Una curiosa experiencia ha tenido lugar de la mano de las cinco sociedades que patrocinaron la conferencia IDWeek, situación que se recoge bajo el análisis del especialista Robert Finn en Medscape, una de las más prestigiosas publicaciones médicas del mundo. Los profesionales convocados dedicaron las primeras 24 horas de la reunión a la crisis de enfermedades infecciosas más urgente de los últimos 100 años: la pandemia de COVID-19. Lo llamaron “COVID-19: Persiguiendo el sol”.
El primer segmento dio comienzo de la mano del especialista Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EEUU y principal experto en enfermedades infecciosas del país, quien señaló que cinco de las seis empresas en las que invirtió EEUU en el desarrollo de una vacuna están llevando a cabo ensayos de Fase III. “Estamos seguros de que probablemente tendremos una respuesta a mediados de noviembre o a principios de diciembre sobre si tenemos una vacuna segura y eficaz”, afirmó. Mientras, se mostró cautelosamente optimista, aunque insistió en indicar que “tendremos una vacuna segura y eficaz para fin de año, que podremos comenzar a distribuir a medida que avanzamos en 2021”.
En tanto La enfermedad post-COVID amenaza con desbordar el sistema de salud en los Estados Unidos, incluso si solo el 1% de los 8 millones de personas que han sido infectadas tienen algún tipo de déficit a largo plazo, “lo que sería una estimación muy conservadora”, indicó John. O’Horo especialista de Mayo Clinic de Rochester, Minnesota. La disfunción neurológica será “algo bastante importante a tener en cuenta”, agregó. Preeti Malani, directora de salud en enfermedades infecciosas de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, aseveró que los aspectos emocionales de la enfermedad son “sorprendentes” y pueden ser el principal efecto a largo plazo para la mayoría de los pacientes.
Más que un virus
El relato de un caso presentado a los panelistas indica que una mujer de 42 años nacida en México se presentó a urgencias con fiebre, disnea, tos seca y dolor pleurítico durante más de una semana. Varios miembros de la familia también habían tenido una enfermedad respiratoria reciente. Ella es obesa, no toma medicamentos, no viaja, no fuma y vive en un hogar multigeneracional en el Distrito de la Misión de San Francisco. Su frecuencia cardíaca es de 116, la frecuencia respiratoria es de 36 y su saturación de oxígeno en el aire ambiente es del 77%. Fue ingresada en un hospital local y rápidamente es intubada y se le administra hidroxicloroquina (HCQ). Un día después es trasladada a un hospital para considerar la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO).
En este punto se interrogó a los panelistas sobre qué medidas habrían tomado sobre la paciente. La conclusión curiosa es que se obtuvieron tantos posibles procedimientos como profesionales presentes. Este punto habla a las claras de lo mucho que resta saber aún tanto del virus como de sus posibles protocolos de tratamiento. Las preocupaciones en torno a la transmisión requirió un análisis aparte. Mary-Margaret Fill, epidemióloga estatal adjunta en Tennessee, expresó su preocupación por la propagación en las prisiones. “A mediados de octubre -dijo-, se registraron más de 147.000 casos entre la población carcelaria de Estados Unidos y habían muerto 1246 personas, lo que determina el doble de la tasa de casos más alta para cualquier estado del país y más de 3 veces mayor que la tasa de casos nacional de aproximadamente 2500 casos por cada 100.000 personas”. También resaltó que los cálculos no son precisos por la disparidad en las que se hacen testeos en los diferentes estados.
De este lado del planeta
América Latina y el Caribe son en estos tiempos las regiones más afectadas. El infectólogo Gustavo Lopardo, de la Asociación Panamericana de Infectología, señaló que incluso antes de la pandemia, la región sufría de pobreza y desigualdad generalizadas. “Si bien el hacinamiento y la pobreza son factores determinantes en la propagación del virus -dijo-, la diabetes y la obesidad, ambas de alta prevalencia, están empeorando los resultados de COVID”.
Los países de la región han enfrentado ondas de transmisión asincrónicas dentro de sus fronteras implementando diferentes estrategias de contención, con disímiles resultados. En la agitación social y política impuesta por COVID-19, Clóvis Arns da Cunha, presidente de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas y profesor de la Universidad Federal de Paraná, señaló que “las noticias falsas se han convertido en un problema de salud pública en Brasil”
Once de los 15 países con la tasa de mortalidad más alta del mundo se encuentran en América Latina o el Caribe. Arns de Cunha señaló que “las pruebas son difíciles de conseguir y las pruebas de diagnóstico inadecuadas son un problema importante”. Los países latinoamericanos no han podido competir con los EE. UU. y Europa en la compra de kits de prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) de China y Corea del Sur. La prueba de PCR es la mejor herramienta de diagnóstico en la primera semana de síntomas, pero su ampliación ha demostrado ser un desafío en América Latina. Además, los marcadores serológicos más sensibles, CLIA y ECLIA, que funcionan mejor después de 2 semanas del inicio de los síntomas, no están ampliamente disponibles en América Latina, donde muchos pacientes no tienen acceso al sistema de salud pública.
En las antípodas científicas
Japón, en la otra punta del planeta, no sólo físicamente, sino en prácticas y resultados, expuso su derrotero de la mano de Takuya Yamagishi, jefe del Centro de Investigación de Resistencia a los Antimicrobianos del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Japón, entidad que desempeñó un papel fundamental en la investigación epidemiológica que tuvo lugar en el crucero Diamond Princess en febrero de este año. Ese brote de COVID-19 es el más grande en un crucero hasta la fecha, con 712 casos confirmados de COVID-19 y 13 muertes. La cuarentena en el barco provocó una respuesta masiva de salud pública con desafíos únicos. En esos primeros días, los investigadores descubrieron hechos importantes sobre la epidemiología de COVID-19, generando debates candentes sobre la estrategia de salud pública en ese momento. En particular, la mayoría de las personas infectadas asintomáticamente permanecieron de ese modo durante el curso de la infección, la transmisión de casos asintomáticos fue casi tan probable como la transmisión de casos sintomáticos, y el aislamiento de los pasajeros en sus cabinas impidió la que ocurrió entre cabinas pero no la dentro de la cabina.
Taiwán, por su parte fue uno de los primeros países en adoptar una respuesta rápida al COVID-19, poco después de que reconocieron un brote de neumonía de etiología desconocida en China y mucho antes de que la OMS declarara una emergencia de salud pública, dijo Ping-Ing Lee, MD, PhD. , del Hospital Infantil de la Universidad Nacional de Taiwán. El país comenzó los controles de salud a bordo en vuelos desde Wuhan el 31 de diciembre de 2019. Lee atribuyó el éxito de Taiwán en la prevención y control de COVID-19 al uso riguroso de mascarillas faciales y procedimientos de desinfección ambiental. Con respecto a la postura antibloqueo del país, dijo: “el bloqueo puede ser efectivo; sin embargo, está asociado con una tremenda pérdida económica”.
En su presentación sobre remdesivir versus corticosteroides, David Lye, afirmó: “Creo que remdesivir como antiviral parece funcionar bien administrado temprano, pero los esteroides deberán estudiarse más en términos de evidencia contradictoria en múltiples ECA bien diseñados como así como sus posibles efectos secundarios”. El profesional es director de la Oficina de Capacitación e Investigación de Enfermedades Infecciosas, Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas, Singapur.
Allen C. Cheng, MBBS, PhD, de la Universidad de Monash en Australia, señaló: “el control es posible. Parece que lo hemos controlado dos veces hasta ahora con una acción bastante draconiana, pero cada día importa”.
China como punta del ovillo, ya superó la primera ola, Gui-Qiang Wang, MD, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Primer Hospital de la Universidad de Pekín, enfatizó la importancia de una tomografía computarizada de tórax para el diagnóstico de COVID-19. “En la etapa inicial de la enfermedad, los pacientes pueden no mostrar ningún síntoma; sin embargo, en la tomografía se puede ver neumonía. Además, la intervención temprana de los grupos de alto riesgo y el monitoreo de los indicadores de advertencia para la progresión de la enfermedad es extremadamente importante -dijo-. Se espera que la terapia antiviral temprana detenga la progresión, pero aún necesita evaluación. El plasma de convalecencia es seguro y eficaz, pero su fuente es limitada; la terapia con esteroides debe explorar la población y el momento adecuados; y la timosina α es segura, y su efecto sobre los resultados necesita un ensayo clínico de muestra grande”.
En medio del desierto
El Mediterráneo oriental es geográfica, política, económica y religiosamente una región muy distinta y sensible, y “COVID-19 es un insulto adicional a esta ya frágil región del mundo”, dijo Zaid Haddadin, del Vanderbilt University Medical Center.
La atención médica deficiente y los servicios de salud pública pobres son consecuencia de gobiernos e infraestructura débiles y frágiles, resultado de la guerra y los conflictos regionales en muchos países. Millones de refugiados de guerra viven en campamentos con alta densidad de población e instalaciones compartidas, lo que dificulta enormemente el distanciamiento social y la mitigación de la comunidad. Además, la cultura incluye frecuentes grandes reuniones sociales. Millones de peregrinos visitan lugares sagrados en diferentes ciudades de estos países. Najwa Khuri-Bulos, profesora de pediatría y enfermedades infecciosas en la Universidad de Jordania, formó parte de un grupo de trabajo encabezado por el Ministerio de Salud del país. Entre ambos relataron que se implementó un bloqueo que ayudó a aplanar la curva, pero la relajación de las restricciones ha llevado a un aumento reciente de los casos. Ella indicó que “ningún país puede tener éxito en controlar la propagación sin la colaboración regional. Quizás es hora de adoptar el llamado a un CDC árabe”.
La que parecía indemne
África tiene tres pilares de prevención clave como base para su estrategia COVID-19: “la transmisión, las muertes y los daños sociales”, según Raji Tajudeen, jefe de la División de Investigación e Institutos de Salud Pública de la agencia. África, con 1,5 millones de casos de COVID-19, representa el 5% de los casos mundiales. Con una tasa de recuperación del 83% y de letalidad del 2,4%, al continente africano le ha ido mucho mejor que al resto del mundo. “Se han realizado mejoras significativas, pero todavía no estamos fuera de peligro”, advirtió.
Richard Lessells, de la Universidad de KwaZulu-Natal, coincidió: “desafortunadamente, Sudáfrica no se ha librado de los peores efectos de esta pandemia a pesar de lo que se pueda leer en informes científicos o en los medios. Más del 50% de los casos y hasta dos tercios de las muertes en la región africana provienen de Sudáfrica”. Un desafío mayor para ese país ha sido el mantenimiento de los servicios de salud esenciales durante la pandemia de COVID-19, especialmente porque también se encuentra en el centro de la pandemia del VIH. En el lado positivo, el VIH en sí no se ha convertido en un factor de riesgo de infección por COVID-19.
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