A un año de la aparición del nuevo coronavirus y la enfermedad COVID-19 que genera, la ciencia busca desentrañar los secretos de esta amenaza convertida en pandemia que ya causó más de 84 millones de infectados y 1,8 millones de muertos en todo el mundo.
Y una de las preguntas que más desvelan a los científicos es ¿cuánto dura la memoria inmune de aquellas personas que se infectaron? Ahora, un grupo de investigadores estadounidenses podrían ayudar a responder esta duda con un paper científico hoy publicado en el que afirman que “al menos ocho meses” podría durar la memoria inmune en los pacientes que han sufrido COVID-19.
“Comprender la memoria inmune al SARS-CoV-2 es fundamental para mejorar los diagnósticos y las vacunas, y para evaluar el probable curso futuro de la pandemia de COVID-19. Aquí analizamos múltiples compartimentos de la memoria inmune circulante para el SARS-CoV-2 en 254 muestras de 188 casos de COVID-19, incluidas 43 muestras 6 meses después de la infección”, afirmaron los científicos firmantes del estudio publicado en Science.
Los investigadores estudiaron las respuestas de anticuerpos y células inmunes en más de 180 hombres y mujeres que se recuperaron de la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2. Según los hallazgos, la memoria inmunitaria de estos pacientes al virus, en todas las células estudiadas, estuvo presente hasta 8 meses después de que aparecieron los síntomas.
Aunque la investigación, publicada por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés), no se refiere a la inmunidad propiamente tal, representa un avance en ese sentido. Los resultados indican “que la inmunidad duradera contra la enfermedad secundaria COVID-19 es una posibilidad en la mayoría de las personas”, afirman los autores.
El estudio
Los investigadores, encabezados por Jennifer Dan, de la Universidad de California, en San Diego, reclutaron a más de 180 hombres y mujeres de Estados Unidos que se habían recuperado de la enfermedad en los que la mayoría había tenido síntomas leves. Solo 7 por ciento fue hospitalizado. Los pacientes proporcionaron una muestra de sangre, entre seis días y ocho meses después de que presentaron los síntomas lo que permitió a los expertos rastrear anticuerpos, células B (que producen más anticuerpos) y dos tipos de células T (que matan a las infectadas).
“Los seres humanos producen anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2, células T CD4 y células T CD8 en respuesta a la infección por SARS-CoV-2. Los estudios de pacientes con COVID-19 agudos y convalecientes han observado que las respuestas de las células T están asociadas con una reducción de la enfermedad, lo que sugiere que las células T CD4 y CD8 específicas del SARS-CoV-2 pueden ser importantes para el control y la resolución de la infección primaria. La inmunidad innata ineficaz se ha asociado fuertemente con una falta de control de la infección y un alto riesgo de COVID-19 fatal, acompañado de inmunopatología celular innata. Los anticuerpos neutralizantes generalmente no se han correlacionado con la disminución de la gravedad de la enfermedad COVID-19, que también se observó para el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), causado por MERS-CoV. En cambio, los anticuerpos neutralizantes se asocian con una inmunidad protectora contra la infección secundaria con SARS-CoV-2 o SARS-CoV en primates no humanos”, resaltaron los investigadores.
Según los expertos, los anticuerpos, incluidos los componentes de la proteína del pico, solo exhibieron reducciones modestas de seis a ocho meses después del inicio de los síntomas. Las células T mostraron una ligera descomposición, mientras que las B aumentaron en algunos casos, dicen los autores.
“La memoria inmunitaria, ya sea por infección primaria o por inmunización, es la fuente de inmunidad protectora de una infección posterior. Por lo tanto, el desarrollo de la vacuna COVID-19 se basa en la memoria inmunológica. A pesar de un estudio intensivo, la cinética, la duración y la evolución de la memoria inmunitaria en los seres humanos a la infección o la inmunización no son en general predecibles en función de la fase efectora inicial, y las respuestas inmunitarias en momentos breves después de la resolución de la infección no son muy predictivas de la aparición prolongada del virus”, agregaron.
Si bien los autores advierten que comprender las complejidades de la memoria inmune al SARS-CoV-2 es clave para obtener información sobre la probabilidad de durabilidad de la inmunidad protectora contra la reinfección, “no se pueden sacar conclusiones directas en este estudio sobre la inmunidad protectora, pero sí se pueden hacer interpretaciones razonables”.
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