Casi todas las personas que se encuentran haciendo un tratamiento para adelgazar cometen errores. Tanto quienes apenas comienzan su camino como los que ya alcanzaron su peso ideal ideal pueden encontrarse frente a situaciones que los llevan a comer algo indebido.
Con frecuencia, lo que comienza siendo un simple recreo o desliz se transforma en un tropezón: un mal período. A su vez, si el tropezón se prolonga y se van cambiando actitudes hacia el tratamiento, se puede llegar a una recaída que, en su máxima expresión lleva al reengorde y al abandono del tratamiento.
Una secuencia posible en este proceso suele incluir al desliz, el lapso, el tropezón, la puerta giratoria, la caída, la recaída, y el reengorde.
Afortunadamente, no siempre es así. Todo depende de cómo se reaccione frente al desliz: algunos lo toman como experiencia y aprenden para no volver a caer, mientras que otros se cargan de culpa y sentimientos negativos, lo que disminuye su autoestima y los encamina hacia el camino peligroso.
¿Qué hacer? Uno de los modelos más interesantes entre los muchos que se han propuesto sobre la recaída y prevención es el concebido por el doctor Alan Marlatt, de la Universidad de Washington, Estados Unidos.
Aunque el término recaída es inapropiado, ya que nadie dice que la persona con diabetes que descuida su alimentación o no toma la medicación “recae” en su enfermedad, lo seguimos usando por ser de conocimiento público. A pesar del mensaje de derrota que puede transmitir la palabra, lo cierto es que en el proceso de aprender a mantener un peso saludable muchas personas atraviesan este período. Aquellas que consiguen aprovechar la experiencia a su favor adquieren estas herramientas para el fortalecimiento del autocuidado responsable del peso.
Algunas situaciones de riesgo ante la recaída incluyen a las emociones, las excusas, las tentaciones y la presión social. En cuanto a las emociones, tanto positivas como negativas, dependen del estilo de vida que uno tiene y de la forma en que se maneja el estrés. En muchos casos, pueden ser el primer detonante para comer algo fuera del programa de alimentación, porque la balanza no se mueve, después de una semana de cumplir con el plan al pie de la letra.
Las excusas también están presentes en esta problemática. “Voy a probar un poquito nada más”, suelen anticiparse algunas personas. En lo que respecta a las tentaciones, suceden en presencia de comida como en un kiosco, una vidriera, en una fiesta, o en su ausencia pensando insistentemente en un bocado por ejemplo.
El mal manejo de los conflictos tales como discusiones o peleas juegan un rol preponderante en este camino tortuoso, así como también la presión social, que puede ser directa, “total, ¿una vez qué te va a hacer?”, o indirecta al por ejemplo tener a alguien comiendo cosas engordantes a nuestro lado.
Los momentos de celebración y festejo sin planificación son también un problema. Una situación de riesgo a veces comienza como una decisión aparentemente inocente, por ejemplo al comprar galletitas “para los chicos”, o decidiendo no comer antes de ir a una fiesta creyendo que, de todos modos, uno podrá cuidarse.
Otras veces está directamente relacionada con un estilo de vida inadecuado, donde el mal manejo del tiempo libre, el desorden en los horarios, o las excesivas tensiones facilitan que la comida sea una manera fácil de gratificarse.
¿Cuál podría ser la solución? Ante el problema de aumentar la porción, no realizar las 6 ingestas diarias recomendadas o picar, la alternativa es planificar, pesar los alimentos y sacar foto de la porción. Si de disminuir la frecuencia de la actividad física se trata, una opción viable es variar el tipo de actividad y fraccionarla en períodos cortos. Si la persona se está pesando con menor frecuencia, no realiza la curva de peso ni registra comida y movimiento, se recomienda retomar este registro.
Si se dejó de mirar al espejo, evita las fotos o se dejó de comprar ropa, cabe preguntarse ¿la ropa le queda igual?, ¿qué prenda dejó de ponerse? y acceder a probar indumentaria.
Finalmente, en la autoconversación, si se piensa que “hoy como, mañana vuelvo a cuidarme”, o “este poquito qué me va a hacer”, es aconsejable detectar este tipo de pensamientos y reemplazarlos.
*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.
Realización: Thomas Khazki / Producción: Macarena Sánchez
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