Un trabajo liderado por los epidemiólogos españoles Oriol Mitjà y Bonaventura Clotet, que parte de la utilización de la hidroxicloroquina en personas sanas que hayan tenido un contacto estrecho con un caso positivo de COVID-19, evaluó su efectividad ante una posible infección. Finalizada la investigación y publicada en The New England Journal of Medicine, no registraron evidencias al momento de enfermarse entre los que ingirieron la medicación y los que no.
Sobre 2.300 personas convocadas, el estudio se realizó en dos grupos. Uno de ellos fue tratado con el antiviral, mientras que el otro no. Los resultados no fueron los esperados ya que los porcentajes de la cantidad de infectados no variaban entre quienes fueron medicados con el antipalúdico. En diálogo con Infobae, el virólogo y especialista en efermedades infecciosas Oriol Mitjà señala que por el momento, mientras continúan los proyectos para lograr la aprobación de la vacuna y su posterior alcance mundial, la prudencia y la distancia siguen siendo las medidas más eficaces.
—¿Qué es y para que se utiliza la hidroxicloroquina?
—La hidroxicloroquina es un fármaco que se utiliza para el tratamiento de la malaria y que a principios de la pandemia, en el mes de marzo, demostró que tenía actividad contra el coronavirus en el laboratorio. Por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS), priorizó los estudios en dos situaciones: para el tratamiento del paciente grave, hospitalizado, y la prevención de personas que hubieran estado expuestas a un caso con COVID-19. En relación a esto nosotros lideramos uno de los estudios promocionados por la Organización Mundial de la Salud.
—El estudio que usted llevó adelante junto a su colega demostró que no previene el contagio. ¿Cómo llegaron a esa conclusión?
—Sí, efectivamente. El trabajo consistió en un estudio randomizado por grupos. Escogimos prácticamente a 300 grupos de personas con más de 2.300 contactos que habían estado expuestos al virus y les ofrecimos el tratamiento con Hidroxicloroquina e hicimos un seguimiento durante 14 días. Y medimos cuántos de ellos desarrollaban la enfermedad. El resultado fue que la proporción era muy similar en el grupo que había recibido el tratamiento y en el grupo control que no lo había recibido. Aproximadamente el 6% de los pacientes tenían COVID-19 en los dos grupos.
—¿Tampoco ayuda a mejorar los síntomas de la enfermedad para quien la haya padecido?
—Sí. En la terapia post-exposición, en la que una persona ha estado expuesta al virus, le administras el tratamiento y hay dos situaciones. Aquella persona a la que le das el tratamiento y tiene una PCR positiva o tiene una negativa. En el momento que comenzó el tratamiento no se sabe si la persona que ha estado infectada pero que todavía es asintomática, o si la persona ni tan siquiera ha sido infectada o está en período latente. En el grupo de pacientes que ya tenía la infección y por lo tanto una PCR positiva, a pesar de que les diéramos Hidroxicloroquina, aproximadamente un 20% de los pacientes de los dos grupos desarrolló los síntomas.
—Actualmente, ¿qué considera que esté resultando para poder enfrentar esta pandemia?
—En estos grupos llevamos meses intentando buscar antivirales que pudieran tener actividad para prevenir el COVID-19 o evitar complicaciones. Y casi toda las moléculas han tenido malos resultados. Esto incluye la Hidroxicloroquina pero también otras moléculas con nombres variopintos como el Favipiravir. Actualmente, lo único que ha demostrado que puede funcionar son anticuerpos. Los hay de diferentes tipos, pueden ser naturales o sintéticos. El anticuerpo sintético más conocido es el monoclonal que se llama Regeneron y que demostró que inhibe la carga viral. Por lo tanto la recomendación hoy es que a un paciente diagnosticado con COVID-19 o presente algún factor de riesgo y desarrolle complicaciones, se le pueda administrar este tipo de anticuerpos. El inconveniente es que es un tratamiento caro y que no está disponible en muchos hospitales. Por el momento está bastante restringido.
—¿Cuál es su costo?
—El Regeneron cuesta unos 4.000 euros por dosis.
—¿Cuántas dosis se necesitan?
—En principio es una dosis de 8 gramos. Es decir, es una infusión endovenosa. Para aquel paciente que tiene factores de riesgo y una PCR positiva este medicamento ha demostrado que disminuye la carga viral y es de los pocos que hoy tienen algún potencial.
—¿Tiene alguna opinión formada respecto del tratamiento con plasma convaleciente en la primera fase de la enfermedad?
—Sí. Estamos iniciando un estudio clínico con plasma convaleciente en la primera fase de la enfermedad. Hay otros estudios que han demostrado que el plasma convaleciente no es eficaz para pacientes en fases tardías. El plasma convaleciente contiene anticuerpos símiles al Regeneron, pero estos anticuerpos son naturales y provienen de una donación altruista de sangre. El costo de este plasma es de unos 100 euros. Lo que estamos investigando es si los anticuerpos en el plasma convaleciente pueden ser igual de eficaces que este medicamento.
—¿Cuándo considera usted que habrá un nivel de inmunización importante a través de la vacuna en todo el mundo?
—Los compañeros matemáticos ya han hecho los cálculos, que según la tasa de transmisión de este virus es necesario que haya un 70% de personas inmunizadas con tal de crear los cortafuegos que impidan la transmisión de una persona a otra. Hasta el momento en que no haya coberturas vacunales de más de la mitad de la población, necesitaremos continuar manteniendo medidas de prudencia y distanciamiento para evitar los contagios.
Entrevista: Marco Diz
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