Cada 8 de mayo se celebra el Día Mundial del Cáncer de Ovario, fecha destinada a generar conciencia sobre esta enfermedad que, como se la suele diagnosticar en etapas avanzadas porque no tiene síntomas específicos, representa el segundo tumor ginecológico más letal, tanto a nivel mundial como en la Argentina.
Es una enfermedad que afecta anualmente a alrededor de 240.000 mujeres a nivel mundial cada año, de la cuales 125.000 mueren a causa de esta patología.
Pese a no ser uno de los cánceres más frecuentes, sí resulta ser uno de los más críticos en el ámbito ginecológico. Según el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) en Argentina en 2018, se presentaron 2330 casos, una cifra alarmante. Además, en el año 2017, se registraron 1228 muertes a causa de esta patología.
Esta enfermedad se desarrolla cuando se encuentran células cancerosas en el tejido de uno o ambos ovarios, sin embargo, su detección no es fácil y depende de los síntomas que empiecen a aparecer. Si es detectado en las primeras etapas, la posibilidad de combatirlo es mucho más fácil, por eso resulta de vital importancia ser muy conscientes a la hora de realizarse los exámenes de rutina, ya que esta práctica preventiva resultará clave para su tratamiento.
Si bien uno de los principales factores de riesgo para el cáncer de ovario es la edad (la mayoría se origina después de la menopausia), los antecedentes familiares (madre, abuela o hermana con cáncer de ovario o mama y padre o hermano que tengan o hayan tenido cáncer de próstata o páncreas), la obesidad y la predisposición genética cumplen un rol importante en su desarrollo. De hecho, aproximadamente el 20% de los cánceres de ovario seroso de alto grado presentan una mutación del gen BRCA. Hoy se sabe que los genes BRCA1 y BCRA2 mutados predisponen tanto al cáncer de mama como al de ovario.
En este sentido, el avance de la medicina de precisión aporta una gran herramienta para evitar los diagnósticos tardíos: hoy existen tests para determinar la presencia de estos genes alterados, lo que ayuda al abordaje de la enfermedad. Es que conocer la mutación no sólo permite mejorar el tratamiento de la paciente, sino que además colabora en la disminución del riesgo de las mujeres para cáncer de ovario, y de los hombres para los tipos de cánceres ya mencionados: aquellas mujeres que presentan mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2 tienen hasta un 54% más probabilidades de padecer la enfermedad.
“Todas las mujeres sanas con antecedentes familiares deberían hacer asesoramiento genético para prevención, y todas las mujeres con cáncer de ovario, aun sin antecedentes familiares, también debieran hacer asesoramiento genético ya que existen hoy día terapias dirigidas que pueden mejorar considerablemente el pronóstico de la enfermedad”, explicó el doctor Santiago Bella, Presidente de la Asociación Argentina de Oncología.
El experto precisó que las opciones de tratamiento varían según el estadio del cáncer, la condición física de la paciente y otras características que debe tener en cuenta el médico tratante. “A las alternativas tradicionales (cirugía, quimioterapia, radioterapia y terapia hormonal), en los últimos años se sumaron también las terapias dirigidas que tienen menos efectos adversos y son más eficaces frente a ciertos tipos específicos de tumores. Recientemente se aprobó en la Argentina, una nueva terapia dirigida que ataca las células cancerígenas que tienen mutaciones especificas sin afectar las sanas y que prolonga la sobrevida libre de progresión por una mediana de más de 4 años y medio en pacientes recién diagnosticadas”, apuntó Bella6.
A diferencia del cáncer de cuello de útero, que se puede detectar de manera temprana por medio del papanicolau (PAP) y la colposcopía, no existen pruebas para el diagnóstico precoz del cáncer de ovario. Por eso es importante conocer los factores de riesgo de la enfermedad y realizar las consultas ginecológicas de rutina. El cáncer de ovario suele confirmarse en estadios avanzados, ya que como no presenta síntomas específicos se suelen demorar el diagnóstico y el inicio del tratamiento. Una paciente con esta enfermedad puede no tener síntomas, o que los mismos sean inespecíficos por lo que suelen demorar el diagnóstico y posterior tratamiento.
Al momento de iniciar la etapa de diagnóstico se debe preguntar sobre los posibles factores de riesgo, incluyendo sus antecedentes familiares y síntomas que generen la sospecha. Inicialmente los estudios de análisis de sangre son fundamentales para asegurarse que el paciente tenga suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Si hay una masa pélvica, el médico tendrá que ordenar una ecografía e imágenes complementarias de tomografía y resonancia magnética para identificar si el tumor está creciendo hacia las estructuras cercanas y para hacer una biopsia de una metástasis sospechosa. De esta manera se estaría identificando si el cáncer se ha propagado por otras zonas.
“Las pruebas diagnósticas juegan un papel esencial en la detención temprana de esta enfermedad; es por esto que nuestras soluciones tecnológicas tienen como fin acompañar de manera constante y eficaz a la mujer en este proceso. Hoy queremos hacer un llamado a todas las mujeres, para que trabajemos juntos en pro de la detección temprana de este cáncer y las invitamos a que asistan de manera constante a sus controles ginecológicos”, señaló Ángela Piñeros, Gerente de Negocios para Oncología de Siemens Healthineers.
Por tal razón Piñeros considera esencial hacer visible los síntomas de alarma que puede generar esta enfermad, esto con el fin de poder realizar una detección temprana que permita iniciar con tratamientos oportunos:
· Presencia de una sensación recurrente de presión o dolor en el abdomen, la pelvis, la espalda o las piernas.
· Constante hinchazón del Abdomen.
· Náuseas, indigestión, gases, estreñimiento o diarrea.
· Sensación de fatiga o falta de aire.
· Ganas constantes e incontenibles de orinar.
· Sangrado vaginal inusual.
“Si bien es cierto que no todas las mujeres presentan los mismos síntomas, pues esta es una enfermedad que no es fácil de detectar, se recomienda que ante cualquier anomalía de salud se consulte inmediatamente a un médico. Reducir el riesgo del cáncer de ovario y lograr una detección temprana es una tarea de todos, es importante que las mujeres entiendan y comprendan los factores de riesgo que rodean esta enfermedad y que ante cualquier síntoma de alarma consulten inmediatamente a su ginecólogo de cabecera. Es fundamental volver una práctica constante el asistir a los controles programados, esto se convierte en la ficha clave para iniciar un tratamiento oportuno que resulte efectivo”, enfatizó la experta.
Tratamientos
Las opciones de tratamiento varían según el estadio del cáncer, la condición física de la paciente y otras características que debe tener en cuenta el médico tratante.
“A las alternativas tradicionales (cirugía, quimioterapia, radioterapia y terapia hormonal), en los últimos años se sumaron también las terapias dirigidas que tienen menos efectos adversos y son más eficaces frente a ciertos tipos específicos de tumores. Recientemente se aprobó en la Argentina, una nueva terapia dirigida que ataca las células cancerígenas que tienen mutaciones especificas sin afectar las sanas y que prolonga la sobrevida libre de progresión por una mediana de más de 4 años y medio en pacientes recién diagnosticadas”, precisó Bella y aclaró que a diferencia del cáncer de cuello de útero, que se puede detectar de manera temprana por medio del papanicolau (PAP) y la colposcopía, no existen pruebas para el diagnóstico precoz del cáncer de ovario. Por eso es importante conocer los factores de riesgo de la enfermedad y realizar las consultas ginecológicas de rutina.
Teniendo en cuenta que desde 2020 la pandemia del coronavirus tomó lugar en los centros de salud, sin lugar a dudas, el miedo a contraer el virus en hospitales y clínicas, disuadió a los pacientes de buscar atención médica por nuevos síntomas, reprogramando chequeos y/o evitando acudir a citas de controles de rutina. Incluso, aquellos pacientes que habían sido diagnosticados con cáncer descontinuaron su tratamiento por temor a contraer COVID-19 en los centros médicos especializados en estas patologías-9.
Según una investigación realizada entre el 2 y el 8 de abril de 2020 por la Organización Mundial de la Salud sobre las Implicancias del COVID-19 en el tratamiento del cáncer, en la Argentina, durante el período de aislamiento estricto, las consultas se redujeron un 97% y el número de pacientes que iniciaban tratamientos disminuyó en un 72%. Un 52% de los consultados creía que su sistema de salud podría demorar entre 1 y 3 meses en retomar tratamientos y cirugías a los pacientes que pospusieron sus tratamientos, mientras que un 35% sostuvo que llevaría entre 4 y 6 meses volver a los tratamientos. El 23% restante supuso aún más tiempo de espera.
AstraZeneca trabaja en la concientización de patologías, realizando alianzas con asociaciones de pacientes y sociedades médicas de todo el mundo para difundir la iniciativa “Nueva normalidad, mismo cáncer”, una campaña global de visibilización y concientización cuyo objetivo es instar a los pacientes con cáncer a regresar a los servicios oncológicos, continuar con sus tratamientos e incentivar a quienes sean casos sospechosos a acercarse a los centros médicos para hacerse las pruebas médicas y chequeos pertinentes .
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