Mandíbulas y espejos: la genética de los Habsburgo reflejada en el arte

Velázquez inmortalizó la grandeza de la corte, pero también el deterioro genético que socavaba al linaje de la corona

Guardar
El espejo de Las Meninas muestra a los reyes, pero su verdadera posición en la escena sigue siendo un misterio
El espejo de Las Meninas muestra a los reyes, pero su verdadera posición en la escena sigue siendo un misterio

Las Meninas”, la icónica pintura de Diego Velázquez, ha desconcertado y maravillado a críticos y espectadores desde que fue creada en 1656. En este intrigante cuadro, el artista nos introduce en el corazón de la corte de Felipe IV, capturando un instante cotidiano de la vida real, pero impregnado de complejidad y misterio. La infanta Margarita, rodeada por sus damas, se encuentra en el centro de la composición, mientras el propio Velázquez, pincel en mano, se incluye discretamente en la escena.

Pero lo que realmente ha desconcertado a los expertos es el enigmático espejo que aparece al fondo, donde se reflejan los reyes, Felipe IV y Mariana de Austria: ¿están presentes en la escena o se encuentran fuera de ella? Este juego visual de realidad y reflejo parece aludir a la representación del poder, y también a su fragilidad. Detrás del brillo de la monarquía, existía un oscuro secreto que afectaba a muchas familias reales europeas: la endogamia, y en especial, su impacto sobre los Habsburgo, la poderosa dinastía que gobernó España durante siglos.

La endogamia en los Habsburgo: poder y deformidad

La dinastía de los Habsburgo, una de las casas reales más influyentes de Europa, mantuvo su dominio en diversos territorios, desde España hasta Austria, durante más de dos siglos. Para proteger y consolidar su poder, recurrieron sistemáticamente a los matrimonios consanguíneos, una práctica común entre las familias reales de la época. Estos matrimonios entre parientes cercanos tenían un objetivo claro: preservar la pureza de la línea de sangre y evitar que otras casas nobiliarias ganaran influencia o reclamaran los tronos que los Habsburgo controlaban. Sin embargo, esta estrategia política tuvo un alto precio biológico, desencadenando serias malformaciones genéticas que afectaron de manera devastadora a varios de sus miembros.

Estudios modernos sobre los retratos de los Habsburgo revelan la profunda relación entre la consanguinidad y las malformaciones faciales - (EFE)
Estudios modernos sobre los retratos de los Habsburgo revelan la profunda relación entre la consanguinidad y las malformaciones faciales - (EFE)

La consecuencia más visible de esta endogamia fue la mandíbula de los Habsburgo, una deformidad caracterizada por un prognatismo mandibular severo, es decir, una mandíbula inferior exageradamente prominente. A lo largo de las generaciones, esta malformación se volvió tan usual que llegó a ser un rasgo distintivo de la familia. Sin embargo, este no fue el único efecto negativo de la consanguinidad. Muchos Habsburgo también sufrieron de deficiencias maxilares, anomalías físicas y trastornos hereditarios que afectaron su salud y, en algunos casos, su capacidad para gobernar.

Un claro ejemplo de los efectos de esta política matrimonial es Carlos II, apodado “El Hechizado”, quien encarna las peores consecuencias de la consanguinidad de los Habsburgo. Carlos II, último monarca de la dinastía en España, no solo presentaba una pronunciada deformidad facial, sino que también padeció de graves problemas de salud desde su nacimiento. Incapaz de engendrar herederos, su vida estuvo marcada por dolencias físicas y mentales, que lo convirtieron en una figura trágica en la historia de la monarquía española. Su grado de consanguinidad era extremadamente alto, con un 25% de genes repetidos, lo que significaba que sus padres compartían una gran parte de su material genético.

Apodado "El Hechizado", Carlos II fue el último representante de los Habsburgo en España, cargando con las consecuencias genéticas de siglos de endogamia - (Captura de video)
Apodado "El Hechizado", Carlos II fue el último representante de los Habsburgo en España, cargando con las consecuencias genéticas de siglos de endogamia - (Captura de video)

El estudio genético de la endogamia en los Habsburgo

El impacto de la endogamia en la familia Habsburgo ha sido objeto de investigaciones modernas. Un estudio reciente, realizado por un equipo de genetistas de la Universidad de Santiago de Compostela y publicado en la revista Annals of Human Biology, confirma la estrecha relación entre la consanguinidad y las malformaciones faciales de los Habsburgo. En esta investigación, se analizaron 66 retratos de 15 miembros de la dinastía, en los que se identificaron y clasificaron características como el prognatismo mandibular y la deficiencia maxilar. La mayoría de los retratos provienen de colecciones del Museo del Prado y del Museo de Historia del Arte de Viena, los principales guardianes de estos valiosos registros visuales.

El estudio reveló que cuanto mayor era el grado de consanguinidad, más pronunciadas eran las malformaciones. Por ejemplo, Felipe IV, quien se casó con su sobrina Mariana de Austria, presentaba uno de los casos más severos de prognatismo mandibular. Estos matrimonios entre familiares cercanos, repetidos una y otra vez durante más de 200 años, condujeron a un aumento en la transmisión de rasgos genéticos recesivos, lo que resultó en una disminución de la aptitud genética de la familia. Este fenómeno se reflejaba también en problemas de salud crónicos que afectaron la longevidad y la capacidad de los monarcas para ejercer sus funciones.

Velázquez coloca a la infanta en el centro del cuadro, simbolizando el futuro incierto de una dinastía marcada por la genética - "Las Meninas",  la obra maestra del pintor español Diego Velázquez
Velázquez coloca a la infanta en el centro del cuadro, simbolizando el futuro incierto de una dinastía marcada por la genética - "Las Meninas", la obra maestra del pintor español Diego Velázquez

La decadencia genética de los Habsburgo

Los Habsburgo, que durante siglos controlaron un vasto imperio que incluía España, los Países Bajos y gran parte de Europa Central, creían que los matrimonios dentro de la familia garantizarían la unidad de sus dominios y la estabilidad de su linaje. Sin embargo, lo que no podían prever era que este aislamiento genético terminaría debilitando a la familia, tanto física como políticamente. Aunque lograron evitar alianzas externas, la consanguinidad acabó debilitando la salud de los miembros de la familia hasta tal punto que no pudieron continuar la línea de sucesión.

El caso de Carlos II es quizás el ejemplo más extremo, pero no fue el único. Felipe el Hermoso, Carlos I y otros miembros de la familia también mostraron signos de las consecuencias genéticas de la endogamia, aunque en grados menores. El declive físico de los Habsburgo coincidió con una crisis política que contribuyó al fin de su dinastía en España con la muerte de Carlos II en 1700, sin un heredero directo, lo que llevó a la Guerra de Sucesión Española y marcó el final del dominio de los Habsburgo en el país.

La muerte sin descendencia de Carlos II desencadenó la Guerra de Sucesión Española, sellando el destino de los Habsburgo en España - Retrato de "Felipe el hermoso" (c. 1496-1500), atribuido a Juan de Flandes (Museo de Historia del Arte de Viena)
La muerte sin descendencia de Carlos II desencadenó la Guerra de Sucesión Española, sellando el destino de los Habsburgo en España - Retrato de "Felipe el hermoso" (c. 1496-1500), atribuido a Juan de Flandes (Museo de Historia del Arte de Viena)

Así, la búsqueda de poder y control por medio de matrimonios consanguíneos, lejos de fortalecer a la dinastía de los Habsburgo, contribuyó a su decadencia. La “mandíbula de los Habsburgo”, además de convertirse en un símbolo de la familia, fue un recordatorio de los peligros de la endogamia prolongada.

Guardar