A medida que avanzan las aprobaciones de las vacunas contra el COVID-19 en distintos países por parte de sus autoridades regulatorias médicas, y que los gobiernos generan contratos de compras masivas a los laboratorios desarrolladores, comenzó una carrera por obtener las dosis, generando incertidumbre ante la escasez y disponibilidad de las vacunas que ya se evidencia.
A la par, las investigaciones médicas no cesan y algunas brindan buenas noticias ante el problema de escasez de las dosis. Dos estudios científicos demostraron que las personas que ya se han infectado por coronavirus necesitarían una sola dosis de vacuna de ARN mensajero para alcanzar la inmunidad, ya que previamente registran niveles de anticuerpos –las proteínas inmunes capaces de neutralizar al virus– que son superiores a los de la gente que nunca se contagió, pero recibió las dos dosis recomendadas. Ambos trabajos son preliminares y fueron realizados en Estados Unidos.
“La escasez de vacunas contra la enfermedad del coronavirus 2019 ha llevado a algunos expertos y países a considerar regímenes de dosificación no probados, por lo que nuestro objetivo fue estudiar las respuestas de anticuerpos a una sola dosis de Pfizer-BioNTech o Moderna en trabajadores de la salud con infección por COVID-19 confirmada por laboratorio y comparadas a ellos con las respuestas de anticuerpos de los trabajadores de la salud que eran IgG negativos a la proteína de pico del SARS-CoV-2”, explicaron los científicos Saman Saadat y James Logue, que encabezaron la investigación publicada en Medrxiv.
“El personal sanitario con infección por COVID-19 mostró títulos de anticuerpos de unión y funcionales más altos estadísticamente significativos en comparación con los trabajadores sanitarios sin infección previa por COVID-19 (p <0,0001 para cada uno de los puntos de tiempo evaluados). En tiempos de escasez de vacunas, y hasta que se identifiquen correlatos de protección, nuestros hallazgos sugieren preliminarmente la siguiente estrategia como más basada en la evidencia: a) una dosis única de vacuna para pacientes que ya han tenido COVID-19 confirmado por laboratorio; y b) los pacientes que han tenido COVID-19 confirmado por laboratorio pueden colocarse más abajo en la lista de prioridades de vacunación”, aseguraron los expertos.
Los científicos explican que para quienes ya se contagiaron de COVID-19, la primera dosis de vacuna actúa en realidad como una segunda dosis de recuerdo para su sistema inmune ya entrenado contra el coronavirus. Por ello, insisten en que a la luz de estos datos habría que modificar los protocolos de vacunación de forma que la gente que ya se haya contagiado sea vacunada al final y reciban una sola dosis. “Con ello se podría disponer de muchas dosis en un contexto de escasez generalizada de vacunas”, admiten.
En el segundo trabajo publicado dirigido por el virólogo Florian Kramer, de la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí en Nueva York, se estudió a 109 personas con y sin infección previa confirmada. Tras una primera dosis, los que ya se contagiaron generaron entre 10 y 20 veces más anticuerpos neutralizantes del coronavirus. Ambos trabajos han llegado a una segunda conclusión: los efectos secundarios de la vacuna son más intensos y frecuentes en la gente que ya se contagió. En cualquier caso estas reacciones son leves y no requieren tratamiento médico: fiebre, dolor en el brazo, malestar, etc.
“En este estudio científico, la respuesta de anticuerpos a la primera dosis de vacuna en individuos con inmunidad preexistente es igual o incluso superior a los títulos encontrados en individuos sin experiencia después de la segunda dosis. También mostramos que la reactogenicidad es significativamente mayor en individuos que han sido infectados con SARS-CoV-2 en el pasado. Por ello, recomendamos cambiar la política para dar a estas personas solo una dosis de vacuna, ya que no afectaría negativamente a sus títulos de anticuerpos, les evitaría dolores innecesarios y liberaría muchas dosis de vacunas necesarias con urgencia”, destacaron.
Y expusieron que las personas con inmunidad preexistente también experimentan una reactogenicidad más severa después de las primeras dosis en comparación con los individuos sin anticuerpos.
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