Ricardo Ramírez estaba seguro de que iba a morir, sentía eso, además de los 38,3 grados de fiebre que marcaban el termómetro que le pusieron en la axila cuando el 23 de marzo del año pasado llegó al departamento de emergencias del hospital. Su temperatura siguió subiendo. Fue ahí comenzó a implorar por su vida, suplicando a extraños con bata, guantes y máscaras que le dieran algo para detener la fiebre.
Ramírez no se murió. Regresó con su familia después de nueve angustiosas semanas en el hospital. Pero casi un año después, todavía puede recordar vívidamente el trauma de su hospitalización. “Recuerdo que una vez me desperté y dije: ‘Dios, no me quiero morir’. Miré al techo de mi habitación y vi la cara de mi esposa llorando. Y mis hijos, ambos llorando detrás de ella. Luego me desperté y estaba llorando solo”, expresó en una entrevista.
¿Cuántas personas han sobrevivido al COVID-19? Millones. Sin embargo, muchos continúan soportando el trauma emocional y psicológico que conlleva tener la enfermedad.
Son muchos los estudios que coinciden en observar que las personas que se han recuperado del COVID-19 a veces experimentan dificultades persistentes de concentración, así como dolores de cabeza, ansiedad, fatiga o trastornos del sueño. Los pacientes pueden temer que la infección haya dañado permanentemente sus cerebros, pero los investigadores dicen que ese no es necesariamente el caso.
Un estudio publicado en febrero de 2021 encontró que el 30% de los sobrevivientes de COVID-19 experimentaron trastorno de estrés postraumático (TEPT, en español, o PTSD, en inglés), una enfermedad psicológica que generalmente ocurre luego de que alguien tiene una experiencia que amenaza su vida. Si no se trata, el trastorno de estrés postraumático puede ser una verdadera pesadilla.
Los estudios posteriores a la epidemia de SARS en 2003-2004 encontraron tasas similares de estrés postraumático en alrededor del 25%, la escala de la pandemia de COVID-19 es una diferencia clave. Con aproximadamente 30 millones de infecciones confirmadas en EE.UU. desde el inicio de la pandemia, algunos expertos dicen que el mundo debería prepararse para una crisis de salud mental.
Un artículo escrito por el neuropsicólogo Andrew Levine, MD, de la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA, y la estudiante de posgrado Erin Kaseda, de la Universidad de Medicina y Ciencias Rosalind Franklin, en Chicago, publicado en The Clinical Neuropsychologist, explora los datos históricos sobre los sobrevivientes de coronavirus anteriores, que causaron síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS).
“La idea es crear conciencia entre los neuropsicólogos de que el síndrome de estrés postraumático (PTSD) es algo que quizás se deba considerar al evaluar las dificultades cognitivas y emocionales persistentes entre los sobrevivientes de COVID-19”, dijo el doctor Levine.
El TEPT es un trastorno de salud mental en el que una persona experimenta pensamientos, flashbacks y pesadillas que golpean de manera impredecible y devuelven a la persona al momento del trauma.
La doctora Delfina Janiri, trabajó en un estudio publicado en febrero de 2021 en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense de Psiquiatría y psiquiatra del Policlinicio Universitario Fondazione Agostino Gemelli en Italia. El estudio de Janiri incluyó a 381 pacientes tratados en un hospital en Roma, Italia, entre abril y octubre de 2020. Después de recuperarse de la infección, todos los pacientes fueron remitidos a un centro de atención posterior a la recuperación donde recibieron una evaluación psiquiátrica completa. Los pacientes fueron evaluados por ansiedad, depresión, trastornos del estado de ánimo y estrés postraumático.
También buscaron características de los pacientes que aumentaran el riesgo de desarrollar estrés postraumático. El predictor más fuerte fue la persistencia de tres o más síntomas de COVID-19, los mismos síntomas descritos por pacientes con «long-covid» o covid prolongado: fatiga, confusión mental, palpitaciones cardíacas, dificultad para respirar, dolores de cabeza y otros.
Se encontró que alrededor del 70% de las personas que informaron haber experimentado tres o más síntomas médicos persistentes tenían trastorno de estrés postraumático en comparación con el 31% de las personas con uno o dos, encontró el estudio.
«Encontramos una fuerte asociación entre el trastorno de estrés postraumático y esos síntomas. Por supuesto, ahora no es posible para nosotros definir la direccionalidad, lo que significa que no sabemos qué fue primero, la causa y el efecto. Pero seguro que las personas que informan síntomas clínicos más persistentes también son personas que informan más síntomas de trastorno de estrés postraumático”, dijo Janiri,
Un estudio anterior realizado en China que involucró a 714 pacientes hospitalizados en cinco hospitales en Wuhan en marzo de 2020, y publicado en Psychological Medicine, encontró que el 96% de las personas encuestadas tenían trastorno de estrés postraumático post-covid. La mitad de los pacientes encuestados dijeron que la asesoría de salud mental en línea sería útil.
“El trastorno de estrés postraumático que ocurre después de ciertas hospitalizaciones no es un fenómeno nuevo”, dijo Ronald Brenner, psiquiatra y presidente de salud conductual de Catholic Health.
Brenner está viendo las secuelas del virus como psiquiatra. Uno de sus pacientes fue hospitalizado durante cinco días con COVID-19, pero nunca requirió atención al nivel de la Unidad de Cuidados intensivos. Ahora, cualquier tos, dolor u otro síntoma desencadena ansiedad y, a veces, ataques de pánico.
“Comenzó a tener verdaderos ataques de ansiedad por tener covid nuevamente, por que los síntomas no desaparecían, por tener covid residual para siempre”, dijo Brenner. Y agregó: “Luego también tuvo grandes dificultades para volver al trabajo debido al problema de la evasión, por el miedo a ir al mismo lugar”.
El estigma del miedo
El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) actualmente está financiando investigaciones para comprender mejor el estrés postraumático post-covid. Por ejemplo, los estudios de los Institutos Nacionales de Salud recién financiados que analizan pacientes con ‘long covid’ también incluirán un análisis sobre las enfermedades mentales en estos pacientes.
Una estrategia clave para llegar a las personas con estrés postraumático post-covid debe ser la divulgación y la detección selectiva. Un ejemplo que podría adaptarse a otros grupos de alto riesgo es la Heroes Health Initiative, que fue lanzada en junio de 2020 por el Instituto para el Trauma y la Recuperación de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, financiada por la Fundación Rockefeller.
La iniciativa utiliza una aplicación gratuita, la aplicación Heroes Health (que traduce Salud de Héroes), que ofrece a los trabajadores de la salud una encuesta semanal que analiza los síntomas de salud mental y conecta a los usuarios con un trabajador de salud mental si es necesario.
El uso de medidas de detección como esta para grupos que se han identificado como de mayor riesgo, como aquellos con síntomas persistentes de covid-19, podría ser una estrategia clave para adelantarse a esta crisis de salud mental que se avecina.
Si bien un diagnóstico de PTSD puede no parecer una buena noticia, existen muchos tratamientos disponibles para el trastorno, que incluyen psicoterapia y medicamentos. En comparación, los investigadores todavía están trabajando para comprender los efectos neurológicos directos del COVID-19.
Una vez que reciben tratamiento y se tienen alguna remisión de sus síntomas psiquiátricos, si las quejas cognitivas y los déficits en las pruebas neuropsicológicas todavía están ahí, entonces hay más evidencia de que algo más está sucediendo. “Será importante para los médicos en general mantenerse al día con la literatura que está saliendo, para asegurarse de que tienen la información más actualizada a medida que estos sobrevivientes comienzan a presentarse para las pruebas neuropsicológicas”, finalizó Kaseda.
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