
La historia detrás de los abrigos de la princesa Diana revela una faceta poco divulgada de su compromiso personal con quienes más lo necesitaban.
A diferencia de los emblemáticos vestidos y accesorios que forman parte de una de las mayores subastas de su legado, los abrigos de la princesa jamás llegaron a exhibirse en estos escenarios comerciales. El motivo se encuentra en un gesto privado y solidario, alejado de cualquier tipo de exposición pública.
Diana solía donar sus abrigos directamente a personas en situación de calle durante los meses más fríos del año en Londres. Solicitaba a su mayordomo, miembros de su personal o amigos que recorrieran la ciudad en enero o febrero, identificando a quienes sufrían de las bajas temperaturas, para entregarles sus propias prendas.
Esta acción no se realizaba como una declaración pública o un espectáculo, sino como un acto íntimo de generosidad, según explicó a People Martin Nolan, cofundador y director ejecutivo de Julien’s Auctions, la casa organizadora de la actual subasta.
Esta decisión explica una de las grandes ausencias en “Princess Diana’s Style & A Royal Collection”, la subasta que reúne más de 300 piezas del vestuario de Diana en un evento que destaca no solo por su volumen, sino también por el valor simbólico e histórico de los objetos presentados.
Mientras vestidos, bolsos y otros accesorios se han convertido en protagonistas de las pujas y en ejemplos icónicos de la moda, los abrigos de la princesa han cumplido su ciclo en un escenario muy diferente: las calles de Londres, transformándose en una ayuda directa a quienes vivían al margen.
La magnitud de la colección subastada
El evento organizado por Julien’s Auctions en la Peninsula de Beverly Hills, que inicia el jueves 26 de junio, pone a disposición del público más de 300 artículos personales de la princesa Diana, lo que constituye una de las subastas más amplias relacionadas con su legado.

Cada prenda y accesorio elegido para esta ocasión refleja momentos clave de la vida pública y privada de la princesa, proporcionando tanto a expertos en moda como a admiradores una visión directa de su estilo y de su historia.
Además del interés comercial, la subasta refuerza la proyección mundial de Diana, quien utilizó su imagen, no solo como una expresión personal de elegancia, sino también como vehículo para fines solidarios.
Piezas históricas y la impronta de la beneficencia
Algunas de las piezas incluidas en la subasta tienen precedentes en actos benéficos organizados por la propia princesa. Destaca el vestido Catherine Walker Falcon Evening Gown, decorado con halcones y utilizado durante las visitas oficiales a Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
Este vestido, entre otros, formó parte de la subasta de más de 70 atuendos que Diana organizó en 1997, dos meses antes de su trágica muerte. Motivada por su hijo, el príncipe William, dicha iniciativa benefició a distintas organizaciones, recaudando más de tres millones de dólares, una suma relevante en ese momento y un reflejo palpable del compromiso humanitario.

Diana consolidó relaciones con destacados nombres de la moda británica desde sus primeros años como figura pública. Trabajó estrechamente con la editora de British Vogue, Anna Harvey, y priorizó a diseñadores emergentes del Reino Unido. Sin embargo, su estatus global la llevó a incorporar firmas internacionales de renombre como Chanel, Dior, Givenchy y Versace a su vestuario, reflejando su crecimiento como icono internacional y su papel diplomático a través de la moda.
Lady Dior: el bolso que se convirtió en leyenda
Entre las piezas más codiciadas de la subasta, se encuentra el bolso Lady Dior, cuyo origen está ligado directamente a la princesa.
Durante una visita a Francia en 1995, la primera dama francesa, Bernadette Chirac, le regaló a Diana un bolso de Dior, inicialmente conocido como Chouchou.

La fama de Diana y la popularidad que alcanzó este accesorio llevaron a Dior a rebautizar el modelo como Lady Dior en su honor.
Este bolso, que Diana lució en distintas ocasiones, incluido su viaje a Argentina, se ha convertido en uno de los objetos de mayor cotización, estimándose que la pieza exacta utilizada por ella podría alcanzar entre 20.000 y 40.000 dólares en la subasta, aunque los especialistas prevén que el precio final podría ser mucho mayor.
La decisión de Diana de repartir sus abrigos entre quienes más sufrían el frío en Londres añade una dimensión distinta al legado material de la princesa. Esa ausencia en las subastas actuales es, en sí misma, un testimonio de su forma de entender el privilegio y la responsabilidad social, y distingue su herencia de cualquier otra figura pública del siglo XX.
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