Esta costumbre tiene su origen en las tradiciones alemanas que, pese al tiempo y las transformaciones políticas, siguen marcando el carácter de la dinastía Windsor.
El vínculo con Alemania
La historia de la Familia Real Británica está estrechamente ligada a Alemania. Este vínculo comenzó con el rey Jorge I, el primer monarca de la Casa de Hannover, quien ascendió al trono británico en 1714.
Su herencia alemana influyó en la cultura de la corte, un legado que se fortaleció con el matrimonio de la reina Victoria con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha en el siglo XIX. Este último jugó un papel crucial en popularizar el árbol de Navidad en el Reino Unido y en consolidar otras tradiciones alemanas, como abrir regalos en Nochebuena.
En Alemania, el 24 de diciembre, conocido como “Heiliger Abend”, es el día central de las festividades navideñas. Las familias se reúnen para decorar el árbol, cantar villancicos y realizar la “Bescherung”, el intercambio de regalos.
Según el príncipe Harry en sus memorias Spare (2023), la Familia Real Británica adoptó esta costumbre, describiéndola como “una tradición alemana que sobrevivió a la asimilación del apellido familiar” durante la Primera Guerra Mundial, cuando la dinastía cambió su nombre de Sajonia-Coburgo-Gotha a Windsor para distanciarse de sus orígenes germanos en un contexto de sentimiento antialemán.
El desarrollo de la tradición en Sandringham
Hoy, esta herencia cultural sigue viva en Sandringham, la residencia rural donde la Familia Real pasa la Navidad. Los preparativos comienzan temprano el 24 de diciembre, cuando los invitados llegan a la finca. A las 16:00, se sirve té y bocadillos en el Salón Blanco, mientras que en el Salón Rojo el personal dispone los regalos en mesas asignadas para cada miembro de la familia.
A diferencia de las expectativas asociadas con la realeza, los Windsor evitan los regalos extravagantes y optan por presentes humorísticos o prácticos. Este enfoque ligero es una manera de reforzar los lazos familiares y de celebrar la ocasión con un espíritu de diversión.
Según los relatos del príncipe Harry, el momento en que los regalos son abiertos es un caos controlado: “De repente, todos comenzaron a abrir al mismo tiempo... Se desató una batalla campal, con decenas de miembros de la familia hablando a la vez y rasgando el papel de regalo”.
Significado histórico y continuidad en la modernidad
El mantenimiento de esta tradición no es una mera elección logística, sino un símbolo de cómo la Familia Real combina la modernidad con la preservación de su historia. Aunque el apellido Windsor fue adoptado para reforzar la identidad británica, la influencia alemana en su cultura permanece arraigada, mostrando cómo el pasado sigue vivo en las prácticas actuales.
Incluso tras su mudanza a Estados Unidos en 2020, el príncipe Harry y Meghan Markle mantuvieron esta tradición con su hijo Archie, lo que demuestra que estas costumbres no solo unen a la familia en el tiempo y el espacio, sino que también forman parte de su identidad más allá de las fronteras.
Más allá de la apertura de regalos: un día lleno de tradiciones
La Navidad de la Familia Real no termina con la Nochebuena. El 25 de diciembre, los Windsor comienzan el día con un servicio religioso en la iglesia de Santa María Magdalena, en la finca de Sandringham. La familia aprovecha la ocasión para mezclarse brevemente con el público que acude a saludarlos.
Posteriormente, disfrutan de un almuerzo clásico navideño que incluye pavo de Norfolk, seguido de actividades familiares, como resolver rompecabezas en el salón o dar paseos en las vastas hectáreas de Sandringham.
Esta combinación de costumbres modernas y prácticas tradicionales refleja el equilibrio que la Familia Real logró a lo largo de los años, honrando sus raíces y adaptándose al presente.