Después de años de investigación, el médico infectólogo Peter Hotez y su equipo de científicos del Colegio de Medicina de Houston, Texas, habían desarrollado una vacuna para proteger contra una cepa mortal de coronavirus. Corría el año 2016 y estábamos lejos de lo que sería la epidemia de un nuevo coronavirus de origen chino clasificado como Covid-19.
Pero cuando necesitaron más dinero para comenzar a probarla en humanos, el financiamiento a su investigación terminó, por lo que su estudio final quedó trunco.
En ese entonces, había pasado más de una década desde que la enfermedad viral conocida como síndrome respiratorio agudo severo, o SARS, se había extendido por China, matando a más de 770 personas. Esa enfermedad, un coronavirus anterior similar al que ahora está barriendo el mundo, era un recuerdo lejano para cuando Hotez y su equipo buscaron fondos para probar si su vacuna funcionaría en humanos.
“Tratamos de ver si podíamos conseguir inversores o subvenciones para trasladar esto a la clínica y la prueba en humanos. Pero simplemente no pudimos generar mucho interés”, se lamentó el doctor Hotez, codirector del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital y decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en el Baylor.
Esa fue una gran oportunidad perdida, de acuerdo con Hotez y otros científicos especialistas en vacunas, quienes argumentan que el SARS y el síndrome respiratorio del Medio Oriente, o MERS, de 2012, deberían haber provocado grandes inversiones federales y globales para desarrollar vacunas como forma de previsión de futuras epidemias.
En cambio, sucedió todo lo contrario: la vacuna contra el SARS que el equipo de Hotez creó en colaboración con científicos de la Rama Médica de la Universidad de Texas en Galveston está olvidada en un congelador, no más cerca de la producción comercial que hace cuatro años.
“Podríamos tener esto listo y haber probado la eficacia de la vacuna al comienzo de este nuevo brote en China”, precisó Hotez, quien cree que la vacuna podría proporcionar protección cruzada contra el nuevo coronavirus, que causa una enfermedad respiratoria conocida como COVID-19. “Hay un problema con el ecosistema en el desarrollo de vacunas, y tenemos que solucionarlo”.
En busca de una vacuna eficaz
Este jueves, el doctor Hotez tiene una cita en el Congreso de EEUU, donde hablará ante el Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología de la Cámara baja. En su exposición, Hotez planea argumentar que el nuevo coronavirus debería desencadenar cambios en la forma en que el gobierno financia el desarrollo de vacunas.
“Es trágico que no tengamos una vacuna lista para esta epidemia. Hablando en forma concreta, lucharemos contra estos brotes con una mano atada a la espalda”, escribió Hotez en comentarios preparados que compartió con NBC News.
Hasta ayer, había habido más de 94.000 casos confirmados de coronavirus en todo el mundo y alrededor de 3200 muertes. A los funcionarios de salud pública les preocupa que el virus, que provoca insuficiencia respiratoria y genera una neumonía, se propague ampliamente en los EEUU y dure más allá de este año, al igual que la gripe estacional, pero más grave y potencialmente mortal.
En respuesta, las compañías farmacéuticas, los investigadores universitarios y el gobierno federal se han apresurado a desarrollar una vacuna. Además del esfuerzo oficial del gobierno dirigido por los Institutos Nacionales de Salud, varios fabricantes de medicamentos también están luchando para desarrollar una vacuna que pueda ser probada en humanos en los próximos meses. Pero incluso bajo las proyecciones más prometedoras, uno no estará listo por más de un año, dicen funcionarios del gobierno.
“Soy cautelosamente optimista de que llegaremos a una vacuna. Lo que es aleccionador es que no es una vacuna que vamos a tener el próximo mes, por lo que tendremos que resistirla a través de esta evolución”, afirmó el doctor Anthony Fauci, director de enfermedades infecciosas del Instituto Nacional de Salud.
Los primeros esfuerzos para desarrollar una vacuna contra el SARS en ensayos con animales estuvieron plagados de un fenómeno conocido como “mejora inducida por la vacuna”, en el que los receptores exhiben síntomas peores después de la inyección, algo que Fauci dijo que los investigadores deben tener en cuenta al trabajar para desarrollar rápidamente una vacuna para proteger contra COVID-19.
“Ese tipo de investigación, descubrir qué estrategias de vacuna funcionan y cuáles no, podría haberse completado antes del nuevo brote”, aseguró Jason Schwartz, profesor de la Escuela de Salud Pública de Yale que estudia el desarrollo de vacunas, quien remarcó que la respuesta global al coronavirus expone defectos más amplios en la forma en que se financia la investigación médica, que según él tiende a ser impulsado por el mercado y reactivo, en lugar de proactivo.
“Tenemos un patrón en nuestro panorama de investigación médica en el que los brotes conducen a un aumento en la inversión en investigación, y si esos brotes disminuyen, como sucede invariablemente, otras prioridades toman su lugar. Como resultado, pierde esas oportunidades de capitalizar esa inversión inicial y el ciclo comienza de nuevo”, dijo Schwartz.
Y agregó: "La responsabilidad de financiar este tipo de investigación debe recaer en los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro, porque no se puede contar con las compañías farmacéuticas con fines de lucro para financiar proyectos que, en la mayoría de los casos, nunca harán dinero".
"Necesitamos asegurarnos de que haya incentivos fuera de nuestro modelo comercial tradicional que puedan conducir a mayores inversiones en esa investigación fundamental", concluyó Schwartz.
El doctor James LeDuc, director del Laboratorio Nacional de Galveston, manifestó que se reanudó el trabajo sobre la vacuna contra el SARS y que sus investigadores ayudaron a desarrollar con el equipo de Hotez. El laboratorio, una instalación de biocontención de alta seguridad en la costa del Golfo de Texas, recibió una muestra en vivo del nuevo coronavirus el mes pasado y la usará para probar la vacuna en ratones.
Pero primero, el laboratorio debe criar una colonia de ratones genéticamente modificados para replicar la enfermedad humana, un proceso que, según LeDuc, llevará meses.
“Creo que nosotros, como nación y como sociedad, debemos ser más ágiles para reconocer que ocurren nuevas enfermedades, y una vez que han surgido, pueden volver a aparecer, tal vez no lo mismo pero muy similar. Así que fue una pena que tuviéramos que detener ese trabajo y ahora tenemos que intentar reiniciarlo”, enfatizó LeDuc, que anteriormente dirigió los esfuerzos de respuesta a la influenza en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Hotez indicó que espera que la gravedad del brote conduzca a reformas en la forma en que el gobierno federal financia el desarrollo de vacunas, aunque señala que pidió cambios similares después de los brotes de SARS y Ébola. Y deslizó que está particularmente preocupado por el costo que el coronavirus tendrá sobre los ancianos residentes de hogares de ancianos y trabajadores de la salud.
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