Las princesas Beatriz y Eugenia, hijas del duque Andrés de York tomaron la sorprendente decisión de no asistir a las celebraciones navideñas tradicionales en Sandringham este año.
A lo largo de sus vidas, estas reuniones familiares fueron un pilar en su relación con la realeza, desde su niñez hasta su vida adulta, incluyendo los años posteriores a sus matrimonios y la llegada de sus hijos. En la última década, la única excepción fue en 2020 debido a la pandemia de COVID-19.
Una nueva etapa en sus vidas
La decisión de las hermanas York responde a una invitación extendida por sus respectivos suegros, la cual aceptaron para compartir las festividades con ellos por primera vez desde que se casaron.
Beatriz, de 36 años, está casada con Edoardo Mapelli Mozzi desde 2020. La pareja tiene una hija, Sienna Elizabeth, de tres años, y espera a su segundo hijo, que nacerá a principios de 2025.
Además, Beatriz desempeñó un rol significativo como madrastra de Christopher Woolf, conocido cariñosamente como “Wolfie”, hijo de una relación anterior de Edoardo.
Eugenia, de 34 años, contrajo matrimonio en 2018 con Jack Brooksbank, y juntos son padres de August, de tres años, y Ernest, de apenas un año.
El impacto en la familia real
La ausencia de Beatriz y Eugenia no es el único cambio significativo este año. Sus padres, el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, tampoco asistirán a las festividades en Sandringham.
En lugar de unirse a la familia real en Norfolk, optaron por permanecer en su residencia compartida, Royal Lodge, ubicada en Windsor. Aunque Andrés y Ferguson están divorciados desde 1996, continúan cohabitando, lo que generó curiosidad y debate en torno a su dinámica familiar.
Se esperaba que ambos estuvieran presentes en Sandringham, como lo hicieron el año pasado, cuando incluso participaron en la caminata navideña hacia la iglesia de Santa María Magdalena en los terrenos de la finca.
Sin embargo, informes recientes sugieren que Ferguson fue quien alentó al príncipe Andrés a declinar la invitación real, posiblemente para evitar la atención mediática en medio de las controversias que rodean al duque de York, incluyendo su supuesta conexión con un presunto espía chino.
La relación de Sarah Ferguson y el príncipe Andrés
En entrevistas recientes, Sarah Ferguson reafirmó su apoyo incondicional al príncipe Andrés. En una conversación con The Sunday Times, describió al duque como “un gran hombre con un gran corazón” y destacó que, pese a las dificultades, su relación sigue siendo sólida.
Ferguson señaló que volvería a casarse con él “al 100 por ciento”, recordando su boda en 1986 como “el mejor día de su vida”. A pesar de su divorcio, la pareja mantuvo una relación cercana, lo que se refleja en su convivencia y en sus decisiones conjuntas sobre cómo manejar su vida pública.
Un cambio en las dinámicas familiares
Este año, la tradicional Navidad en Sandringham tendrá una composición distinta. La decisión de Beatriz y Eugenia de pasar las festividades con sus suegros marca un hito en sus vidas personales y también refleja un cambio generacional en la familia real.
Mientras que sus padres optan por una celebración privada en Windsor, las hermanas inician una nueva etapa que muestra el balance entre sus responsabilidades reales y su vida personal.
Desde su infancia, Beatriz y Eugenia pasaron la mayoría de las Navidades en Sandringham, pero esta es la primera vez que eligen una alternativa diferente por motivos personales.
Su elección coincide con una creciente atención mediática hacia las dinámicas internas de la familia real, en las que las tradiciones, aunque importantes, parecen estar adaptándose a las realidades modernas y las prioridades familiares de cada miembro.
Reflexión sobre los cambios en la familia real
La ausencia de las princesas York y de sus padres en las celebraciones navideñas resalta las transformaciones en la estructura y dinámica de la familia real.
Mientras el rey Carlos lidera la reunión anual, otros miembros toman decisiones que reflejan no solo las tensiones externas, sino también la evolución personal de cada uno.
Aunque las festividades continúan como un símbolo de unidad familiar, estas ausencias dan a conocer cómo las prioridades y los contextos individuales están moldeando un nuevo capítulo en la historia de la realeza británica.