El mundo se encuentra en este momento en una situación muy particular respecto a la pandemia por COVID-19 que lo azota desde hace más de un año. Por un lado, un puñado de menos de 20 naciones tiene libre disponibilidad de vacunas contra el virus SARS-CoV-2, mientras que casi el 90% de los países (incluida Argentina) tiene problemas serios para hacerse de la única herramienta eficaz para combatir al virus.
Pero hay una preocupación que abarca a todos y es la aparición de nuevas cepas del coronavirus, que ya se comprobaron científicamente que son más contagiosas y mortales. Y algunos afirman que tendrían el potencial de generar menos efectividad en las personas ya vacunadas.
Principalmente se trata de las tres variantes más conocidas: la sudafricana, conocida por los científicos como 20I/501Y.V2 o B.1.351; la británica o de Kent, oficialmente 20I/501Y.V1 o B.1.1.7; y la brasileña de Manaos, denominada P.1. También está circulando la variante de Río de Janeiro o P2. En Argentina, hasta ahora se detectaron las variantes de Manaos, Reino Unido y Río de Janeiro, mientras que la de Sudáfrica aún no.
En medio de este desconcierto general, la Organización Mundial de la Salud y los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos) han establecido nuevos criterios para clasificar las variantes del coronavirus y por ende, mejorar la calidad del tratamiento que se ofrece a los pacientes afectados.
Los criterios enumerados por las entidades médicas utilizados tienen por objeto aclarar cuánto se sabe sobre los cambios recientes de los virus circulantes. De igual forma, éstos sirven para evaluar los niveles de transmisión y el riesgo que representan para la población. Para la implementación de los nuevos criterios, desde los CDC se conoció que estaban ampliando las variantes de SARS-CoV-2 de interés para la ciencia pero que exigirían pruebas más sólidas antes de nombrar variantes adicionales.
“Los CDC están alineados con el enfoque de la OMS en el sentido de que el umbral para designar una variante de interés debe ser relativamente bajo para poder vigilar variantes potencialmente importantes; sin embargo, el umbral para designar una variante preocupante debe ser alto para centrar los recursos en las variantes con mayores implicaciones para la salud pública”, expresó un portavoz de la entidad a medios de comunicación en EEUU.
Las nuevas designaciones son: variante de interés, variante de preocupación y variante de gran consecuencia.
· Variante de interés: ha causado infecciones en pequeños grupos en Estados Unidos o en otros países o parece estar asociada a un aumento de los casos. También presenta cambios genéticos que sugieren que podría ser más contagiosa o que podría ayudarla a escapar de la inmunidad conferida por la infección natural o la vacunación. Es posible que las terapias y las pruebas no funcionen tan bien contra ella.
· Variante preocupante: es responsable del desarrollo de enfermedad grave o es mucho más contagiosa. Estas mutaciones pueden reducir la eficacia de las terapias y vacunas anticovid que están en el mercado. Las personas que han tenido previamente covid-19 pueden volver a infectarse con la nueva cepa. Los CDC están siguiendo a cinco de estas variantes.
· Variante de grandes consecuencias: provoca una enfermedad más grave y un mayor número de hospitalizaciones. También se ha demostrado que derrota las contramedidas médicas, como las vacunas, los medicamentos antivirales y los anticuerpos monoclonales. Hasta ahora, ninguna de las variantes cumple esta definición.
Además de las nuevas designaciones de los CDC y la OMS, Public Health England, el organismo homólogo de los CDC en el Reino Unido, utiliza una clasificación adicional para las “variantes en investigación”, que son objeto de estudios en curso.
Anteriormente CDC clasificaba las variantes, pero eso está a punto de cambiar. En el futuro tomará las decisiones finales sobre a qué variantes es importante prestar atención en consulta con el nuevo Grupo Interagencial sobre variantes del SARS-CoV-2, que incluye expertos de National Institutes of Health, Food and Drug Administration, Department of Defense, Biomedical Advanced Research and Development Authority y Department of Agriculture.
“El grupo de trabajo se necesita con urgencia”, indicó el doctor Michael Diamond, Ph. D., director asociado del Center for Human Immunology and Immunotherapy Programs en la Washington University School of Medicine de St. Louis en Estados Unidos.
Según el experto, las nuevas categorías ayudarán a aclarar lo que se conoce sobre los virus en circulación, así como a explicar el riesgo.
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