En un evento que prometía ser solo una reunión más dentro de la alta sociedad europea, los destinos de Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro quedaron entrelazados. Todo comenzó en Sevilla , durante la Feria de Abril de 1999, donde una fotografía imprevista selló el primer encuentro de lo que sería una relación destinada a cambiar sus vidas y escribir una nueva historia en la realeza neerlandesa.
La historia de Máxima Zorreguieta, revela detalles fascinantes de su vida personal y su ascenso a la realeza, ahora es relatada en una serie protagonizada por Delfina Chaves. Esta serie está basada en el best-seller “Máxima Zorreguieta: Madre Patria” de Marcia Luyten y contribuye a alimentar la curiosidad y admiración por una reina que se enamoró primero de un príncipe y luego de todo un país.
El inicio
En 1995, Máxima Zorreguieta, licenciada en Finanzas en la Universidad Católica Argentina (UCA), decidió expandir sus horizontes profesionales trasladándose a Nueva York. Allí, trabajó en el prestigioso Deutsche Bank y habitaba un departamento en Chelsea junto a su entonces novio, Dieter Zimmermann. Sin embargo, la relación no prosperó, y cuando Máxima asistió a la Feria de Abril de Sevilla en 1999, estaba soltera, enfocada en su carrera y en disfrutar de la fiesta.
Fue en aquella feria donde el romance floreció de manera inesperada. Máxima, cautivadora detrás de su cámara fotográfica, robó el corazón del príncipe Guillermo Alejandro con su presencia. El príncipe quedó deslumbrado.
La curiosidad de Máxima aumentó al saber que un príncipe estaría presente, aunque aún desconocía su identidad en aquel momento. Sin embargo, el destino había unido sus caminos, y Guillermo quedó cautivado por completo. Ambos empezaron a hablar entre tres y cuatro veces al día.
Después de tres semanas, el príncipe emprendió un vuelo a Nueva York, impulsado por el deseo de encontrarse con su nueva ilusión. La chispa del amor había prendido en sus corazones y una historia, que desafiaría las convenciones, perduraría en el tiempo.
El crecimiento del romance
La comunicación entre Máxima y Guillermo fue constante y profunda. Compartieron largas conversaciones por teléfono, lo cual cimentó su relación. “Le dije a mi madre: Se llama Máxima, es argentina y vive en Nueva York. Por ahora, no me preguntes más”, confesó Guillermo Alejandro a su madre, la Reina Beatriz.
Decidieron que mantendrían en secreto por un tiempo más su historia de amor, hasta que un fotógrafo argentino, Henry Von Wartenberg, les sacó una foto caminando por Soho, en Nueva York.
La noticia la dio a conocer la revista holandesa Party en su edición del 17 de noviembre de 1999. A las pocas horas, otros medios compartieron la noticia. “Nacía un amor histórico”, escribieron los autores en uno de los libros que retrata en profundidad la vida de Máxima. Después de su primer encuentro en Sevilla y su visita en Nueva York, la pareja disfrutó de un crucero por la costa italiana, seguido de intensos rumores y atención mediática al descubrirse la relación.
El compromiso y la boda real
El pedido de matrimonio ocurrió en el Palacio Huis Ten Bosch en los Países Bajos. Guillermo Alejandro expresó su amor con estas palabras: “Te amo, Máxima. Quiero compartir mi vida, mi futuro, mi reino contigo. ¡Quiero que nos casemos!” La boda tuvo lugar el 2 de febrero de 2002, con Máxima luciendo un vestido de novia diseñado por Valentino, adornado con diamantes.
El casamiento fue celebrado en la Nieuwe Kerk de Ámsterdam en una ceremonia, aunque notablemente sin la presencia del padre de Máxima, Jorge Zorreguieta, quien había sido ministro de Agricultura durante la dictadura en Argentina.
La coronación real
El 30 de abril de 2013, a las 9:25 am de Argentina, el hijo de la reina Beatriz de Holanda juró formalmente como nuevo rey de los Países Bajos. La ceremonia fue en una iglesia llamada Nieuwe Kerk. Comenzó con una carta del nuevo rey a su madre, quien se emocionó hasta las lágrimas. El rey dijo: “Querida madre, siempre fue consciente de sus responsabilidades. Además, fue madre, esposa y jefa de familia. Ahora me toca seguir su camino”.
Vida en la realeza
Máxima y Guillermo Alejandro tuvieron tres hijas: Catalina Amalia, nacida en 2003 y heredera al trono, Alexia en 2005 y Ariane en 2007. La vida de la pareja se desenvolvió entre deberes reales y la educación.
La educación de su primera hija, Amalia, no fue fácil porque Máxima tenía una idea sobre la crianza de sus hijos diferente a la de su esposo. La diversidad cultural fue el primer obstáculo con el que se encontró en su embarazo. Las mujeres neerlandesas no suelen tener nodrizas ni niñeras, envían a la escuela pública a sus hijos y retoman su vida laboral casi de inmediato después del parto. En su caso, haber dado a luz a una princesa no le dio privilegios, sino que la atención fue igual que la de cualquier otra embarazada.
Si hay algo en lo que coincidieron Máxima y Guillermo fue en la exposición que tendrían sus hijas durante su niñez. Concluyeron en que la crianza de las princesas no estaría expuesta a la vida pública. Así, trataron que sus hijas Amalia, Alexia y Ariane tuvieran una infancia lo más normal posible, sin la mirada de la opinión pública.
La familia real: hogar y actividades
El Palacio Huis ten Bosch, ubicado en La Haya, se ha convertido en la residencia principal de los reyes de los Países Bajos, así como de sus hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane. La renovación del palacio, que se prolongó durante cuatro años, tuvo un costo de más de 63 millones de euros y concluyó en 2019, justo antes de que la familia real se instalara en la histórica residencia.
El Palacio Huis ten Bosch fue originalmente diseñado y construido entre 1645 y 1648 siguiendo un estilo renacentista con influencias de la arquitectura neerlandesa clásica. Situado en el bosque de Haagse Bos, el palacio ofrece un entorno natural tranquilo y ha sido hogar de diversos miembros de la familia real a lo largo del tiempo, incluyendo a la princesa Beatriz, quien residió allí entre 1980 y 2013.