SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, sin enfermarte. Ahora bien, ¿cómo actúan exactamente los distintos tipos de vacunas contra la COVID-19?
Un video con caricaturas publicado en la plataforma Tik Tok por el usuario @askkentay, explica originalmente cómo funciona la vacunas Sinovac, pero el concepto de cobertura de anticuerpos y reacción de nuestro organismo inmunológico aplica para todas las vacunas contra COVID-19.
Algunas vacunas usan un virus entero para hacer que tu sistema inmunitario responda. Otras vacunas usan partes del virus o del material genético que brinda instrucciones para producir proteínas específicas como aquellas en el virus. La mayoría de las vacunas contra la COVID-19 tienen una estructura con forma de espigas en la superficie del virus de la COVID-19 llamada proteína S. La proteína S ayuda a que el virus ingrese a tus células y comience una infección.
Fabricantes de todo el mundo están trabajando en distintos tipos de vacunas. Los principales tipos de vacunas contra la COVID-19 que se encuentran disponibles actualmente en los EEUU o en ensayos clínicos a gran escala incluyen los siguientes:
-Vacuna de ARN mensajero (ARNm): Este tipo de vacuna usa ARNm genéticamente modificado para brindarle a tus células instrucciones sobre cómo producir una parte inofensiva de la proteína S que se encuentra en la superficie del virus de la COVID-19. Después de la vacunación, tus células inmunitarias comienzan a producir las partes de la proteína S y a mostrarlas en la superficie de las células. Esto hace que el organismo produzca anticuerpos. Si te infectas con el virus de la COVID-19, estos anticuerpos combatirán el virus. Una vez que el ARNm ayuda a tus células a fabricar las partes de la proteína, se degrada inmediatamente. Nunca ingresa al núcleo de las células, donde se almacena tu ADN.
-Vacuna basada en un vector: En este tipo de vacuna, el material genético del virus de la COVID-19 se inserta en un tipo diferente de virus vivo debilitado, como un adenovirus. El virus debilitado (vector viral) funciona como sistema de entrega. Cuando el vector viral ingresa a las células, entrega el material genético del virus de la COVID-19 que brinda instrucciones a las células para hacer copias de la proteína S. Una vez que las células muestran las proteínas S en su superficie, el sistema inmunitario responde mediante la creación de anticuerpos y glóbulos blancos de defensa. Si te infectas con el virus de la COVID-19, los anticuerpos combatirán el virus. Las vacunas de vector viral no pueden hacer que te infectes con el virus de la COVID-19 ni con el virus del vector viral. A su vez, el material genético que proporcionan no se vuelve parte de tu ADN. La vacuna de Janssen/Johnson & Johnson contra la COVID-19 es una vacuna de vector. AstraZeneca y la Universidad de Oxford también están trabajando en una vacuna de vector contra la COVID-19.
-Vacunas de subunidades proteicas: Las vacunas de subunidades solo incluyen las partes de un virus que mejor estimulan al sistema inmunitario. Este tipo de vacuna contra la COVID-19 contiene proteínas S inofensivas. Una vez que el sistema inmunitario reconoce las proteínas S, crea anticuerpos y glóbulos blancos de defensa. Si te infectas con el virus de la COVID-19, los anticuerpos combatirán el virus.
La respuesta natural del cuerpo
Un patógeno es una bacteria, un virus, un parásito o un hongo que puede causar enfermedad. Cada patógeno consta de varias partes, por lo general exclusivas de ese patógeno específico y de la enfermedad que causa. La parte de un patógeno que provoca la formación de anticuerpos se llama antígeno. Los anticuerpos producidos en respuesta al antígeno del patógeno son una parte importante del sistema inmunitario. Se puede considerar que los anticuerpos son los soldados del sistema de defensa del cuerpo. Cada anticuerpo del sistema inmunitario está entrenado para reconocer un antígeno específico. En el cuerpo tenemos miles de anticuerpos diferentes. Cuando el cuerpo humano está expuesto a un antígeno por primera vez, el sistema inmunitario necesita tiempo para responder y producir anticuerpos específicos para ese antígeno. Mientras tanto, la persona es vulnerable a la enfermedad.
Una vez que se producen los anticuerpos específicos del antígeno, estos actúan con el resto del sistema inmunitario para destruir el patógeno y frenar la enfermedad. Los anticuerpos que protegen contra un patógeno dado no suelen proteger contra otro, salvo que dos patógenos sean muy similares entre sí. Una vez que el cuerpo ha producido anticuerpos en su respuesta primaria a un antígeno, también crea células de memoria generadoras de anticuerpos, que se mantienen vivas aun después de que los anticuerpos hayan derrotado al patógeno.
Si el cuerpo se viera expuesto más de una vez al mismo patógeno, la respuesta del anticuerpo sería mucho más rápida y eficaz que la primera vez, dado que las células de memoria estarían listas para movilizar anticuerpos contra ese antígeno. Esto significa que si una persona se ve expuesta al patógeno peligroso en el futuro, su sistema inmunitario podrá responder inmediatamente y protegerla contra la enfermedad.
¿Cómo ayudan las vacunas?
Las vacunas contienen partes atenuadas o inactivadas de un organismo específico (antígeno) que provoca una respuesta inmunitaria en el cuerpo. Las vacunas más recientes contienen las ‘instrucciones’ para producir antígenos, en lugar del antígeno en sí mismo. Independientemente de que la vacuna contenga el antígeno o las instrucciones para que el cuerpo lo produzca, esa versión atenuada no provocará la enfermedad en la persona vacunada, pero inducirá al sistema inmunitario a responder como lo hubiese hecho en su primera reacción ante el patógeno real.
Algunas vacunas requieren la administración de múltiples dosis a intervalos de semanas o meses. En ocasiones, esto es necesario para posibilitar la producción de anticuerpos de larga vida y el desarrollo de células de memoria. De esa forma, el cuerpo se prepara para combatir el organismo específico causante de la enfermedad y recordar el patógeno para combatirlo rápidamente si ello fuera preciso en el futuro.
Inmunidad colectiva
Cuando una persona está vacunada contra una enfermedad, es muy probable que esté protegida contra esa enfermedad. Ahora bien, no todas las personas se pueden vacunar. Algunas, con enfermedades preexistentes que debilitan sus sistemas inmunitarios (por ejemplo, cáncer o VIH) o las que tienen alergias graves a algunos componentes de las vacunas, tal vez no puedan recibir determinadas vacunas. Esas personas pueden estar protegidas si viven entre otras personas que sí estén vacunadas. Cuando muchas personas de una comunidad están vacunadas, la circulación del patógeno es difícil porque la mayoría de las personas están inmunizadas. Por lo tanto, cuanto más personas estén vacunadas, menos probable será que una persona que no puede protegerse con vacunas corra el riesgo de verse expuesta a patógenos. Esto se denomina inmunidad colectiva.
Esto es especialmente importante no solo para las personas que no pueden vacunarse, sino también para las que pueden ser más susceptibles a las enfermedades contra las que vacunamos. Ninguna vacuna proporciona por sí sola una protección del 100%, y la inmunidad colectiva no ofrece protección total a quienes no pueden vacunarse con seguridad. No obstante, la inmunidad colectiva ofrece a esas personas un grado sustancial de protección, gracias a que las personas de su entorno están vacunadas. La vacunación no solo lo protege a usted, sino también a las personas de la comunidad que no se pueden vacunar. Si usted puede vacunarse, hágalo.
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