Tras superar la enfermedad COVID-19, el futbolista de Boca Edwin Carmona se disponía a reanudar los entrenamientos de cara a los campeonatos que disputa su club, pero los resultados del examen médico develaron que padece una miocarditis leve por lo cual no deberá realizar esfuerzo de alta competencia durante 14 días hasta repetir los estudios.
Pero, ¿qué es la miocarditis y por qué es una consecuencia cada vez más frecuente en pacientes recuperados del coronavirus?
“La miocarditis es una inflamación aguda, que manifiesta síntomas muy leves como dolor en el pecho y dificultad para respirar, pasando por un derrame en el pericardio o hasta formas muy graves como arritmias fatales o insuficiencia cardíaca. Tiene un compromiso clínico muy variado, formas muy leves o en ciertos casos severas que pueden llegar a necesitar un trasplante”, explicó a Infobae la médica cardióloga, Mirta Diez, especialista en Insuficiencia Cardíaca y jefa de la sección de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
Según Diez, en algunos casos más graves de pacientes con coronavirus, se observó que tenían arritmias graves, isquemia, entre otras, pero que aún no se puede establecer la relación directa: “Se pudo observar por la resonancia magnética en varios reportes de biopsias de pacientes y se pudo constatar que hay una inflamación en el corazón. Sin embargo, aún falta evidencia para relacionarlas directamente ya que la enfermedad como sabemos, es muy nueva”.
“No está claro que el virus del COVID-19 genere de manera directa la miocarditis como por ejemplo la miocarditis por parvovirus; si bien es una posibilidad no hay evidencia suficiente para poder afirmar algo así”, enfatizó Diez. Las biopsias endomiocárdicas y las necropsias, pruebas de confirmación de referencia, han sido escasas y distantes entre sí. Sin embargo, un análisis de resonancia magnética cardíaca publicada en Medscape señaló que la miocarditis aguda, se presentaba en 8 de cada 10 pacientes con “síndrome similar a miocarditis” y un estudio publicado el 30 de junio del 2020 afirmaba que el coronavirus puede infectar las células cardíacas en una placa de laboratorio.
Los factores de riesgo en pacientes con COVID-19 son: edad avanzada, trastornos cardiovasculares concomitantes y elevación de la troponina o el propéptido natriurético cerebral N-terminal, entre otros, mientras que la miocarditis es una enfermedad en la cual en casi todos los casos median factores inmunitarios, y no se libera troponina.
“Es muy importante que las personas no dejen de acudir a las consultas con su cardiólogo ya que estamos viendo a muchos pacientes que llegan con cuadros que tienen años y años. El virus va a estar con nosotros por mucho tiempo, no tenemos una fecha límite, por eso no hay que descuidar otros aspectos”, concluyó Diez.
Para el doctor Carlos Reguera, médico cardiólogo, Jefe del Área de Medicina Preventiva y Cardiología de INEBA, “la enfermedad causada por este virus, continúa originando una eminente morbimortalidad en el mundo. Los informes de pacientes hospitalizados sugieren que el COVID-19 afecta de manera objetiva el sistema cardiovascular, aunque el impacto a futuro es desconocido”.
El experto mencionó un estudio realizado recientemente en el Hospital Universitario de Frankfurt (Alemania), y publicado en JAMA Cardiolgy, que alerta sobre una alta prevalencia de secuelas cardíacas post-infección por coronavirus. La investigación, que incluyó a 100 pacientes recuperados de COVID-19, demostró compromiso cardíaco en el 78% de ellos, así como inflamación miocárdica en curso en el 60%.
El estudio incluyó la realización de resonancias magnéticas cardíacas con gadolinio y análisis de sangre con Troponina T de alta sensibilidad y Proteína C Reactiva. La Troponina fue positiva en el 76% de los pacientes (marcador que indica daño miocárdico). También se valoró la función ventricular (sensible más baja en los pacientes positivos). Por otra parte, tomaron biopsia endomiocárdica en pacientes con hallazgos graves, las cuales revelaron inflamación linfocítica activa (miocarditis relacionada a COVID-19).
“Los resultados del estudio proporcionan información sustancial sobre la prevalencia de afectación cardiaca. Esto denota la necesidad de estudiar a todo paciente que desee retomar el ejercicio luego de ser afectado por COVID-19. Si bien, en cualquier momento de nuestra vida iniciar actividad física sin control supone un riesgo para la salud, en este tipo de pacientes mucho más. Es de buena práctica asistir a un chequeo médico para minimizar riesgos”, enfatizó Reguera.
El especialista detalló los controles a tener en cuenta. “Un buen control de salud comienza siempre en la consulta médica (interrogatorio médico-paciente y examen físico). Consecuentemente, debemos pensar que estudios complementarios aplican para cada caso en particular (análisis de sangre, ecodoppler cardíaco, electrocardiograma, holter, resonancia cardíaca, entre otros)”, dijo. “Hoy más que nunca, es imperioso ser cautelosos a la hora de iniciar la actividad física. Actualmente, están asistiendo a los consultorios pacientes recuperados de COVID-19, evaluar su capacidad cardiopulmonar es crucial para retomar la práctica segura de ejercicios”, concluyó el cardiólogo.
Actualmente se están recopilando datos de registros multicéntricos que documentan los resultados cardiovasculares entre atletas en deportes competitivos que se han recuperado del COVID-19 para determinar la prevalencia, la gravedad y la relevancia clínica de la patología cardíaca asociada al nuevo coronavirus y la eficacia de la estratificación del riesgo cardiovascular dirigida. Mientras esperamos estos datos críticos, las primeras experiencias en la supervisión clínica de los atletas después de la infección por COVID-19 brindan una oportunidad para abordar áreas clave de incertidumbre relevantes para los médicos de cardiología y medicina deportiva.
Los efectos de la inflamación cardíaca en COVID-19 son amplios y, para algunos, parecen ser la característica principal de la infección. Médicos en Italia determinaron que la inflamación del músculo cardíaco y el saco, conocida como miopericarditis, probablemente estaba detrás de la fatiga extrema en una mujer de 53 años por lo demás sana con una prueba de SARS-CoV-2 positiva que tenía síntomas respiratorios leves y fiebre una semana antes.
Los expertos no han llegado a un consenso sobre cuánto tiempo tarda en resolverse la miocarditis viral, en parte porque las herramientas y protocolos de imagenología sofisticados para diagnosticarla con precisión son relativamente nuevos; Además, la duración de los síntomas clínicos puede no coincidir con los biomarcadores serológicos o de imagen. Esta incógnita ha dificultado la interpretación de algunos hallazgos de pacientes recuperados.
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