De un modo cuasi monótono, a diario aparecen decenas de titulares que analizan el estadio de progreso de las más cien potenciales vacunas que otros tantos grupos de investigadores intentan llevar a buen puerto. Como el gran altar de la esperanza frente a la pandemia por COVID-19, es allí a donde se dirigen las plegarias cotidianas. Sin embargo, frente a ello, en uno de los medios especializados de mayor prestigio médico, Medscape, publicaron recientemente un análisis de dos profesionales que abren el interrogante de si no sería más factible y real la posibilidad enfocarse en tratamientos potenciales como estrategia más efectivas para volver a la normalidad.
El desarrollo de medicamentos podría ayudar a las personas a vivir más tiempo y retardar la propagación del virus. También podrían utilizarse como tratamiento profiláctico. Hoy, las personas que tienen COVID-19 grave son tratadas en el hospital con medicamentos como remdesivir y dexametasona, entre otras combinatorias muy particulares en diferentes casos tal como lo han hecho saber los cientos de documentos médicos publicados en este último semestre. Sin embargo, no existe un tratamiento sólido e indiscutible para las personas que muestran signos tempranos o síntomas leves. De hecho, el desarrollo de medicamentos para tratar a este rango de personas es fundamental y puede ser más importante que desarrollar una vacuna, que probablemente no protegerá a todos ni durará a largo plazo en un individuo.
En otro orden, la fabricación de anticuerpos monoclonales que se tengan en la mira específicamente al SARS-CoV-2 es costosa y complicada. Entre tanto, unas 20 empresas están trabajando en la creación de estos medicamentos y podríamos esperar un tratamiento eficaz para finales de 2020. En Estados Unidos se creó un programa llamado Operation Warp Speed. Se trata de una asociación público-privada que denominaron ACTIV para trabajar en vacunas y tratamientos contra el coronavirus, básicamente como una forma de hacer llegar al público de manera eficiente y muy rápida algunas buenas terapéuticas.
Davey Smith, jefe de División de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de California San Diego se declara fan de los tratamientos. “Si pudiéramos conseguir una vacuna -dice-, sería absolutamente genial, pero también necesitamos terapias. Por nuestra experiencia con el VIH, sabemos que las terapias realmente pueden ayudar a las personas a vivir más tiempo, pero también pueden usarse para controlar una epidemia. Ambos disminuyen la posibilidad de que alguien se enferme y reducen la posibilidad de que alguien la transmita. Estos tratamientos también podrían utilizarse como profilaxis. Realmente serían muy buenas herramientas en nuestra caja de recursos para detener la pandemia”.
Tratar es prevenir y curar
En este momento, cuando alguien se enferma gravemente en el hospital, los profesionales se encuentran con algunas terapias que parecen tener una buena señal de funcionamiento, como el remdesivir o la dexametasona. También ha comenzado a emerger un nuevo medicamento llamado baricitinib. Aún así, con buenos resultados comprobados en todos ellos, ninguno es infalible y aún otras terapias se adoptan en el intento de hacer frente a un virus del que se sabe aún demasiado poco.
Sin embargo, un tema es relevante para Smith: “no tenemos un solo tratamiento para pacientes ambulatorios, para los asintomáticos o aquellos que inician un proceso con liviandad para, más tarde, agravarse. Tienen COVID temprano y algunos progresarán y necesitarán el hospital, pero todavía no tenemos un tratamiento para esas personas. Esa es una de las razones por las que ACTIV-2 está probando esos medicamentos”. En esta etapa se trabaja en la búsqueda de medicamentos que se fabricaron específicamente para atacar el SARS-CoV-2. Los primeros que se van a utilizar se denominan “anticuerpos monoclonales”. Son anticuerpos humanizados que están dirigidos específicamente al SARS-CoV-2 y no son medicinas reutilizadas.
Los anticuerpos monoclonales se fabrican a partir de personas que contrajeron el virus, y algunas de ellas produjeron anticuerpos realmente potentes. “Pudimos seleccionar y hacer crecer esos anticuerpos para convertirlos en medicamentos -dice el especialista-. Ese proceso es complicado y puede resultar muy costoso de realizar”. Aproximadamente 20 entidades han fabricado estos anticuerpos monoclonales dirigidos específicamente al SARS-CoV-2. Se ha avanzado mucho para descubrir cómo producirlos de forma segura. Hay optimismo creciente en alcanzar una o más versiones de ellos que podrán estar listos en breve. Smith arriesga que podría tratarse de diciembre el mes quiebre de este proceso. “Mi mejor apuesta -dice- es que para fin de año tendremos un anticuerpo monoclonal nuevo bastante bueno que mantendrá a la gente fuera del hospital”.
Frente a esta gran oportunidad, se abre otra pregunta, y es si será posible producir todos los anticuerpos monoclonales necesarios. Aún es incierta la capacidad de la que podría disponer cada una de las empresas involucradas en esta acción. “Hablamos mucho de las vacunas en términos de que todo el mundo necesita vacunarse contra la gripe y están los antivirales contra el sarampión, y así sucesivamente -completa el especialista-. Creemos que tener una buena vacuna nos sacará de la pandemia. Soy menos optimista en ese punto”.
La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ha dicho que aprobarán una vacuna contra el coronavirus que asegure un rango de inmunidad del 50%. En ese escenario, quien se vacune y luego se exponga, aún tendrá un 50% de posibilidades de enfermarse. Por ello es necesario tener una terapia que evite enfermar más y tal vez morir, incluso si existe una vacuna con el 50% de eficacia. “Soy médico infectólogo -declara Smith- y veo a muchas personas con infecciones por coronavirus que se enferman con seriedad. Quiero poder ayudarlos. Pero por el momento, realmente no tengo nada que ofrecerles antes de que ingresen al hospital”.
Otro temor que se ha comenzado a expresar, incluso desde fuentes como la OMS, es que si las personas no confían en la seguridad de la o las vacunas que se aprueben, la posibilidad de la inmunidad colectiva se ve más lejana. “En el utópico caso de contar con una vacuna que solo funciona la mitad del tiempo, y solo la mitad de las personas la toman, nunca tendrá suficiente inmunidad dentro de una población para deshacerse de la propagación de la epidemia”, explica Smith. Por ello se necesita un tratamiento que pueda mantener a las personas fuera del hospital. Se necesitan ambas solucione.
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