Ya son varios los estudios científicos en todo el mundo que se han publicado a lo largo de la actual pandemia por COVID-19 en donde se resalta que el virus SARS-CoV-2 afecta más a los hombres que a las mujeres.
El coronavirus puede infectar a cualquiera, ya sea joven, maduro o anciano, pero los hombres mayores tienen hasta el doble de posibilidades de enfermarse gravemente y morir que las mujeres de la misma edad, según datos estadísticos sanitarios de varios países. ¿Por qué? Se podría resumir en 3 aspectos clave que explicarían por qué afecta más a hombres que a mujeres.
1-Sistema inmunitario
El primer estudio que examinó la respuesta inmunológica diferenciada por sexo arrojó una pista: los investigadores concluyeron que los hombres producen una respuesta inmunológica más débil al virus que las mujeres. Los hallazgos, publicados en la revista Nature, sugieren que los hombres, sobre todo los mayores de 60 años, podrían necesitar más de las vacunas para protegerse contra la infección.
“La infección natural está fallando claramente” para suscitar respuestas inmunológicas adecuadas en los hombres, dijo Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale que dirigió el trabajo. Los resultados son congruentes con lo que se sabe sobre las diferencias de sexo tras varios desafíos al sistema inmunológico. Las mujeres desarrollan respuestas inmunológicas más rápidas y fuertes, quizá porque sus cuerpos están preparados para combatir los patógenos que amenazan a los niños no nacidos o recién nacidos.
Pero con el tiempo, un sistema inmunológico en estado constante de alerta máxima puede ser perjudicial. Por ejemplo, la mayoría de las enfermedades autoinmunes —que se caracterizan por una respuesta inmunológica demasiado fuerte— son mucho más frecuentes en las mujeres que en los hombres. “Lo que vemos son las dos caras de la misma moneda”, dijo Marcus Altfeld, un inmunólogo del Instituto Heinrich Pette y del Centro Médico Universitario de Hamburg-Eppendorf en Alemania.
El equipo de Iwasaki analizó las respuestas inmunológicas de 17 hombres y 22 mujeres que fueron hospitalizados poco después de haber sido infectados por el coronavirus. Los investigadores recolectaron sangre, hisopos nasofaríngeos, saliva, orina y heces de los pacientes cada tres a siete días. El análisis excluyó a los pacientes con respiradores y a los que tomaban medicamentos que afectan al sistema inmunológico para asegurarse de que estaban “midiendo la respuesta inmunológica natural al virus”, dijo Iwasaki.
Los investigadores también analizaron los datos de otros 59 hombres y mujeres que no cumplían con estos criterios. Sobre todo, los científicos encontraron que el cuerpo de las mujeres producía más células T, que pueden matar a las células infectadas con virus y evitar que la infección se propague. Los hombres mostraron una activación mucho más débil de las células T, y ese rezago se vinculó con cuán enfermos se pusieron. Cuanto más adultos eran los hombres, más débiles eran las respuestas de las células T. “Cuando envejecen, pierden su capacidad de estimular las células T. Si prestas atención a los que de verdad fallaron en la producción de células T, fueron los que empeoraron con la enfermedad”, afirmó Iwasaki.
2-Género
El otro factor de heterogeneidad en la mortalidad debido a la covid-19 que se ha derivado de estos estudios es el género, donde existen significativas diferencias en función del sexo, teniendo los hombres un mayor riesgo en comparación con las mujeres.
Esto podría tener que ver con las hormonas sexuales, que parecen ser clave para adaptar la respuesta inmune del organismo. Pero también la presencia de otros factores de riesgo como diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares, que afectan más a los hombres.
Para el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) la mortalidad por COVID-19 en hombres más que en mujeres fue una tendencia clara desde el comienzo de la enfermedad. “De hecho, se empezó a estudiar por primera vez en China, donde un análisis realizado en febrero del 2019 encontró una tasa de mortalidad del 2,8% en los hombres en comparación con el 1,7% en las mujeres”.
Al principio, se sugirió que ser fumador podía ser una explicación probable. En China, casi el 50% de los hombres -pero solo alrededor del 2% de las mujeres- fuman, por lo que se supuso que las diferencias subyacentes en la salud pulmonar contribuían a que los hombres sufran peores síntomas y resultados.
La hipótesis del tabaquismo fue respaldada por un artículo, publicado en febrero que encontró que los fumadores constituían aproximadamente el 12% de aquellos con síntomas menos graves, pero el 26% de los que terminaron en cuidados intensivos o murieron.
Sin embargo, una nueva investigación publicada en la revista Science reveló que el sesgo masculino en la mortalidad por COVID-19 se observa en casi todos los países con datos disponibles desglosados por sexo, y el riesgo de muerte en los hombres es 1,7 veces mayor que en las mujeres.
En este sentido, las diferencias más allá de los órganos sexuales están presentes en todas las especies y se extienden a los sistemas fisiológicos, incluido el sistema inmunológico. La infección por diferentes patógenos da como resultado respuestas inmunes diferenciales y resultados de la enfermedad por sexo, y aunque el patrón depende de la edad y otros factores del hospedador, el sexo masculino se asocia más a menudo con respuestas inmunitarias más bajas y mayor susceptibilidad o vulnerabilidad a infecciones en animales.
¿Cómo sucede? La respuesta fisiológica a la infección por virus se inicia cuando los receptores de reconocimiento de patrones detectan la replicación del virus. Esto conduce a dos programas antivirales por parte de las células infectadas: programas de defensa antiviral celular mediados por interferones tipo I y tipo III para limitar la replicación y propagación viral, y la producción de citocinas y quimiocinas para reclutar y coordinar células inmunes.
“Los adultos mayores varones tienen mayor probabilidad de contagiarse, atravesar complicaciones durante la enfermedad y fallecer. Las complicaciones se producen dependiendo el grado de inflamación. Cuantas más citoquinas hay, es decir, esa temida tormenta de citoquinas, mayor destrucción en el organismo. Hasta ahora no se conocía bien si solamente era un factor social, ya sea por el tipo de actividad o la exposición de varones al virus, pero esta investigación aclara algo que es importante: la teoría relacionada con el género”, enfatizó Debbag.
3-La edad
En agosto del año pasado se publicó en la revista The Lancet un estudio sobre el efecto del COVID-19 tanto por género como por edades en diferentes países como Inglaterra, Gales, Francia, Alemania, Países Bajos, Portugal, Corea y España.
La investigación analizó la proporción de sexos a lo largo del ciclo de vida para ver si el diferencial de sexo de mortalidad de COVID-19 era el mismo en todas las edades. Analizamos los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de las agencias nacionales de estadística en Inglaterra y Gales, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, Corea y España, cubriendo una población estimada de 194 349 591 hombres y 201 715 364 mujeres desde el comienzo de la pandemia hasta el 21 de junio de 2020. En total, 77 652 hombres y 59 591 mujeres murieron. La tasa general de mortalidad entre hombres y mujeres por sexo por 100 000 habitantes fue 1.4.
Esta proporción no fue igual en todas las edades. Por ejemplo, para las personas de 0 a 9 años, la proporción era 0.81. Fue de 1.9 en el grupo de edad de 40 a 49 años, de 2.3 en el de 50 a 59 años, de 2.6 en el de 60 a 69 años y de 1.65 en personas mayores de 80 años. Hubo alguna variación entre países, aunque en general el patrón fue similar, y los números se volvieron demasiado pequeños para una interpretación clara.
“Estos datos alteran nuestra comprensión de las diferencias entre hombres y mujeres; la relación no es sencilla y ahora se deben hacer esfuerzos para comprender el riesgo en función de la interacción del sexo y la edad, junto con otros factores. Las hipótesis basadas en factores de riesgo que se sabe que cambian con el sexo y la edad parecen ser las explicaciones más probables de las diferencias observadas. Estos incluyen diferencias en la ocupación, el estilo de vida (incluido el tabaquismo y el consumo de alcohol), comorbilidades médicas o uso de medicamentos. Estas explicaciones reflejan factores sociales y culturales relacionados con el género más que con la biología del sexo. Las explicaciones genéticas deberán considerar la interacción de la edad, el sexo y los factores de riesgo mencionados anteriormente a lo largo del curso de la vida, incluida la expresión génica y la epigenética”, concluyeron los científicos Sunil Bhopal y Raj Bhopal, autores de la investigación.
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