¿Deberíamos dejar que nuestro perro duerma con nosotros? Esta pregunta es una poderosa fuente de conflicto.
La respuesta es controvertida porque mientras algunos no dudan en aceptarlo ventajosamente otros no exentos de parte de la razón lo descartan de plano aduciendo argumentos sanitarios y de regularidad del sueño.
Muchos investigadores, no teniendo en cuenta las características conductuales del animal, afirman que los animales que duermen con sus tutores humanos tienden a tener un vínculo más estrecho ya que esta es una gran muestra de confianza por su parte.
Cuando un perro o un gato duermen con sus dueños, experimentan un aumento de neurotransmisores cerebrales como la dopamina o la oxitocina, que son las llamadas “hormonas del bienestar o del amor”. Este es un aporte emocional con gran impacto beneficiosos para su salud física.
Un aspecto en contra del colecho es el conductual para los perros. Sabemos que los perros deben tener un lugar de descanso exclusivo y que éste constituye uno de los recursos por los que un animal “lucha” en la vida por ello el compartirlo puede traer conflictos con desagradables consecuencias.
Los principales inconvenientes de dormir con nuestro animal de compañía son los “microdespertares”. Este fenómeno puede ser provocado por los ronquidos o los cambios de posición de nuestro perro cuando duerme con nosotros y puede suceder sin que ni siquiera nos demos cuenta, pero igualmente lograrán la interrupción del sueño.
Cada vez que se interrumpen los ciclos de sueño, empeora la capacidad del cerebro para repararse a nivel celular, para consolidar recuerdos, para almacenar nueva información y para preparar el cuerpo para un rendimiento adecuado.
Los gatos son animales nocturnos, por eso suelen moverse más que los perros en la noche, pero al ser pequeños, sus movimientos pasibles de despertarnos son mucho menos evidentes. Entonces, para los insomnes, los de sueño ligero o aquellas personas que tiene problemas para conciliar el sueño, puede ser que dormir junto a su animal del afecto se convierta en un auténtico tormento.
Las personas que padecen asma, o una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, no deberían permitir que su perro o su gato subiesen con ellos a la cama. Puede parecer evidente, pero si el simple contacto con el pelo de nuestro perro nos provoca alguna molestia o nos impide respirar con normalidad la salud debe prevalecer como una prioridad.
Los más beneficiados de dormir junto a su perro son los que padecen depresión o ansiedad porque en ellos el animal puede actuar como una almohada grande, una manta grande y el hecho de sentir esa criatura peluda, tierna y cómoda hará disminuir la ansiedad y mejorar el estado depresivo.
Nuestros perros pueden proporcionar un gran apoyo psicológico no solamente cuando estamos despiertos, también cuando estamos dormidos. Aprovechar esta simbiosis entre ambos puede aportar beneficios siempre y cuando tengamos en cuenta las desventajas al aplicarlo en cada caso.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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