A muchos perros les gusta jugar con castañas o nueces caídas del árbol como si se tratara de pelotitas. Sin embargo, lo que parece un inocente juego puede tener consecuencias mortales. Porque si el animal se traga una de ellas, corre el riesgo de que esto le provoque una obstrucción intestinal poniendo en peligro su vida.
Tina Hölscher, veterinaria de la organización protectora de animales Aktion Tier de Alemania afirma que en el otoño del Hemisferio Norte es muy común que la gente haga jugar a sus perros con castañas, nueces y/o otro tipo de frutos similares.
"Los que más riesgo corren son los cachorros, que siempre son más juguetones", advierte Hölscher. Añade que el dueño no siempre se da cuenta de que su mascota se tragó una castaña.
“Los primeros síntomas de una obstrucción son los vómitos o el estreñimiento, mientras que en otros casos, les da diarrea”, describe la veterinaria acerca de los síntomas.
Más tarde aparecen la pérdida de apetito, la apatía y el dolor de estómago. Cuanto antes se llame al veterinario, mejor. Sin embargo, incluso para éstos no siempre es fácil arribar a un diagnóstico, sobre todo cuando el dueño del animal no se dio cuenta de si su mascota se tragó una castaña.
El problema es que este cuerpo extraño presiona la pared del intestino que por eso mismo no se irriga y muere, de acuerdo con la veterinaria.
Estas partes muertas del intestino llevan casi siempre a la muerte del animal. La única opción en estos caos es una operación de emergencia mediante la cual se extirpan las áreas afectadas y la castaña para salvar al perro.
Ideas para jugar con tu perro
El juego es un comportamiento natural de los perros que al igual que en la especie humana imita las pautas de la vida adulta.
Los perros mantienen conductas infantiles durante toda su vida. A esta condición se la llama neotenia.
El juego lo ayuda a conocer el funcionamiento de las cosas, a aprender reglas básicas de conducta, a poder controlar su fuerza y a desarrollar habilidades y destrezas, como por ejemplo reaccionar correctamente a los estímulos y frente a situaciones inesperadas.
Jugando puede evaluar las habilidades propias frente a las del otro, puede aprender a distinguir en qué perros y personas confiar y aprender reciprocidad y capacidad de negociación.
Los juegos con otros perros favorecen la fuerza bruta y el instinto cazador mientras que los juegos con seres humanos desarrollan la cooperación y la inteligencia.
En ambos casos los perros aprenden a respetar a los demás liberando energía física y emocional, lo que contrarresta la aparición de estrés, ansiedad y agresividad.
El juego no descarga solo energía física si no emocional, mental y disciplina y calma a muchos animales hiperactivos y destrozones.
Los momentos de juego son los que se deben aprovechar para educar al cachorro, tanto en el control de la mordida como en el ejercicio de la obediencia y permiten demostrar que somos nosotros los que tenemos el control.
Las variantes de juegos con perros son muchas y van desde el juego doméstico, desorganizado, esporádico y eventual hasta la rutina deportiva, ordenada y sistemática del agility, el disc dog, y otros deportes caninos.
Sea de una forma o de otra los perros necesitan jugar y deben hacerlo en compañía y no siempre solos ya que son una especie social por excelencia.
Un cachorro debe pasar sus dos primeros meses con la madre y sus hermanos, si los tuviera, para aprender a controlar su boca.
Es lo que se conoce como inhibición de la mordida.
Si el cachorro muerde con mayor energía o brusquedad que la pautada las tetas de su madre mientras está mamando la madre lo va a sacar y lo va a dejar sin comer como un método drástico de aprender a regular la intensidad de la mordida.
Lo mismo ocurre si en el juego con sus hermanos o con su propia madre se extralimita en la potencia de la mordida: el afectado va a emitir un quejido fuerte y específico que le va a permitir continuar el juego si el otro se controla.
Cuando el cachorro es destetado y se integra a nuestra casa, ya en la segunda etapa de su vida, serán los humanos integrantes de su nueva manada los encargados de inhibir su mordida y regularla.
Pero, ¿Cómo se hace? Muy fácil: imitando a la madre y repitiendo sus conductas.
Movamos intensamente un juguete favorito de nuestro perro, (es importante moverlo porque nunca se juega con una presa que ya está muerta).
Si durante el juego muerde nuestra mano emitamos un chillido agudo. Esperemos unos segundos y luego sigamos jugando.
Si vuelva a morder la mano volvemos al chillido y damos por terminado el juego.
Repitamos este procedimiento en sesiones de no mas de diez minutos para que el cachorro no se canse ni se sobreexcite.
Habremos actuado como su madre lo hacía.
Así entenderá que debe tener cuidado con su boca al morder tu mano.
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