La enfermedad de Parkinson es una patología progresiva que no posee cura hasta el momento, pero sí hay una gran cantidad de terapias efectivas disponibles para su tratamiento.
Se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa en frecuencia después del Alzheimer y se caracteriza por el trastorno del movimiento que se presenta cuando se pierde entre el 70% y 80% de las neuronas del tronco cerebral que fabrican dopamina, imprescindible en las funciones motoras.
Se presenta alrededor de los 55 años de edad y su curso es progresivo. Se calcula que el 1% de los mayores de 60 años tiene Parkinson y que el 5% de los afectados tiene entre 40 y 60 años.
En el contexto de la pandemia por COVID-19, la duda es qué cuidados deben tener los pacientes. El doctor José Bueri, Jefe de Neurología del Hospital Universitario Austral, explicó que “los pacientes con enfermedad de Parkinson pueden ser más vulnerables en caso de contraer COVID-19 y esto puede deberse a que tienen menor capacidad respiratoria por la rigidez muscular torácica. Por esta razón, es importante que reciban la vacuna, que, a su vez, aún no se ha demostrado que tenga efectos negativos”.
Bueri aseguró que “es muy importante ser constante en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Los medicamentos existentes en la actualidad son muy eficaces para controlar los síntomas, pero esto se aplica solo si hay buena adherencia a la medicación”. Y detalló que es fundamental evitar irregularidades con los fármacos: “La mejor apuesta es la constancia en las tomas de medicación”.
Entre los síntomas descriptos en esta patología se encuentra el temblor, la torpeza manual, la lentitud de movimientos o trastornos en la marcha, especialmente, cuando están asociados a una pérdida del olfato, constipación o sueños violentos. Por eso, es importante que los pacientes identifiquen los signos de alerta para concurrir al médico.
“Debemos recordar que esta es una enfermedad crónica, en donde los síntomas se presentan lentamente, no en forma brusca. El diagnóstico temprano es importante para despejar dudas y conocer los tratamientos que existen para controlar los síntomas de la enfermedad”, afirmó el especialista. La consulta temprana permite diferenciar esta enfermedad de las demás patologías neurológicas, con las que comparte varios de los síntomas mencionados, e indicar el tratamiento correcto a seguir.
Hay una serie de factores de riesgo potenciales asociados con esta patología:
-Predisposición genética: hay mutaciones identificadas en 16 genes PARK y otros 50 genes. Serían como mínimo el 10% de todos los casos. Esta cifra viene creciendo en los últimos tiempos.
-Causas ambientales: el antecedente de exposición a tóxicos, metales pesados, manganeso, agroquímicos, intoxicaciones por monóxido de carbono y también los traumatismos de cráneo crónicos y repetidos de los boxeadores y otros deportes, podrían causar parkinson al desencadenar la degeneración de las neuronas dopaminérgicas del tronco cerebral.
-Algunos estudios la vinculan con habitantes de áreas rurales, uso de agua de pozo, granjas y exposición a herbicidas y pesticidas.
-Ciertos estudios epidemiológicos han encontrado que es más prevalente en países industriales y en áreas con fábricas de aleación de acero duro y molinos de pulpa de madera.
-Se caracteriza por la lenta aparición de temblor en estado de reposo, bradicinesia -lentitud de los movimientos-, rigidez y alteración de los reflejos posturales.
El doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo, director del Instituto de Neurología Buenos Aires, explicó: “Podemos decir que las personas que tienen parkinson se encuentra en un grupo de alto riesgo a la hora de contraer el COVID-19, no necesariamente por la edad, sino por un factor multicausal”.
“No hay evidencia científica de que el diagnóstico de parkinson te haga más vulnerable a contraer o a contagiarte la enfermedad. Sin embargo, los problemas pulmonares son más frecuentes en estos pacientes, ya que son más susceptibles a contraer neumonías, infecciones, cuentan por lo general con dificultad para inhalar profundo e incorporar así suficiente cantidad de oxígeno en los problemas, y estos problemas potenciales serían uno de los motivos para transformarlos en un target de alto riesgo”, precisó el neurocientífico.
¿Deben vacunarse contra el COVID-19, la neumonía y la gripe estacional? Para Andersson, definitivamente sí, respetando los lapsos que deben existir entre las mismas. En cuanto a asistir a las consultas médicas programadas recomendó que consulten con su médico de seguimiento, en general el ajuste de medicamentos y recetas pueden realizarse por vía telefónica o algún tipo de plataforma de telemedicina. “El Ministerio de Salud habilitó al comienzo de la cuarentena en 2020 el uso de las recetas digitalizadas en los teléfonos celulares que se pueden mostrar en farmacia”, advirtió el neurólogo.
De acuerdo a Andersson, “desarrollar o continuar con la actividad física aeróbica por más que estemos bajo una cuarentena es sumamente importante, caminando en espacios abiertos, en la cinta dentro de su casa, bicicleta ya sea fija o móvil; a su vez es clave la actividad de movilidad, de gimnasia al menos tres veces por semana”.
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