Mientras hay más de 200 desarrollos de vacunas para generar inmunidad frente al nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19, cientos de estudios médicos también se dedican a buscar un tratamiento eficaz para contrarrestar los efectos que produce en el cuerpo cuando ataca en forma grave.
Y desde que comenzó la pandemia, una de las principales vías de investigación para desarrollar tratamientos efectivos contra este coronavirus es trabajar sobre medicamentos ya conocidos, mediante la reutilización de fármacos que fueron diseñados y probados con eficacia contra otras enfermedades.
Esta semana se conoció un nuevo estudio realizado por investigadores de EEUU y Hong Kong y publicado en la revista Nature que señala la existencia de 13 compuestos en etapa clínica o probadas por la FDA que podrían ser potenciales bloqueadores virales de COVID-19.
El estudio, efectuado en un total de 12.000 compuestos ha obtenido 100 “buenos candidatos” con potencial para bloquear la replicación viral del SARS-CoV-2. Y de estos 100, son 13 los que parecen “especialmente prometedores”.
“Es probable que el desarrollo de una vacuna requiera al menos entre 12 y 18 meses y el plazo típico para la aprobación de un nuevo tratamiento antiviral puede superar los 10 años, pero la reutilización de medicamentos ya conocidos podría acelerar significativamente el despliegue de nuevas terapias”, destacan en la publicación los expertos, que recuerdan que el plazo que suele precisarse para la aprobación de un nuevo tratamiento antiviral supera los 10 años y, por ello, puede ser beneficioso reutilizar medicamentos ya conocidos. Así, estas 13 formulaciones podrían “acelerar significativamente el despliegue de nuevas terapias” y han servido para que los expertos perfilen lo que ellos mismos han llamado una “biblioteca de medicamentos conocidos”.
El estudio científico resalta por ejemplo algunos de los candidatos prometedores, como un compuesto originalmente diseñado para luchar contra el VIH (el R 82913), un miembro de la familia de medicamentos para tratar la diabetes (DS-6930), uno para la osteoporosis (ONO 5334), un tratamiento contra el ébola (MDL 28170) y un fármaco llamado apilimod, desarrollado para tratar desórdenes autoinmunes, como la enfermedad de Crohn. Tres de ellos -ONO 5334, apilimod y MDL 28170- fueron puestos a prueba en cultivos celulares para evaluar su capacidad de frenar el avance del SARS-CoV-2 en tejido pulmonar. Los autores afirman que los tres reducen el número de células infectadas, en un 72%, 65% y 85%, respectivamente.
Los investigadores encontraron que 13 albergan concentraciones efectivas “probablemente proporcionales a las dosis terapéuticas alcanzables en pacientes”, incluido el inhibidor de la PIKfyve quinasa apilimod 2-4y los inhibidores de la cisteína proteasa MDL-28170, Z LVG CHN2, VBY-825 y ONO 5334. Particularmente, los expertos hallaron que el MDL-28170, ONO 5334 y apilimod antagonizan la replicación viral en células similares a los neumocitos derivados de iPSC humano, y el inhibidor de PIKfyve demuestra eficacia antiviral de pulmón humano.
Dado que la mayoría de las moléculas identificadas en este estudio ya han avanzado en la etapa clínica, los investigadores ratifican que los conocidos perfiles de seguridad farmacológica y humana de estos compuestos “permitirán una evaluación clínica y preclínica acelerada de estos medicamentos para el tratamiento de Covid-19”. “De las 12.000 moléculas o de los 100 medicamentos más promisorios, la inmensa mayoría no van a funcionar. Pero en realidad sólo necesitamos uno o dos para contrarrestar al virus”, reconoció Sumit Chanda, virólogo del Instituto para el descubrimiento Médico Sanford Burnham Prebys en La Jolla, California.
La idea de utilizar fármacos ya aprobados para enfermedades nuevas es conocida como ‘reutilización de medicamentos’, y hay antecedentes de 1987, con el primer antirretroviral aprobado por la FDA contra el VIH fue un medicamento que originalmente había sido creado para luchar contra el cáncer, llamado zidovudina.
En 2012, ante la aparición de otra enfermedad causada por un coronavirus, el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), investigadores de la Universidad de Maryland respondieron iniciando un estudio como el que publica ahora Nature. Allí se probaron 290 medicamentos ya aprobados por las autoridades, y descubrieron que 27 de ellos bloqueaban el MERS para que no infectara las células. Algunos demostraron ser eficaces también contra otro coronavirus, el SARS, aparecido en 2003.
Los fármacos cuyo funcionamiento ya ha sido probado en personas -aunque lo fuera contra otros virus- son los que más posibilidades tienen de poder ser utilizados a corto plazo. Un ejemplo es el antiviral remdesivir, creado por Gilead Sciences para tratar el ébola (sin éxito). Este mismo mes la biofarmacéutica ha asegurado que las pruebas que se están llevando a cabo demuestran que el remdesivir reduce el riesgo de fallecimiento hasta en un 62% en los pacientes críticos y afirma que está asociado con una “significativa recuperación clínica”.
Pero mientras algunos investigadores continúan analizando estos candidatos prometedores, otros laboratorios siguen trabajando en pruebas con animales y personas para comprobar su nivel de seguridad antes de que puedan llegar a los hospitales. “Nadie debería intentar automedicarse con ninguno de estos medicamentos contra COVID-19, ya que pueden tener efectos secundarios peligrosos y aún no se ha demostrado su eficacia en los ensayos clínicos”, concluyen los autores.
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