Inmersa de lleno en la segunda ola de coronavirus, Argentina llega al sábado dejando atrás la peor semana sanitaria desde que llegó la pandemia por COVID-19 en marzo de 2020 y sin saber si las cifras récord de infectados y muertos registradas serán un mal recuerdo o un augurio de más números negativos en crecimiento.
“Estamos viviendo el peor momento desde que comenzó la pandemia”, reconoció el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, el jueves por la noche durante su anuncio de un nuevo confinamiento hasta el 31 de mayo en el que se restringirá la circulación en todas las zonas del país que se encuadren en alto riesgo. Además, quedarán suspendidas las actividades sociales, económicas, educativas, religiosas y deportivas en forma presencial, mientras que estarán habilitados los comercios esenciales, los que trabajen con envío a domicilio y con la modalidad para llevar, entre otras medidas.
Reuniones febriles en Casa Rosada con el propio equipo de trabajo, con infectólogos y asesores sanitarios, con gobernadores y dirigentes sociales, fueron actos que siempre se sucedieron detrás de las impactantes cifras que preocuparon al Gobierno, que vio con estupor como el martes hubo récord de muertos (745) y el miércoles se marcó la cifra mayor de contagios en un solo día con casi 40.000 infectados. Además, el fin de semana pasado, nuestro país superó los 70.000 muertos en medio de la lenta Campaña Nacional de Vacunación y de las restricciones de circulación vigentes desde el 16 de abril pasado que se extendieron ayer.
Es que según información oficial del Ministerio de Salud, los casos han aumentado de un total diario de alrededor de 5000 infecciones a principios de marzo a un récord de más de 39.000 esta semana, mientras que los fallecimientos aumentaron de 112 a principios de marzo a un récord de 745 el martes. Esa cifra colocó al país en tercer lugar en casos diarios después de India y Brasil, y cuarto en muertes por COVID, después de India, Brasil y Estados Unidos, según datos del sitio especializado Our World in Data.
En relación con la población, y siempre con datos del sitio web, Argentina registró esta semana el mayor número de muertes por coronavirus por día por millón de habitantes en el mundo, cuando el martes tuvo 16,46 muertes por COVID-19 por millón, superando con creces a su vecino gigante Brasil, que registró 11,82 por millón.
En la acumulación de muertes desde el inicio de la pandemia, nuestro país se ubica en el puesto 22 en fallecimientos por millón de habitantes en el conteo que realiza la Universidad Johns Hopkins de EEUU, en más de 200 países. También ocupa el lugar 11, con más de 3,4 millones de infectados. Y la posición 13 en cantidad de muertos con más de 73.000.
A este complejo escenario, nuestro país llegó principalmente por dos razones. La primera es por mérito propio, debido a que nunca encaró una política seria y constante de testeos masivos, seguimiento, rastreo y aislamiento de casos. No implementó mayores controles en Ezeiza y otros puntos de ingreso de extranjeros al país al comienzo de la pandemia. Hizo pocos acuerdos con laboratorios productores de vacunas preventivas, pero en cambio aplicó una cuarentena estricta en 2020 por demasiado tiempo que agotó a los argentinos y generó una profunda crisis económica, con récord de niveles de pobreza.
Además, generó varios escándalos sucesivos, como las marchas masivas oficiales y opositoras o el triste recordado funeral de Diego Maradona en noviembre, en Casa Rosada. También quedaron en la retina de las personas las reuniones y abrazos sin barbijo a gobernadores o sindicalistas, sin respetar la distancia social. Y por supuesto, el escándalo del vacunatorio VIP, que motivó la renuncia del ministro de Salud de la Nación, Ginés González García.
Y la segunda razón es estrictamente coyuntural y externa, con un virus de rápida expansión y contagio. Un patógeno nuevo que afecta el cuerpo humano en forma multiorgánica, que ha desafiado a los más modernos y avanzados sistemas de salud sanitarios hasta doblegarlos. Con la aparición de nuevas variantes más contagiosas y que generan más letalidad. Y por supuesto, con una guerra mundial por las vacunas protagonizada por un puñado de laboratorios que están atrasados en su producción, que no liberan sus patentes para que haya otros generadores de dosis y con países desarrollados que han acaparado más del 90% de las inoculaciones producidas, en desmedro de países pobres o en desarrollo.
En esta situación crítica, ayer la ministra de Salud, Carla Vizzotti, anunció la partida de dos nuevos vuelos a Rusia para traer vacunas Sputnik V a la Argentina. En este caso, serán componentes 1 que serán destinados a iniciar el proceso de inmunización en personas que hasta el momento no habían sido convocadas a inocularse. Los aviones arribarían al país con más dosis entre el domingo y el martes.
La funcionaria reconoció que tienen problemas para acceder al componente 2, esperado por muchas personas que ya recibieron la primera inyección hace casi tres meses. “Es más difícil acceder al segundo componente porque está demorada la producción y porque también se están aplicando las segundas dosis en Rusia en este momento”, planteó en una entrevista radial.
En los últimos días, el Gobierno logró destrabar la negociación con AstraZeneca para que el laboratorio comience a enviar las primeras dosis de las 22.400.000 que están comprometidas por contrato y que fueron pagadas en un 60% para ser recibidas en marzo pasado. Antes de que culmine mayo el país recibirá 3.960.000 dosis de ese paquete de vacunas y 861.600 dosis de la misma marca a través del Fondo Covax.
Vizzotti informó que se están realizando los últimos trámites para que arribe el primer avión con vacunas de AstraZeneca. Llegará desde Atlanta, en los Estados Unidos. Si bien no quiso jugarse, la expectativa oficial es que ese cargamento arribe a Ezeiza el próximo lunes. Estas dosis son muy importantes para muchas personas que fueron inoculadas en febrero con Covishield y ya transitaron las 12 semanas recomendadas para diferir aplicaciones.
La ministra de Salud aclaró: “Quienes ya cumplieron los tres meses, si se pasan una semana o dos no se vence la vacuna. El intervalo se fijó arbitrariamente, pero van a tener prioridad para ser vacunados”. Según el monitor de vacunación del Ministerio de Salud, hasta ayer sólo el 4,90% de la población recibió dos vacunas en la Argentina. Y el 18,70% accedió a una dosis.
En el Gobierno esperan que a partir del próximo mes AstraZeneca comience a enviar cerca de 4 millones de dosis mensuales. El mismo número que se comprometieron a mandar antes de que termine mayo. Y sostienen que un promedio aceptable sería vacunar a 5 millones de personas por mes, junto con las dosis arribadas desde Rusia y China, mientras también se vuelven a retomar negociaciones con la estadounidense Pfizer. La expectativa es dar ese salto en la provisión de vacunas para poder vacunar a las 14.492.299 de personas que forman parte de los grupos esenciales antes del 21 de junio, día en que comienza el invierno en Argentina. Hasta ayer, en el país se aplicaron 10.758.782 dosis. De ese total, 8.531.073 recibieron la primera dosis y 2.227.709 la segunda.
Prioridad, vacunar
La médica infectóloga Isabel Cassetti, directora de Helios Salud (MN 55583) afirmó: “En un país donde no se accede fácilmente a las vacunas, es prioritario vacunar principalmente a los grupos de riesgo, empezando por el personal de la salud. Luego a las personas mayores de 70 y 60 años y a quienes sufren comorbilidades como la obesidad, la diabetes, hipertensión y enfermedades cardíacas o respiratorias, entre otras. Es necesario distribuir mejor las vacunas en forma escalonada y en orden”.
Gonzalo Corral, médico infectólogo, Jefe de Infectología de la Clínica 25 de Mayo en Mar del Plata, dijo a Infobae: “El número de vacunados es muy bajo. A esta altura del año, tendríamos que tener mayor cantidad de gente vacunada, esto es un riego para un montón de gente que está siendo expuesta”.
“Este record de muertos por COVID-19 ocurre en plena segunda ola de coronavirus con variantes muy contagiosas que ya circulan en nuestro país. Y vemos que a diferencia de la primera, está pegando a personas más jóvenes. Otra cosa que notamos es que los pacientes tienen manifestaciones clínicas graves en menos tiempo”, explicó a Infobae la infectóloga Silvia González Ayala, profesora titular de la Cátedra Infectología de la Facultad Ciencias Médicas de la Universidad Nacional La Plata.
Y agregó: “Esta segunda ola era algo absolutamente previsible y creo que hubo un ataque de optimismo de parte de las autoridades frente a la relajación que vimos desde noviembre. En el verano, tuvimos 4 meses para prepararnos. Porque sabíamos que esta segunda ola iba a llegar al país. No hacía falta más que mirar a Brasil en enero con el surgimiento de las nuevas cepas. No se trabajó de la forma más efectiva. Hay escasez de camas y oxígeno. No se compraron o negociaron vacunas en cantidad suficiente para llegar a mayo con más personas vacunadas. Ahí vimos pasar el tren”.
Según analizó el médico y profesor e investigador de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) Arnaldo Dubin, en diálogo con Infobae hay dos componentes que pueden explicar la crítica situación actual que hoy atraviesa nuestro país en medio de la segunda ola de coronavirus: “Se trata de una situación epidemiólogica que está desatada, con contagios récord a nivel nacional por un lado y con una muy mala evolución particularmente en el AMBA. En la última semana el promedio de contagios diarios en CABA aumentó un 22% en relación a los valores de la semana previa. Y en la provincia de Buenos Aires, hubo un aumento abrupto de mortalidad que ascendió al 67%. Son valores altísimos y muy negativos”.
“Epidemiológicamente la pandemia en Argentina está fuera de control. Y el sistema sanitario y el de la terapia intensiva están colapsados. Y eso pasa hace semanas. Hay un desborde que proviene de una insuficiencia general de recursos, como el de personal, de drogas, de camas, de respiradores y muchas cosas más. Durante esta segunda ola en provincia de Buenos Aires fallecieron 15 embarazas y estamos viendo cuadros graves en jóvenes que terminan en muerte. La realidad de hoy es que estamos internado gente que debería estar en una Unidad de Terapia Intensiva (UTI) y se encuentra en una cama común. Además falta personal capacitado para atender la gran demanda que tenemos diariamente”, aseguró el especialista.
Y respecto al personal intensivista capacitado, Dubin destacó que están atravesando una “fatiga terminal”, con mal descanso, mal pagos, agotados, frustrados y desbordados. “Esto impacta directamente también en los resultados de la terapia intensiva en la evolución de un paciente internado. Por eso sube la cantidad de muertos. Si uno sale a correr, se cansa. Y por más voluntad que ponga para seguir corriendo, va a ir más despacio. Eso mismo pasa en las UTI hoy en el país, donde por más voluntad que ponga, los pacientes se van a morir más”, ejemplificó el especialista.
“En general, cuando aparece una enfermedad nueva, los registros indican una mortalidad alta al principio, ya que la misma encuentra a un sistema sanitario no preparado. Pero esa mortalidad con el tiempo baja por el desarrollo de tratamientos novedosos y aparición de vacunas o medicamentos. Acá ocurre al revés. Y esto lo relacionamos con el aumento de casos, la tensión del sistema y la fatiga de los intensivistas”, puntualizó Dubin.
Y concluyó: “El Gobierno nacional dictó una serie de medidas que para mí fueron tardías e insuficientes. Pero igualmente, fueron resistidas. Y hubo llamado a resistirlas. Por eso apelamos a la responsabilidad de las autoridades y también del ciudadano común. Ver los programas de televisión con shows bailables, el fútbol, los shoppings abiertos en las provincias, los bares al aire libre llenos, nos da impotencia y ganas de llorar. Me espanta ver esto. Yo mismo hice una denuncia en La Plata, en el sector de Control Urbano, pero no vi ningún tipo de sanción o medida para contrarrestar la afluencia a los bares. Es un momento en el que cada uno tiene que asumir su responsabilidad. En este contexto, también hay mucha gente pasando necesidades extremas, sobre todo los sectores más pobres y carenciados, que además de sufrir la pandemia les pega la crisis económica. Por eso tiene que haber medidas económicas para ayudarlos, redireccionando fondos destinados a pagar deuda externa por ejemplo, a fin de asistirlos. Estamos transitando una guerra y esa debe ser nuestra prioridad ahora”.
Consultado sobre las alarmantes nuevas cifras de contagios en la Argentina, Rodrigo Quiroga, investigador en bioinformática del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba, indicó: “Con esta cantidad de contagios no hay vacunación que sirva. Necesitamos frenar los casos y la única forma que hay de hacer eso es una cuarentena estricta”.
“Lo ideal hubieran sido 14 días de cierre para una caída pronunciada de los contagios. Porque un 25% de las personas como personal esencial seguirán circulando. Además, las personas en sus casas pueden contagiarse dentro de esos 9 días de confinamiento, y van a contagiar cuando se levante la restricción”, agregó el especialista respecto a las medidas presidenciales anunciadas.
“Cuando más gente respete la norma, ayudará a frenar los contagios. Es importante que la ventilación se tenga en cuenta. Hay mucha gente con COVID-19 en este momento: se estima que son 700.000 personas infectadas en todo el país hoy. Por eso, aunque se queden en sus casas estos 9 días, hay que prestar atención a los síntomas y hacer ventilación. Evitar los contagios dentro del hogar también será importante”, remarcó Quiroga.
El médico infectólogo Ricardo Teijeiro, explicó a Infobae: “Estamos viendo que tenemos un crecimiento exponencial en los últimos días, realmente esto al sistema de salud lo daña mucho porque está al límite, tenemos que pensar de alguna manera en controlar la circulación del virus, y esto significa controlar la circulación de la gente. No hay ninguna otra posibilidad, hasta que no tengamos la población vacunada, de que no se hagan medidas estrictas”.
Con la llegada del frío, los especialistas se adelantan a lo que pueda pasar. Para el infectólogo Roberto Debbag, tal cual había dicho en una charla con Infobae, hay dos escenarios posibles para los próximos meses: “La temperatura bajará más, y en dos semanas podría cambiar el comportamiento de la gente, que tiende a estar más en espacios cerrados. Aumentaría la transmisibilidad y se saturaría el sistema de salud de nuevo”.
“El peor escenario: con las temperaturas bajas y si no se accede a más de 10 millones de dosis de vacunas, sin política de testeos y rastreos de contactos estrechos, en un mes volverían a aumentar los casos de COVID-19. Por cada caso positivo por PCR, debería haber entre 10 y 30 negativos realizados, según la OMS. Por lo cual, en la Argentina, deberíamos estar en un millón de testeos por día”, afirmó y concluyó con una frase de deseo: “Esperemos que este escenario tan negativo no se produzca”.
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