¿Por qué no sabemos la verdadera tasa de mortalidad de COVID-19?

Determinar qué porcentaje de los infectados por el coronavirus morirá es una pregunta clave para los epidemiólogos, pero es muy difícil de resolver en plena la pandemia. Las grandes diferencias entre países sugiere múltiples razones de un número que todavía se desconoce

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Empleados del hospital de Brooklyn en Nueva York transportan cadáveres a camiones refrigerantes para llevar a cementerios o fosas 
 en medio de la pandemia. REUTERS/Stefan Jeremiah
Empleados del hospital de Brooklyn en Nueva York transportan cadáveres a camiones refrigerantes para llevar a cementerios o fosas en medio de la pandemia. REUTERS/Stefan Jeremiah

La imagen de los camiones frigoríficos en las puertas traseras de muchos hospitales en Europa y EEUU genera estupor a los médicos y a la sociedad. Eso también sienten hoy los científicos que no saben precisar cuál es la tasa de mortalidad del coronavirus SARS-CoV-2 que ya causó más de 2,2 millones de contagios y 150.000 muertes.

Pero determinar cuán mortal será el nuevo coronavirus es una pregunta clave a la que se enfrentan los epidemiólogos, que esperan el resurgimiento de oleadas de infección que podrían durar hasta 2022.

Mientras el virus se propagaba por todo el mundo a fines de febrero y marzo, los expertos en enfermedades infecciosas hicieron circular la proyección de cuántas personas infectadas morirían parecía bastante grave: alrededor del 1 por ciento, o 10 veces la tasa de una gripe típica.

Pasajeros en el subte de Ciudad de México se trasladan en plena pandemia - REUTERS/Edgard Garrido
Pasajeros en el subte de Ciudad de México se trasladan en plena pandemia - REUTERS/Edgard Garrido

Así lo reconoció la semana pasada el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, que aseguró que la tasa de mortalidad del nuevo coronavirus es “10 veces superior” a la de la gripe.

“La propagación global del virus saturó a los sistemas sanitarios, alteró a la economía mundial y provocó una paralización social de forma generalizada”, agregó el funcionario cuando se cumplieron los 100 días de la aparición oficial del nuevo coronavirus.

Pero las cifras que manejan las casi 200 naciones en el planeta, muchas veces no coinciden con ese cálculo. Cada nación calcula la tasa de mortalidad de COVID-19 dividiendo el total de muertes por el número de casos conocidos, alrededor del 6.4 por ciento de las personas infectadas con el virus.

El cementerio de Sao Francisco Xavier aloja cuerpos donde estuvo alojado el virus - REUTERS/Ricardo Moraes
El cementerio de Sao Francisco Xavier aloja cuerpos donde estuvo alojado el virus - REUTERS/Ricardo Moraes

En Italia, la tasa de mortalidad es de alrededor del 13 por ciento, y en los Estados Unidos, alrededor del 4,3 por ciento, según las últimas cifras sobre casos conocidos y muertes. Incluso en Corea del Sur, donde las pruebas generalizadas ayudaron a contener el brote, el 2 por ciento de las personas que dieron positivo para el virus han muerto, según muestran datos recientes.

Estas supuestas tasas de mortalidad también parecen variar ampliamente según la geografía: la tasa de mortalidad de Alemania parece ser aproximadamente una décima parte de la de Italia. Según explica el doctor Tobías Kurth, experto en salud pública del hospital Charité de Berlín, Alemania, si se realiza la prueba del coronavirus a un grupo diferente de personas (que en otro país), se tendrá una población diferente que potencialmente puede dar positivo. En Alemania, la edad media de las personas que dan positivo es de unos 45 años. En Italia, es más de 60 años de edad.

La morgue de Bruselas en Bélgica trabaja a toda hora en medio de la crisis sanitaria.-  REUTERS/Yves Herman/File Photo
La morgue de Bruselas en Bélgica trabaja a toda hora en medio de la crisis sanitaria.- REUTERS/Yves Herman/File Photo

"Así que, en Alemania, tenemos un grupo más grande de personas más jóvenes que dan positivo. Pero eso también significa que el grupo en Italia es mayor, y sabemos que la edad avanzada es un factor de alto riesgo de morir por la infección por coronavirus, y la edad promedio de las personas que mueren es la misma, un poco más de 80 en ambos países", agregó.

El experto también identificó hay otro factor que diferencia las tasas de mortalidad de los distintos países, por ejemplo, en Italia y Alemania. “En ciertas estructuras sociales, sabemos que los ancianos están mejor integrados en la vida social en Italia en comparación con Alemania, y eso suele ser algo bueno. Pero en este caso, ese factor aumenta la probabilidad de infectarse, y los ancianos son los que tienen más probabilidades de morir de esta enfermedad”, precisó.

Entre los estados de EEUU, Michigan, con alrededor del 7 por ciento de mortalidad, está en el extremo superior, mientras que Wyoming, que informó esta semana sus dos primeras muertes, tiene una de las tasas de mortalidad más bajas, de alrededor del 0,7 por ciento.

Desinfección de taxis en Santiago, Chile - REUTERS/Ivan Alvarado
Desinfección de taxis en Santiago, Chile - REUTERS/Ivan Alvarado

Si bien no hay evidencia científica de que alguna cepa del virus, oficialmente conocida como SARS-CoV-2, haya mutado para volverse más severa en algunas partes del mundo que en otras, la pregunta de por qué parece haber tanta variación de país a país sigue intrigando a los infectólogos.

"Determinar las tasas de mortalidad es especialmente desafiante en medio de una pandemia, mientras que las cifras son necesariamente fluidas. Las tasas de mortalidad basadas en la comparación de muertes, que son relativamente fáciles de contar, con las infecciones, que no sobrestiman, casi con seguridad, la verdadera letalidad del virus. Funcionarios de salud y epidemiólogos han estimado que hay de cinco a 10 personas con infecciones no detectadas por cada caso confirmado en algunas comunidades, y al menos una estimación sugiere que hay muchas más .

Además de eso, las muertes retrasan respecto a las infecciones. Las miles de personas con Covid-19 que murieron esta semana en los Estados Unidos probablemente se infectaron hace ya un mes. Entonces, a medida que el número de nuevos casos reportados comienza a caer en lugares muy afectados como la ciudad de Nueva York, la tasa de mortalidad seguramente aumentará.

Médicos se preparan para atender a pacientes con COVID-19 en el Hospital de Strasbourg, en Francia. REUTERS/Christian Hartmann
Médicos se preparan para atender a pacientes con COVID-19 en el Hospital de Strasbourg, en Francia. REUTERS/Christian Hartmann

“Para conocer la tasa de mortalidad, se necesita saber cuántas personas están infectadas y cuántas personas murieron a causa de la enfermedad”, explicó el doctor Ali H. Mokdad, profesor de ciencias de métricas de salud en el Instituto de Métricas y Evaluación de Salud de EEUU. “Sabemos cuántas personas mueren, pero no sabemos cuántas personas están infectadas”, aseguró.

La estadística típicamente citada por alcaldes, gobernadores y jefes de Estado en las conferencias de prensa se basa en un conjunto de datos que incluye principalmente a personas cuyos síntomas fueron lo suficientemente graves como para ser testeados. Los epidemiólogos lo llaman “sesgo de gravedad”. Es por eso que se informó que la tasa de mortalidad en Wuhan, China, donde comenzó el brote, fue de entre 2 por ciento y 3,4 por ciento antes de que se revisara a 1,4 por ciento, y aún puede ser menor.

Un estudio de caso intrigante para epidemiólogos que buscan la verdadera tasa de mortalidad es el crucero Diamond Princess, que se convirtió en una especie de experimento natural cuando casi todos sus 3.711 pasajeros y miembros de la tripulación fueron examinados para detectar el coronavirus después de un brote a bordo.

A medical staff member, wearing a protective suit and face mask, works in an intensive care unit for coronavirus disease (COVID-19) patients at the Clinique de l'Orangerie private hospital in Strasbourg, as the spread of the coronavirus disease continues, France April 17, 2020. REUTERS/Christian Hartmann
A medical staff member, wearing a protective suit and face mask, works in an intensive care unit for coronavirus disease (COVID-19) patients at the Clinique de l'Orangerie private hospital in Strasbourg, as the spread of the coronavirus disease continues, France April 17, 2020. REUTERS/Christian Hartmann

Según un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, la "tasa de letalidad " del barco, que incluía solo a aquellos que mostraban síntomas, era del 2.6 por ciento , mientras que la “tasa de letalidad de la infección”, que incluía a aquellos que dieron positivo fue del 1.3 por ciento.

En todo el mundo, muchas personas infectadas con el virus no tienen síntomas, o solo leves, y no aparecen en el recuento oficial. Ante la escasez de pruebas para confirmar quién tiene la enfermedad y quién no, y por temor a la escasez de camas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), los hospitales en algunas áreas de los Estados Unidos se han negado a evaluar o admitir a personas. Si un lugar en particular prueba a personas con síntomas leves, incluso es un factor clave para determinar cuántas personas se infectaron, pero la capacidad de prueba ha sido limitada en muchos lugares.

A las personas con síntomas leves, simplemente se las envía a casa. Todo esto está creando disparidades en las proporciones de letalidad que no reflejan diferencias reales”, indicó la doctora Amesh Adalja, investigador principal del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud y médico de cuidados críticos en el Hospital de Pittsburgh.

FOTO DE ARCHIVO: Una trabajadora sanitaria toma una muestra de una mujer para realizarle la prueba de coronavirus durante la pandemia del virus en una pista de hielo adaptada, en Alkmaar, Países Bajos, el 8 de abril de 2020.  REUTERS/Piroschka van de Wouw
FOTO DE ARCHIVO: Una trabajadora sanitaria toma una muestra de una mujer para realizarle la prueba de coronavirus durante la pandemia del virus en una pista de hielo adaptada, en Alkmaar, Países Bajos, el 8 de abril de 2020. REUTERS/Piroschka van de Wouw

Incluso ahora que las pruebas están cada vez más disponibles para los estadounidenses con síntomas de Covid-19, se desconoce la proporción de personas infectadas por el virus que no se sienten apreciablemente enfermas, incluso en lugares con algunas de las muertes más altas por cada 100.000 personas: Nueva York (55 ), España (40), Bélgica (36), Italia (35), Nueva Jersey (32) , Francia (23) y Luisiana (22) .

Una pista proviene de Islandia , que ha evaluado al 6 por ciento de su población, quizás la proporción más alta de cualquier país. De los que dieron positivo, el 43 por ciento no tenía síntomas en ese momento, aunque es probable que muchos los desarrollaran más tarde.

Lo que los científicos llaman la tasa de mortalidad por infección se observa muy de cerca porque incluso una disminución aparentemente trivial, desde, por ejemplo, 1 por ciento a 0.9 por ciento, podría significar unos cientos de miles de muertes menos en una población del tamaño de los Estados Unidos. También se utiliza para calibrar intervenciones destinadas a prevenir más muertes con sus sombrías consecuencias económicas.

Enfermeras trasladan a un paciente en San Luis, Misuri, durante la pandemia de la gripe española en 1918.
Enfermeras trasladan a un paciente en San Luis, Misuri, durante la pandemia de la gripe española en 1918.

En los próximos meses, las pruebas que pueden identificar anticuerpos en la sangre de personas que fueron expuestas involuntariamente al virus permitirán una aproximación más cercana de las infecciones totales en diferentes poblaciones.

Tanto los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) como los Institutos Nacionales de Salud (NIH) anunciaron recientemente que comenzarían a usar pruebas de anticuerpos para ver qué proporción de la población de EEUU ya ha sido infectada. Covid-19 puede resultar menos letal que las predicciones iniciales, con una tasa de mortalidad por infección de menos del 1 por ciento, como se sugiere en un editorial del 26 de marzo publicado en el New England Journal of Medicine por el doctor Anthony S. Fauci y el doctor H. Clifford Lane, ambos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, y el Dr. Robert R. Redfield, director de los CDC.

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