Desde que el coronavirus SARS-CoV-2 apareció en la ciudad china de Wuhan a fin de 2019, y la humanidad se enteró que había un nuevo virus muy contagioso y potencialmente mortal principalmente para adultos mayores y personas con enfermedades de base, una carrera científica se desató por tener un tratamiento efectivo y también una vacuna que prevenga la enfermedad que genera: COVID-19.
La Organización Mundial de la Salud (OMS)cuenta con más de 200 proyectos de vacunas en marcha, aunque solamente son 25 las que están en etapa clínica y de esas 25 solo 10 se encuentran en fase avanzada 2/3.
Pero una vez que se obtenga una vacuna segura, que proteja del virus y no tenga efectos secundarios adversos, la gran pregunta es cómo se va a distribuir para 7500 millones de personas en todo el mundo y quiénes serán los primeros en recibirla. Para llegar a esa respuesta existen varios criterios que los expertos epidemiólogos a nivel mundial consideran.
Los primeros cientos de millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 podrían estar disponibles hacia finales de año para ser aplicados a las personas más vulnerables, aseguró esta semana la OMS
La agencia de la ONU indicó que se está trabajando en esa perspectiva, con miras a lograr 2.000 millones de dosis para el fin de 2021, pues se está dando una carrera contrarreloj de firmas farmacéuticas para encontrar la vacuna.
“Estamos trabajando con la perspectiva de que tendremos un par de cientos de millones de dosis para fin de año, si somos muy optimistas”, dijo la jefe científica de la OMS, Soumya Swaminathan. “Esperamos que para fines de 2021 tendremos 2000 millones de dosis de una a tres vacunas efectivas para distribuir en el mundo”, afirmó, aunque subrayó que es una probabilidad, pues hasta ahora no hay ninguna vacuna probada.
Los investigadores están trabajando en más de 200 posibles vacunas en el mundo, 10 de las cuales están ya en proceso clínico de prueba entre humanos. “Si tienen suerte, habrá una o dos posibles candidatas a vacunas para fin de año”, indicó en conferencia de prensa.
Una decena de vacunas diferentes están ya en diversas etapas de pruebas, en Gran Bretaña, China, Estados Unidos y otros países. Esta semana, el doctor Anthony Fauci, máximo experto en enfermedades infecciosas en Estados Unidos expresó un cauto optimismo en que habrá una vacuna para COVID-19 a finales del año o inicios del 2021.
Varios países ricos han pedido ya millones de dosis de esas vacunas experimentales. Gran Bretaña y Estados Unidos, por ejemplo, han invertido en una vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y producida por AstraZeneca. Políticos británicos dicen que, si resulta efectiva, se utilizará en su país. Se espera que Estados Unidos comience a acopiarlas este otoño y ha invertido además en otras candidatas.
Varios grupos, como la alianza de vacunas GAVI, están trabajando también para comprar dosis para países pobres y AstraZeneca ha acordado licenciar su vacuna al Instituto Serum, de India, para la producción de 1000 millones de dosis. La distribución dependerá de cada país. La semana pasada, funcionarios estadounidenses dijeron que estaban desarrollando un sistema escalonado para ello. Ese sistema muy probablemente daría prioridad a los grupos de mayor riesgo de complicaciones derivadas de COVID-19 y a los trabajadores esenciales.
Prioridad de la vacuna
La Organización Mundial de Salud está creando directrices para la distribución ética de vacunas contra el COVID-19. Según Swaminathan, la experta de la OMS, la prioridad serán los que están en primera línea de riesgo, como médicos y policías, así como los más vulnerables a la enfermedad, que son ancianos y diabéticos, a lo que se añade las personas expuestas en zonas de alta transmisión como barrios marginales. “Hay que comenzar con los más vulnerables y luego vacunar de manera progresiva a más gente”, dijo.
Los jefes de la industria farmacéutica expresaron que creen en la posibilidad de una vacuna antes de 2021, pero subrayaron que el desafío es enorme, pues el mundo requeriría dos dosis de vacuna por persona, o sea 15.000 millones de vacunas, según los cálculos.
Rafael Vilasanjuan, miembro del consejo de dirección de Gavi (la alianza global para la vacunación), explicó que, por ahora, la capacidad de producción mundial es de 2.000 millones de dosis por año, mientras que la población mundial llega a 7500 millones de personas en “igualdad de riesgo”. En el mejor de los casos, “podremos tener 250 millones de dosis de vacunas por mes si se aumenta la fabricación”, añadió el experto.
Según sus cálculos, una vez que se disponga de vacuna, cada país recibirá el 20% de dosis correspondiente a su población, si se ciñe a la iniciativa internacional Covax facility (sistema Covax), que busca facilitar el acceso mundial a las dosis, antes del mes de agosto. El país tiene que pagar por adelantado ese 20% y así promueve la producción en función de sus recursos y se asegura su cantidad de dosis. El objetivo principal: que sea lo más equitativo posible.
Situación en Argentina
Este mes se conoció que la Argentina fue seleccionada para probar la vacuna de Pfizer contra el coronavirus. El laboratorio farmacéutico más grande del mundo anunció el 10 de julio que en las próximas semanas comenzará a testear en el país la vacuna contra el SARS-CoV-2, que actualmente produce y está en fase avanzada clínica. Será apenas un mes después de que comiencen las pruebas en los Estados Unidos.
Pfizer reveló que la Argentina fue seleccionada para testear la vacuna contra el coronavirus, que ya ha pasado las pruebas iniciales de seguridad en Alemania y Estados Unidos y fue autorizada a avanzar a pruebas de eficacia por la Administración Federal de Drogas (FDA), la agencia del gobierno estadounidense encargada del control de los medicamentos.
Tras un extenso análisis de profesionales de varios países del mundo, un grupo de investigadores argentinos fueron seleccionados por su capacidad logística y conocimiento en enfermedades respiratorias virales, para testear la vacuna que Pfizer fabrica en conjunto con la compañía alemana Biontech.
El doctor Fernando Polack, director de la Fundación Infant se especializa desde hace 25 años en enfermedades de las vías respiratorias y su trabajo es conocido por expertos en vacunas y medicamentos contra virus respiratorios en el mundo entero. Polack es el referente argentino para llevar adelante el emprendimiento de Pfizer y Biontech en el país.
Polack señaló que “muchas veces, si tenés el privilegio científico de participar en la evaluación de una vacuna, contribuís a posicionar potencialmente mejor a tu país en la fila de espera de la distribución. De otro modo hay que aguardar que -en caso de que la vacuna sea eficaz- la fabricación escale y esperar detrás de países con más fuerza comercial o estratégica”.
Los estudios intentarán reflejar la diversidad de distintos grupos poblacionales y profesionales en nuestro país. Las pruebas se realizarán en el Hospital Militar Central, y se estima que el estudio comenzará en Argentina a principios de agosto y estará sujeto a la aprobación regulatoria de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
Los expertos parecen estar de acuerdo en que el primer eslabón de la cadena en recibir la vacuna es el personal sanitario. “Es como en la logística militar. Hay que asegurarse que nuestra primera línea de ataque está protegida y así podrán atender a los enfermos”, explicó Vilasanjuan.
Pero las coincidencias se acaban cuando se pregunta por el segundo grupo. Unos estiman que las personas mayores de 60 años o con patologías previas deberían recibirlas luego de vacunar al personal sanitario. Otros dicen que los chicos deberían tenerla, para no contagiar a los demás cuando vuelvan a los colegios. Otro colectivo prioritario son los empleados que no pueden hacer su labor desde casa y prestan servicios esenciales, como los trabajadores de supermercados, agricultura, farmacias y otras entidades implicadas en bienes de primera necesidad.
Vilasanjuan también cree que hay que establecer la estrategia de vacunación en función de las regiones más afectadas y según su densidad de población, falta de recursos y dificultades logísticas. El experto de Gavi advierte de que es importante tener una reserva de dosis para casos de emergencia.
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