El festejo del Día Nacional del Caballo en el país, celebrado este 20 de septiembre, es una iniciativa de la Federación Ecuestre Argentina que reconoce así la importancia de este animal en la historia del país como “homenaje a la participación del equino en la organización histórica y económica, y en la vida deportiva de la Argentina”. Se celebra esta fecha en recuerdo a la llegada de Aimé Félix Tschiffely a Nueva York.
Se trata de un jinete suizo que realizó un intenso itinerario por la geografía americana, en un recorrido que se prolongó desde abril de 1925 hasta septiembre de 1928 y que le permitió demostrar la resistencia de los caballos criollos.
En relación a su particular dieta, heno, avena y zanahorias suelen ser los principales productos que la gente asocia con la alimentación de los caballos. Pero la realidad es muy distinta.
Los dueños de caballos los alimentan con generosas porciones de forraje con levadura, hierbas, polvillos y aceites, algunos para el tracto digestivo y otros para la salud de los cascos y también para mantener el espíritu equilibrado. Pero, ¿son necesarios?
Lo que está fuera de discusión es que un caballo necesita principalmente forraje, es decir un alimento rico en estructura, y en forma más o menos constante, porque las largas pausas sin alimentación afectan el frágil tracto digestivo de los animales.
De 9 a 12 kilos de heno de alta calidad al día
El forraje se compone principalmente de heno, pastos y paja. La Federación Ecuestre Alemana (FN) recomienda, como mínimo, de 1,5 a 2,0 kilogramos de forraje por cada 100 kilogramos de peso del caballo. Esto supone entre nueve y 12 kilogramos de heno por día para un caballo de 600 kilogramos.
En teoría, esto debería ser todo. “El heno de alta calidad posee suficientes sustancias nutritivas para que un caballo pueda vivir e incluso realizar trabajos ligeros sin problemas con una alimentación a base de una cantidad suficiente de heno de alta calidad”, explicó la veterinaria Lisa Mihsler-Kirsch.
El acento está puesto en la alta calidad: “El heno bueno es raro de encontrar. A menudo no tiene suficiente calidad”, señaló por su parte Ellen Kienzle, profesora de nutrición animal de la Universidad de Múnich.
“Por eso puede ser necesario suplementar con alimentos minerales, porque el heno ya no contiene todos los nutrientes importantes”, añadió.
Los propietarios de caballos no pueden identificar fácilmente qué es lo que contiene el heno, porque en la mayoría de los casos no envían regularmente a analizar el forraje. Sin embargo, la ubicación de la granja de origen del alimento puede proporcionar información sobre sus deficiencias nutricionales.
El forraje concentrado, muy calórico
La suplementación con forraje concentrado tiene sentido en el caso de caballos a los que se les exige un alto rendimiento.
La avena es especialmente valiosa para los caballos desde el punto de vista dietético, pero también tiene un alto valor energético.
“A algunos caballos esto se les sube a la cabeza y se vuelven tan activos que para algunos propietarios se vuelve difícil manejarlos”, precisó Kienzle. En esos casos, la experta recomienda evitar la avena.
“Vemos una gran cantidad de caballos obesos”, sostuvo Kienzle. “La mayoría de los propietarios de caballos los alimenta demasiado y no hace que sus animales se muevan lo suficiente”.
Algunos han optado por alimentar a sus caballos con un muesli sin cereales, que suele tener menor poder energético pero cuenta con un alto contenido en fibra cruda y contiene, por ejemplo, hierba de la pradera y alfalfa.
“Esto solo tiene sentido si el caballo necesita energía adicional además del heno, así que no es lo recomendable para los caballos excedidos de peso”, explicó Kienzle.
También se suele dar a menudo fruta y verdura a los caballos, además del forraje normal y el concentrado.
“Medio kilo de zanahorias al día le hace bien a los caballos”, afirmó Kienzle. Las zanahorias contienen caroteno, un compuesto importante para obtener vitamina A.
En tanto, la experta aconseja tener un poco más de cuidado con las manzanas, porque provocan gases, y las bananas, porque engordan.
Terrones de azúcar, “la frutilla del postre”
Si las palabras claves son “alimentos que engordan”, las golosinas no deben ser depreciadas. Contienen en general mucha azúcar, colorantes y aditivos.
Por eso, Kienzli dice que unos pocos terrones de azúcar son más beneficiosos que muchas golosinas. Pero la experta aclara que no deberían ser más de cinco o diez terrones de azúcar al día.
Luego de una jornada de trabajo, muchos jinetes dan a sus caballos, como gratificación, una pasta que se prepara con salvado de trigo, linaza y agua caliente. Los caballos adoran este caldo espeso.
“Esta preparación es de fácil digestión y favorece el funcionamiento del aparato digestivo”, ejemplificó la veterinaria Mihsler-Kirsch.
“Pero a causa del efecto purgante que tiene y de su alto contenido de fósforo, por lo general no se debería alimentar al caballo con salvado de trigo más de dos o tres veces por semana”, agregó.
¿Y qué pasa con la levadura, las hierbas, los polvos y los aceites? “La mayoría de las veces son innecesarios”, descrbió Kienzle.
La levadura puede ser a veces buena para la digestión, pero no permanentemente, y además algunos caballos no la toleran, por lo que puede tener el efecto contrario.
Por otro lado, muchas hierbas apenas han sido investigadas como alimentación para caballos, al tiempo que el aceite engorda y se pone rancio muy rápidamente. Si no es administrado de inmediato, puede incluso ser perjudicial.
Con información de DPA y fotos de Getty Images
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