Por Valeria Román
Por primera vez en el mundo, nació una beba después de que su madre aceptara ser sometida a un trasplante de útero de una donante fallecida. El caso ocurrió en el Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo, en Brasil, y demostró que puede ser una opción para mujeres con problemas de fertilidad en el futuro. "Nos dio una gran alegría ver que nacía una beba a partir de que hicimos el trasplante de útero de donante ya fallecida", le dijo a Infobae uno de los líderes de la experimentación, el médico Dani Ejzenberg, quien publicó los resultados en la revista The Lancet, aunque colegas que no participaron en el estudio lo miran con cautela.
Hasta el momento, los trasplantes de útero se han realizado con resultados limitados. Se empezaron a llevar a cabo en el año 2000 en mujeres con úteros de donantes vivas en Arabia Saudita. Recién en 2014 se consiguió el nacimiento del primer bebé en Suecia. "Sabíamos que el trasplante de útero era posible, pero está limitado por la posibilidad de conseguir la donación de una persona viva. Por eso, empezamos a estudiar la posibilidad de hacerlo a partir de donante cadavérico", contó a Infobae el doctor Ejzenberg, que es especialista en fertilidad.
En 2011, en Turquía se había practicado un trasplante con el útero de una donante cadavérico, pero no resultó en un nacimiento. Entre 2016 y 2018, hubo 4 trasplantes en los Estados Unidos y otros cinco en República Checa, pero tampoco dieron lugar al nacimiento de bebés. El equipo de Brasil realizó un ensayo con trasplantes en ovejas primero, se capacitó en Suecia, y salió a buscar posibles receptoras. "A través de Facebook, me contacté con un grupo de mujeres con un problema de fertilidad, y les propuse participar en este estudio. Cuatro mujeres finalmente fueron seleccionadas. Hicimos el primer trasplante de útero el 20 de septiembre de 2016 en una mujer de 32 años, a quien ya le habíamos realizado una fertilización in vitro".
La mujer que recibió el útero de la donante fallecida ha estado casada más de 5 años y padece el síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH), que afecta al sistema reproductivo femenino y causa el subdesarrollo o la ausencia de la vagina y del útero, aunque sus ovarios pueden producir óvulos. Una de cada 4.500 mujeres en el mundo tiene ese síndrome. Si bien la receptora no fue identificada en el estudio que se publicó en The Lancet, se aclaró que firmó el consentimiento informado como parte de un protocolo que había sido autorizado por el comité de ética del Hospital de la Universidad de San Pablo, el Comité Nacional de Ética y el Sistema Nacional de Trasplante Brasileño.
En tanto, la familia de una mujer de 45 años con muerte cerebral (había sufrido una hemorragia subaracnoidea) brindó su consentimiento para que se produjera la donación del corazón, su hígado, sus riñones, y de manera separada, su útero. La donante, que había tenido hijos, era compatible con la receptora por el mismo grupo sanguíneo.
El procedimiento se llevó a cabo en varios pasos, con financiamiento de la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de San Pablo y el Hospital de Clínicas de la Universidad de San Pablo. Primero, la mujer de 32 años recibió fármacos para la estimulación ovárica. Se aspiraron varios óvulos, que fueron unidos a espermatozoides a través de la técnica de fertilización in vitro. Los ocho embriones resultantes fueron congelados. Cuatro meses después se hizo el trasplante de útero. Los criterios de inclusión para ser receptora del trasplante fue tener una pareja estable al menos dos años; tener entre 21 y 38 años; padecer infertilidad uterina primaria, entre otros.
Los médicos le extrajeron el útero a la donante fallecida, y se lo implantaron a la mujer en un procedimiento que duró más de 10 horas. Tuvieron que conectar venas arterias, ligamentos y canal vaginal de la receptora al útero donado. La receptora estuvo dos días en terapia intensiva, más otros seis días en la sección de trasplantados. Fue también el primer trasplante de útero en América Latina.
La receptora recibió cinco drogas inmunosupresoras para que su cuerpo acepte el útero hasta el día del parto. También le administraron antibióticos, anticoagulantes, y aspirina, y le hicieron la transferencia de uno de sus embriones congelados a los siete meses del trasplante. Quedó embarazada, y a las 35 semanas le hicieron una cesárea. El 15 de diciembre del año pasado, nació su hija de dos kilos y medio, quien se convirtió en el primer ser humano en ver la luz gracias a un trasplante de útero de donante cadavérica. Hasta ahora, tanto la madre como la beba, que se amamanta, están bien. Durante la cesárea, los médicos le extrajeron a la mujer el útero que le habían implantado.
Equipos médicos de otros países lo habían intentado antes, pero el nacimiento no se había dado. ¿Cuál fue la clave del procedimiento en Brasil? le preguntó Infobae al doctor Ejzenberg. "Hubo una combinación de factores, como la calidad del útero de la donante, la paciente receptora, bastante joven, aportó sus embriones, y el trabajo interdisciplinario de un equipo que tenía experiencia en trasplantes y en fertilidad asistida".
El éxito del nacimiento llevó a Ejzenberg y a su equipo a sostener que el trasplante de útero a partir de donante fallecida podría ser una opción para mujeres con problemas de infertilidad. Sus ventajas serían costos menores y evitar riesgos quirúrgicos para las donantes vivas que donan. Hasta el momento, esas mujeres podían tener hijos a través de la adopción o por un embarazo subrogado, que consiste en que otra mujer lleva adelante el embarazo.
"En Brasil, la subrogación es permitida, aunque es difícil para muchas mujeres encontrar una voluntaria. La opción del trasplante uterino puede así expandir completamente el deseo de las mujeres de llevar adelante sus propios embarazos", escribieron en el reporte científico. Además, los investigadores médicos vislumbran que el tipo de procedimiento que hicieron será adoptado por los programas nacionales de trasplantes de los países. "Para el futuro, queremos reducir el tiempo entre el trasplante y el implante de embriones, y dar dosis menores de las drogas inmunosupresoras a la receptora para reducir los efectos colaterales", comentó a Infobae el doctor Ejzenberg, quien tiene 41 años y decidió dedicarse a la especialidad de fertilidad después de sentirse "fascinado" por todas las posibilidades que brindaba la fertilización in vitro.
Para el médico argentino Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico, "el nacimiento de una beba a partir de un trasplante con donante cadavérico es un hito científico. Derriba algunos conceptos que se tenían sobre la inmunología del embarazo, y da la opción de no poner en riesgo a las donantes vivas". Sin embargo, Pasqualini agregó al ser consultado por Infobae que "para las mujeres con problema de infertilidad uterina, es más simple optar por la maternidad subrogada. El trasplante de útero no se hace para salvar una vida sino para tener un hijo. Implica aceptar poner el cuerpo para hacerse la fertilización in vitro y luego recibir el implante del útero, y la administración de diversos fármacos. El costo emocional y económico de todo el procedimiento puede ser alto".
Como comentario en The Lancet, los especialistas en medicina de la reproducción César Díaz-García y Antonio Pelizer señalaron que el trasplante de útero "está aún en etapa preliminar y que muchas preguntas tienen que contestarse". Indicaron que deberían hacerse estudios que comparen la efectividad del trasplante cuando la donante está viva y cuando es cadavérica, cuando se usa cirugía a cielo abierto o por laparoscopía, que se hagan protocolo del uso de inmunosupresores después del trasplante y antes y después del embarazo, entre otras cuestiones. Incluso podría explorarse si el trasplante es útil para pacientes con miomas uterinos no operables, pacientes que recibieron radioterapia en la pelvis, o que han tenidos fallas de implantación inexplicables.
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