Existe una preocupación generalizada de que la pandemia de coronavirus pueda dañar la salud mental de la población, principalmente debido a la ansiedad por la enfermedad y sus consecuencias sociales. Pero la vigilancia tradicional de la salud mental de la población (por ejemplo, encuestas telefónicas, registros médicos, etc.) requiere mucho tiempo, es costosa y puede dejar de lado a las personas que no participan o no buscan atención.
Para evaluar la asociación de COVID-19 con la ansiedad sobre una base poblacional, un estudio llevado a cabo por un grupo de profesionales de la División de Enfermedades Infecciosas y Salud Pública Global del Departamento de Medicina de la Universidad de California, Estados Unidos, se concentró en las búsquedas en Internet indicativas de ansiedad aguda durante las primeras etapas de la pandemia de COVID-19.
La investigación detectó que los términos que resumen ansiedad aguda aumentaron al principio de la pandemia, pero desde entonces han vuelto a los niveles típicos, tal vez porque, según indican, “las personas se han vuelto más resistentes a las consecuencias sociales del COVID-19 o porque ya habían recibido cualquier beneficio que pudieran obtener”.
“En términos prácticos, durante los primeros 58 días de la pandemia de coronavirus hubo un total estimado de 3,4 millones de búsquedas relacionadas con ansiedad aguda severa en Estados Unidos”, declaró Benjamin Althouse, uno de los autores del presente estudio. Los investigadores monitorearon qué tanto se buscaron frases como: “ataque de pánico”, “ataque de ansiedad”, “¿estoy teniendo un ataque de pánico” y “síntomas de un ataque de ansiedad”.
En Estados Unidos, el día de más búsquedas fue el 28 de marzo, una jornada después de que se extendieran las medidas de distanciamiento social en el país. En este día, las búsquedas fueron 52% mayores de lo registrado en años anteriores.
Miedo al miedo
La búsqueda, en general, se desencadena por la necesidad de identificar los síntomas que se perciben con una dolencia precisa que los acoja. Así explicño la especialista Carolina Pérez, psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes de Chile: “Muchas personas experimentan síntomas físicos como dolor abdominal, opresión en el pecho, dificultad para respirar o ganas de llorar, tristeza, poco ánimo en momentos de dificultad, y entienden que esos síntomas corresponden a la ansiedad”.
Aunque la ansiedad aguda ha recibido una atención retórica sustancial durante la pandemia de COVID-19, hasta donde sabemos, no ha sido objeto de investigación científica hasta ahora. Aunque este estudio no puede confirmar que ninguna búsqueda estuviera relacionada con un evento de ansiedad aguda o un ataque de pánico específico, proporciona evidencia de los efectos psicológicos colaterales derivados de COVID-19 y motiva varias recomendaciones basadas en datos.
Primero, la vigilancia debe continuar ya que los cambios durante la pandemia pueden provocar nuevos aumentos en la ansiedad aguda que requieran una respuesta. “Las búsquedas de ansiedad y ataques de pánico fueron las más altas en más de 16 años de datos históricos de búsqueda”, añadió Althouse.
En segundo lugar, a la luz de la pandemia, los proveedores de recursos deberían abordar mejor la ansiedad aguda. En tercer lugar, se debe hacer más para vincular a quienes necesitan ayuda con la prestación. Una consulta de Google de “ataque de pánico” no devuelve ningún vínculo a las líneas de ayuda, a pesar de que Google ha sido pionero en el enfoque “OneBox” para las consultas de salud mental, destacando los resultados que salvan vidas en la parte superior de los resultados de búsqueda de un usuario (incluidas las líneas directas de suicidio y adicciones). en lugar de esperar que los buscadores encuentren información procesable solo por casualidad. Google OneBox debería ampliarse para promover recursos para la ansiedad aguda.
En medio de la pandemia se registra un cocktail de situaciones que pueden ocasionar percepción de algún grado de ansiedad. Esto sucede, según palabras de Guila Sosman, psicóloga de la Universidad Diego Portales, “porque la ansiedad se asocia a la anticipación de peligros en el futuro, y en este momento existen muchas situaciones amenazantes, como es el temor a la enfermedad, a la muerte, preocupación por contagiarnos o que personas cercanas se contagien”.
Tal como declarara a Infobae el neurocientífico argentino Facundo Manes, el saldo más negativo que está dejando el coronavirus a la humanidad “es una pandemia de enfermedad mental” que, advirtió, “ya perjudica a un importante número de jóvenes que están padeciendo trastornos de ansiedad o depresión”.
La toma de decisiones urgente durante una pandemia subraya la importancia de fomentar un enfoque empírico ágil que pueda monitorear continuamente las amenazas a la salud, incluida la capacidad de estudiar un resultado sin una recopilación de datos anticipada a priori. Las búsquedas en Internet pueden mejorar las estrategias para descubrir y posteriormente abordar las consecuencias colaterales para la salud mental del COVID-19. “Debemos comunicar con menos miedo y empoderar a la población porque vamos a convivir con el virus por largos meses y no vamos a poder estar en una cuarentena eterna”, enfatizó Manes.
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