Si hay una cosa que saca a relucir las tendencias posesivas de los perros, es la comida. Entre cualquier grupo de mamíferos, ya sea una manada de leones o una jauría de lobos, nada afecta tanto a la supervivencia como el poder conseguir suficiente alimento y comerlo antes de que lo haga otro.
Algunos perros han refinado sus instintos posesivos al punto de semejar un deporte de velocidad. Se agazapan sobre sus platos y devoran su comida para asegurarse que ningún otro obtendrá siquiera un bocado de ella. Mientras tanto, miran de lado a lado por si se acercan ladrones de comida. Algunos se ponen abiertamente agresivos, y gruñen si alguien se acerca.
El plato ni siquiera tiene que estar lleno para disparar sentimientos de protección ya que muchos perros consideran a sus platos de comida como verdaderas posesiones asociadas a ella. Probablemente imaginan que la comida podría aparecer allí en cualquier momento. De tal modo que el plato es mucho más que un simple plato es una valiosa posesión.
Tampoco es sólo el plato que protegen, sino también el espacio que lo rodea. Esto, en parte, se debe a lo que se llama el instinto de la guarida y lo que llamamos distancia crítica. Los perros en la naturaleza silvestre siempre vivían en espacios cálidos y encerrados llamados guaridas. Podría haber sido una caverna o una casucha abandonada. También podría haber sido un pozo en la tierra, rodeado de árboles. Los perros consideraban que su guarida era su castillo, y los extraños que se acercaban no eran bienvenidos. Así que hacían lo que debían hacer para proteger su espacio.
Además, a los perros, como a todos, les usta de la paz y la tranquilidad cuando comen. Actuar a la defensiva es su forma de asegurarse de que nadie se acercará lo suficiente como para robarles la comida.
Pueden estar gruñones y malhumorados cuando hay demasiada actividad alrededor de sus platos de comida, aun cuando falte mucho tiempo para la hora de comer.
Para un perro, un plato vacío de comida es simplemente una comida que está por comenzar. Y no hay nada como una pequeña rivalidad para estimular los sentimientos con respecto a la protección de la comida.
Los perros que conviven con otros perros podrían considerarse rivales en cuanto a la comida, bocados especiales, juguetes y atención. Esto tiene sentido porque los perros intuyen cómo piensan otros perros. Comprenden instintivamente que si ellos no comen su comida, se la comerá otro.
De alguna manera, la competencia entre los perros logra extenderse hasta incluir otros miembros de la familia. Ocurre cuando los sentimientos débiles de protección aumentan hasta llegar a miradas agresivas, gruñidos o peor. En ese momento, nuestro perro no nos ve como una presencia benigna y amistosa. Nos ve como un apetito competitivo.
Algunos perros protegen su plato simplemente porque no tienen suficiente para comer. Aquellos perros que están realmente hambrientos no exhibirán un buen comportamiento, y definitivamente no permitirán que su plato se aleje de su vista, si lo pueden evitar.
Aun cuando el estómago de un perro no emita ruidos, podrá proteger su plato si ha pasado hambre. Esto tiende a ser un problema con aquellos perros que han pasado su infancia como perros extraviados o abandonados. Como los niños hambreados en su infancia, recuerdan lo que es tener hambre y no van a permitir que vuelva a suceder.
Ya que cada perro necesita un número diferente de calorías, la única manera de asegurarse de que su perro recibe suficiente alimento es vigilar sus costillas. Deben estar casi visibles, pero agradablemente cubiertas de carne. Si son demasiado prominentes o inversamente, si no los puede ver, deberemos hacer algunos ajustes a la cantidad de comida.
Cuando los perros se encuentran en un espacio pequeño y restringido es cuando más posesivos se muestran. Es una forma de percepción así como de practicidad. Los perros que se perciben acorralados se sienten incómodos porque sospechan que habrá competencia por este recurso tan valioso.
Por otro lado, un espacio grande y abierto es complicado de proteger. La mayoría de los perros no se molestará en hacerlo. Ya que los perros protegen no sólo el plato sino también el espacio que lo circunda, es recomendable cambiar el plato de lugar constantemente, el lunes, en la cocina, el martes, en el porche, y así sucesivamente.
Cuando los perros comen en lugares diferentes todos los días, le dan menos importancia al plato que a la comida en él. Tenemos tendencia a generar hábitos y uno es el lugar donde el perro come. Ese es el motivo por el cual el plato del perro, el comedero, tiende a ocupar siempre el mismo lugar. Los perros los observan y piensan: “Mío”. Uno puede hacer que el plato sea incidental y de poca importancia simplemente al levantarlo después de cada comida.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
SEGUIR LEYENDO: