En esta pandemia por COVID-19, algunas personas con una mayor disponibilidad de tiempo aprendieron a realizar comidas caseras y comer más sano con mayor cantidad de frutas y verduras, mientras que otras no saben o no quieren cocinar y consumen alimentos menos saludables. Los factores emocionales como la ansiedad, el miedo, los problemas personales, los laborales, entre otros, también juegan un rol importante, ya que en algunos se pueden manifestar con cierta desinhibición por la comida tendiendo a comer alimentos procesados y, por ende, menos saludables.
Lo cierto es que esta crisis histórica que estamos viviendo jerarquiza la nutrición y el entendimiento de por qué algunos alimentos son buenos para nuestro cuerpo y nuestro ADN, mientras que otros ejercen un efecto negativo en nuestra salud e inclusive afectan el proceso de envejecimiento.
El contexto actual, sumado al sedentarismo que supone este confinamiento, provoca que en muchas ocasiones, de acuerdo a expertos, las personas decidan comer emocionalmente muchos alimentos con poca nutrición, lo que puede debilitar el sistema inmune y empeorar el estado de ánimo en un momento en el que proteger el cuerpo y mantener una actitud positiva es particularmente importante.
En este contexto, un reciente estudio científico realizado por la Universidad de Navarra, España y publicado hace unas semanas en la revista Am J Clin Nutr demostró que los alimentos ultraprocesados acortan la longitud de los telómeros, un biomarcador de la edad. Este grupo de alimentos son los que contienen poco alimento y una gran cantidad de aditivos químicos que incluyen saborizantes, emulsionantes, conservantes y colorantes. A su vez, combinan grasa y azúcar o edulcorantes que en conjunto estimulan el “centro del placer” en el cerebro a través del gen DRD2, lo que genera que no se consuma una sola porción sino el paquete entero. En general, son alimentos con calorías vacías, es decir, sin un aporte nutricional.
Este grupo de investigadores analizó los hábitos alimentarios de casi 900 personas de 57 a 91 años de edad mediante un extenso cuestionario. También estudió su ADN a través de una simple muestra de saliva que se obtuvo mediante la técnica de PCR. Los resultados arrojaron que las personas que consumen más de 3 porciones de alimentos ultraprocesados por día tienen un mayor riesgo de tener los telómeros más cortos. Este grupo con alto nivel de consumo de tuvo casi el doble de probabilidades de tener telómeros cortos en comparación con los que tuvieron un menor consumo.
El estudio genético de los telómeros, la parte distal de los cromosomas y su implicancia en la salud fue el Premio Nobel de Medicina en 2009 para Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak. Los telómeros permiten determinar la diferencia entre la edad cronológica (fecha de nacimiento) y la edad biológica. En algunas personas, la edad biológica es menor a la edad cronológica, lo que es un buen parámetro de un estado saludable. Mientras que en otras personas, la edad biológica puede ser mayor a la edad cronológica, y esta diferencia se puede trabajar con la implementación de una mejor alimentación, hábitos saludables y suplementos.
“En los últimos días, empecé a trabajar como parte de mi práctica en ‘medicina de precisión’ en este nuevo concepto de la edad cronológica vs. edad biológica, un tema muy relevante que demuestra que la calidad de alimentación sumada a otros hábitos saludables tiene un impacto directo en nuestro ADN y como consecuencia, un efecto en una mejor expectativa de vida”, explicó a Infobae Jorge Dotto, patólogo por la Universidad de Yale y especialista en patología molecular y genética de la Universidad de Harvard.
A su vez, desde hace unos meses en sus redes sociales, el especialista analizó las etiquetas de alimentos y bebidas que se venden en los supermercados para enseñar cómo leer los paquetes, poniendo foco en los ingredientes: “El primer ingrediente es el más importante, y el motivo por el cual compraste ese producto. En este momento, en el que abundan los productos ultraprocesados, concluimos que a menor menor cantidad de ingredientes, más saludable es el alimento. Los alimentos menos procesados son los que el organismo asimila, permiten un metabolismo más eficiente, y por ende, un mejor aprovechamiento de los nutrientes como energía celular. Como consecuencia, tendremos un menor riesgo de que se deposite como grasa en el tejido adiposo generando sobrepeso u obesidad y sus múltiples complicaciones como diabetes, hipertensión arterial y enfermedad cardiovascular”.
Este mismo grupo de investigadores publicó en 2019 en la revista BMJ un trabajo científico concluyendo que “un mayor consumo de alimentos ultraprocesados se asoció de forma independiente con un 62% de riesgo relativamente mayor de mortalidad por todas las causas. Por cada porción adicional de alimentos ultraprocesados, la mortalidad por todas las causas aumentó en un 18%.”
Además de causar sentimientos de culpa, está demostrado que comer alimentos altamente procesados y bebidas con mucha azúcar puede causar inflamación corporal que aumenta la fatiga, la ansiedad y la depresión.
“Es importante incorporar estos descubrimientos científicos en una práctica cotidiana. Es fundamental aprender a leer las etiquetas de las bebidas y de los alimentos ultraprocesados. Y, con ese análisis, cada uno podrá tomar una decisión informada de lo que va a consumir, con el objetivo máximo de darle la mejor calidad de combustible a nuestro cuerpo humano”, concluyó Dotto.
SEGUÍ LEYENDO