Este año ha habido una exposición de ansiedad en todo el mundo. La pandemia nos ha sacado de nuestra área de seguridad y confort; ha cambiado nuestras actividades y rutinas cotidianas. También nos ha expuesto a un nuevo peligro, que en principio ni siquiera sabíamos de qué se trataba. Lo cierto es que cuando la incertidumbre se aproxima a nuestras vidas, la ansiedad suele agigantarse a pasos acelerados.
¿Por qué nos afecta tanto la incertidumbre y qué podemos hacer frente a ella?
“A nadie la gusta la incertidumbre. Todos los seres humanos buscamos sentir que podemos controlar el futuro, que podemos dominarlo. Cuando el control se pierde, nuestra mente comienza a entrar en cortocircuito ya que interpreta que incertidumbre es igual a peligro. Es por ese motivo que nos cuesta tanto cambiar en nuestras vidas y a pesar de saber qué es lo que debemos modificar, nos resistimos a hacerlo. No saber que sucederá nos resulta más riesgoso que quedarnos incómodos en un lugar conocido”, explica en diálogo con Infobae la psicóloga Jacqueline Lapidus, que hace 18 años se dedica a trabajar con personas que sufren de ansiedad y da recomendaciones en sus redes @ansiedad_life_coaching a diario acerca de cómo superar la ansiedad.
Como explica la experta, la ansiedad comienza a apoderarse de nuestras vidas cuando intentamos evitar la incertidumbre a toda costa: “Algunos de los comportamientos típicos que ponemos en funcionamiento para evitar el malestar que la inseguridad nos trae son rituales o compulsiones, reaseguros y evitaciones. Así entramos en el círculo vicioso de la ansiedad. Cuanto más evitamos la incertidumbre menos tolerancia tenemos frente a ella y en consecuencia más ansiedad sentimos. Es imposible ganarle la batalla a la incertidumbre y más aún si nuestro deseo es eliminarla por completo”.
Por eso, si uno siente una baja tolerancia a la incertidumbre y que los comportamientos propios están demasiado focalizados en evitarla, es hora de ponerse en acción.
“Elimina los reaseguros”, aconseja Lapidus. “Frecuentemente buscamos en internet información que nos ayude a calmar nuestros temores. El problema comienza cuando esa búsqueda de información se hace de manera muy repetitiva y con información poco científica”.
“Otras veces pedimos reaseguros a los demás: ‘Dime que nada malo pasará’, como si por arte de magia que alguien nos dijera que todo va a estar bien fuera suficiente para confiar en el futuro. Ese pensamiento mágico nos ayuda al principio, pero habitualmente nuestra cabeza comienza a dudar nuevamente y poco a poco nos volvemos adictos a los reaseguros como una droga imposible de dejar”, agrega.
Por último, el más común de los reaseguros es la rumiación. “Es aquella preocupación constante sin rumbo y sin objetivo, repetitiva, intrusiva, incontrolable que aparece cada vez que sentimos incertidumbre. Es ese pensamiento que nos dice: ‘Hasta que no tengas garantías no puedes ser feliz’ .’Debes estar segura o seguro para tomar una decisión’. Entonces, lo que era un pensamiento reflexivo se convierte en un pensamiento chatarra, ya que buscamos encontrar de forma obsesiva la respuesta perfecta, la solución ideal frente a nuestras dificultades o la seguridad absoluta frente al futuro”.
Entonces, ¿qué debo hacer en estos casos?
“Lo primero que puedes hacer es anotar todas tus preocupaciones en un papel. Es muy importante que te des un tiempo en el día para analizar aquello que te resulta una dificultad o un problema potencial. Es recomendable que a partir de hoy que te des un tiempo prolongado (30-40 min) en el día para reflexionar de forma objetiva y organizada cada una de tus preocupaciones. Anotar todo te ayudará a frenar tus pensamientos repetitivos”, recomienda.
Y prosigue: “Una vez que hayas anotado todas tus pensamientos negativos puedes comenzar a debatir uno de ellos a la vez. Recuerda que a la ansiedad le gusta ir demasiado rápido. Puedes tomar como guía algunas de las preguntas que te brindo a continuación para discutir tus pensamientos: ¿qué puedo hacer sobre eso que me preocupa? ¿qué haría si sucediera? ¿Cómo puedo afrontarlo de mejor manera? ¿Qué le diría a un amigo/a? ¿Qué creo que me diría un ser querido? ¿Puedo pensar esta situación de alguna otra forma?”.
“Una vez que hayas terminado con una idea puedes empezar con la siguiente. Si en algún momento vuelves con la preocupación anterior podrás retomar aquella que ya has pensado pero, en esta oportunidad, avanzando desde donde has dejado la última vez. Eso te ayudará a salir del pensamiento repetitivo y circular”.
Generalmente nos resistimos a aceptar la incertidumbre y producto de ello terminamos con niveles más altos de ansiedad. ¿Qué hacer entonces? “Afrontar la incertidumbre y dejar de pelearnos con ella. Esto se da en un proceso de ejercitación permanente”, dice la psicóloga. “Algunas de las práctica que podemos realizar son: tomar decisiones aun teniendo dudas, frenar la tendencia a pedir consejos constantemente, abandonar la compulsión de buscar en internet, hacer cambios progresivos aunque sintamos cierta incomodidad, frenar nuestras rumiaciones producto de la necesidad de garantías y planificar cualquier otro ejercicio en el que podamos practicar el incremento de nuestra tolerancia frente a la incertidumbre”.
La ansiedad y la intolerancia frente a la incertidumbre están profundamente relacionadas. Para disminuir la ansiedad debemos aprender a lidiar de forma saludable con la incertidumbre, ya que ella estará a nuestro lado para siempre. Y aunque al principio sea difícil, con práctica y ejercitación se puede lograr superar la necesidad de tener garantías y así poder vivir con alegría en un mundo repleto de incertidumbres.
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