Los perros son las mascotas que más presencia tienen en los hogares del mundo. Su historia cercana a las personas lleva más de 35.000 años y tiene parte de su razón de ser en el ADN de este animal, que es casi idéntico al del lobo. En ese sentido, en el período paleolítico -que marcó los inicios de la vida humana- los habitantes domesticaron a un grupo de lobos científicamente denominado Canis Lupus, que merodeaba los campamentos en busca de calor y de alimentos. Fue el comienzo de una relación que perdura hasta hoy.
Un vínculo de tantos años no puede hacer más que perfeccionarse y ser más profundo. Hoy en día -gracias a los avances científicos y a nuestra propia experiencia- tenemos abundante información sobre los perros y sabemos cómo convivir con ellos y con su instinto. A su vez, esta especie a la que le brindamos tanto cariño sabe mucho sobre nosotros. Incluso más de lo que creemos.
El estrés
Una de las capacidades innatas de detección y de conocimiento de los perros tiene que ver con las situaciones estresantes que vivimos los humanos casi a diario. Recientemente, una investigación de la Queen’s University Belfast, en Irlanda del Norte, convocó a 36 personas que fueron sometidas a desafíos matemáticos que debían resolverse de inmediato. En ese contexto, recolectaron ejemplares de sudor y de aliento de cada participante y realizaron informes sobre los niveles de estrés.
Posteriormente, cuatro perros fueron educados para alertar a los investigadores ante determinados olores y, así las cosas, recibieron muestras de estrés y de los momentos previos de relajación tomadas con cuatro minutos de diferencia. ¿El resultado? Todos los animales detectaron correctamente la muestra estresada.
“Los hallazgos muestran que nosotros, como humanos, producimos diferentes olores a través de nuestro sudor y aliento cuando estamos estresados y los perros pueden distinguirlo de nuestro olor cuando estamos relajados, incluso si es alguien a quien no conocen”, indicó Clara Wilson, una de las autoras de este estudio.
Las mentiras
Todos y todas alguna vez mentimos. Por la razón que sea, podemos omitir la verdad y sentirnos satisfechos porque esquivamos una situación incómoda o porque ganamos una discusión con este recurso. Sin embargo, aunque nadie sospeche de nuestra falacia, los perros sí pueden percibirla.
Un estudio realizado por expertos de la Universidad de Viena investigó a 260 canes border collie, golden retriever y schnauzer para observar cómo reaccionaban ante una mentira. ¿Cómo lo probaron? En primer término, generaron un vínculo de confianza entre el animal y un humano. Luego dispusieron dos cubos idénticos, de los cuales uno tenía comida. En el ensayo, la persona le indicaba erróneamente al animal en cuál cubo estaba su alimento. La sorpresa llegó cuando vieron que los perros siguieron su propio instinto y eligieron el repositorio correcto.
Ludwig Huber, uno de los autores de este estudio, analizó en la revista especializada New Scientist: “Tal vez los perros piensan que la persona tiene su mismo conocimiento y, aun así, le está dando información incorrecta. Por lo tanto, es posible que lo vean como intencionalmente engañoso, lo cual en definitiva es mentir”.
El enojo
Cuando los perros cometen alguna travesura, es habitual que las personas les llamen la atención o les hagan saber de alguna forma que no deben repetirla. En ese sentido, el profesor especializado en animales Nathan Lents, quien integra el John Jay College de Nueva York, se refirió a la típica posición de estos animales cuando los advertimos por una acción dañina: la mirada y la cabeza gachas y la cola escondida entre las piernas, que tienen que ver con una “reverencia de disculpas” ante nuestro enojo.
De acuerdo a la visión de Lents publicada en Psychology Today este comportamiento está relacionado a los lobos, que comparten muchas características con los canes -de hecho, se diferencian genéticamente en sólo un 0,5%-. “Los gestos asociados con la reverencia de disculpa imitan la acción que se da cuando un lobo muestra sumisión ante otro ejemplar más dominante y de mayor rango”, aseveró el experto.
Como se ve, los perros pueden percibir nuestro estrés, nuestras mentiras y los disgustos en cuestión de segundos, respondiendo de diversas maneras ante estas situaciones. Si creíamos conocer a estos adorables animales a la perfección, ahora debemos tener en cuenta que ellos también saben mucho de nosotros.
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