La mayor parte de la gente que tiene la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) se recupera completamente en unas semanas. Pero algunos — aun aquellos que han tenido una enfermedad leve — pueden seguir presentando síntomas después de su recuperación inicial. Estas personas a veces se autodescriben como “enfermos a largo plazo”, y la enfermedad se conoce como síndrome post- COVID-19 o “COVID-19 larga”.
Los adultos mayores y las personas con muchas afecciones graves son los que más probablemente presenten síntomas persistentes de la COVID-19, pero incluso las personas jóvenes y sanas pueden sentir malestar durante semanas a meses después de la infección. Uno de los nuevos efectos o síntomas reportados en las últimas semanas tiene que ver con nuestra salud bucal y se trata de la posible pérdida de dientes e inflamación de la encías a causa de haber padecido el nuevo coronavirus. Si bien aún no hay pruebas científicas precisas de que la infección pueda derivar en la pérdida de piezas dentales o problemas relacionados, cada vez hay más personas que aportan pruebas y mencionan que han perdido dientes, que tienen las encías más rojas y sensibles, que sus piezas se astillas o se vuelven grises.
Además, varios expertos dentistas sugieren que la inflamación causada por el coronavirus podría irritar las encías y a la larga debilitar los dientes. El doctor Michael Scherer, prostodoncista de Sonora, en California aseguró: “La enfermedad de las encías es muy sensible a las reacciones hiperinflamatorias, y los transportistas de COVID sin duda entran en esa categoría”. Sin embargo, otros sugieren que la pérdida de dientes puede ser una consecuencia del acceso limitado a los tratamientos odontológicos y al temor de las personas de contagiarse durante tantos meses de encierro o restricciones. Mientras tanto, también es posible que el impacto conocido del COVID prolongado’, que se ha encontrado que deja a las personas exhaustas o con dificultades para realizar las tareas diarias, pueda afectar la higiene bucal.
El profesor Damien Walmsley, asesor científico de la Asociación Dental Británica, dijo: “Long Covid es una afección debilitante y los síntomas continuos pueden incluir dificultad para respirar, dolor de pecho, confusión mental y ansiedad, entre otros. “Sabemos que las personas que antes estaban en forma y saludables pueden tener dificultades para realizar las tareas más básicas, como subir escaleras. También es probable que no estén tan atentos a su higiene bucal, lo que aumentaría su riesgo de desarrollar caries y enfermedades de las encías. Es más importante que nunca lavarse los dientes, dos veces al día con una pasta dental con flúor, antes de acostarse y en otra ocasión”, agregó.
A medida que se desarrolla la pandemia, aprendemos que muchos órganos, además de los pulmones, se ven afectados por el COVID-19 y hay muchas formas en que la infección puede afectar la salud de una persona. “Si bien la mayoría de las personas con COVID-19 transitan la enfermedad en forma asintomática o leve, luego recuperan su salud normal. Algunos pacientes pueden tener síntomas que pueden durar semanas o incluso meses después de recuperarse de una enfermedad aguda. Incluso las personas que no están hospitalizadas y que tienen una enfermedad leve pueden experimentar síntomas persistentes o tardíos”, afirman los expertos del Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Casos reales
Según publicó el diario The New York Times, a principios de este mes, la señora Farah Khemili se metió un caramelo de menta en la boca y notó una sensación extraña: un diente inferior que se movía contra su lengua. Khemili, de 43 años y proveniente de Voorheesville, Nueva York, nunca había perdido un diente permanente. Lo tocó para confirmar que estaba flojo y al principio pensó que el problema podría ser la menta. Al día siguiente, el diente salió volando de su boca y cayó en su mano. No hubo sangre ni dolor.
Khemili tuvo COVID-19 en el otoño y luego de semanas de superarlo se unió a un grupo de apoyo on line con otras personas que también transitaron la enfermedad y que habían sufrido una serie de síntomas que presentan muchos otros “portadores de larga duración”: niebla mental, dolor muscular y neuralgia. El mismo día que se le cayó el diente a Khemili, su pareja consultó Survivor Corp, una página de Facebook para personas que han sobrevivido el COVID-19. Allí descubrió que Diana Berrent, la fundadora de la página, informaba que su hijo de 12 años había perdido uno de sus dientes definitivos, meses después de presentar un caso leve de COVID-19. (A diferencia de Khemili, el hijo de Berrent tenía una dentadura normal y sana sin ninguna enfermedad subyacente, de acuerdo con su ortodoncista).
Otras personas en el grupo de Facebook han publicado información acerca de dientes que se caen sin sangrar. Una mujer perdió un diente mientras comía helado. A Eileen Luciano de Edison, Nueva Jersey, se le salió un molar superior a principios de noviembre mientras usaba el hilo dental. “Eso fue lo último que pensé que pasaría, que se me caerían los dientes”, dijo Luciano. No es común que se caigan los dientes sin sangrar, comentó Li, pero eso podría ser una pista de que hay un problema con los vasos sanguíneos de las encías.
Aún no hay pruebas precisas de que la infección pueda derivar en la pérdida de piezas dentales o problemas relacionados, pero entre los miembros de su grupo de apoyo, descubrió que otras personas también mencionaron haber perdido dientes, además de presentar sensibilidad en las encías y dientes que se astillan o se vuelven grises. “Es muy poco común que los dientes se salgan literalmente de sus cavidades”, afirmó David Okano, periodoncista de la Universidad de Utah en Salt Lake City.
No obstante, añadió, los problemas dentales existentes pueden empeorar como resultado del COVID-19, en especial cuando los pacientes se recuperan de las infecciones graves y se enfrentan a sus efectos a largo plazo. Algunos expertos aseguran que los médicos y dentistas deben estar abiertos a esas posibilidades, sobre todo porque más del 47 por ciento de los adultos de 30 años o más tienen alguna forma de enfermedad periodontal, incluyendo infecciones e inflamación de las encías y el hueso que rodea los dientes, según un informe de 2012 de los CDC.
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