A esta altura, nos quedan pocas dudas de que en casa tenemos un lobo modificado genéticamente que llamamos perro y que tiene con él pequeñas, formales pero trascendentes diferencias.
Los lobos cazan en manada, en grupo, en conjunto, en patota.
Así, acechan a la presa, la persiguen, la rodean, la marcan y finalmente la atacan, compartiendo, en conjunto, el premio obtenido en un festín.
Cuando los lobos comen, lo primero que hacen es despanzurrar a la presa desgarrando su abdomen.
Así lamen la sangre de las heridas del ataque y luego comen la panza, el rumen, o sea el mondongo, y su contenido.
Más adelante, comen el hígado y otras vísceras compactas.
Por último, ya hacia al final y bien hacia el final del banquete, los lobos y en general cualquier carnívoro, comen recién la carne, o sea los músculos.
En esta etapa desgarran con vigor y comen carne con cuero y pelos, huesos y cartílagos.
Esta secuencia ocurre así y no de otra forma, por un lado por la facilidad de acceso a cada parte en cuestión y por otro lado porque algunos órganos se degradan más fácilmente que otros. Este conocimiento empírico pareciera tenerlo el lobo. Así lo que se pudre más tarde se puede comer después.
Dicho de otra forma, un cazador, un predador cualquiera, entre ellos el antecesor del perro, come al principio una mezcla equilibrada de mondongo, más el contenido de ese mondongo que no es otra cosa que una suspensión de bacterias y otros microorganismos, más pasto predigerido.
La cantidad de este primer bocado es impresionante ya que la capacidad de una panza o mondongo de un ciervo mediano puede llegar a cien litros.
Esto lo hace en la primera parte de su festín post-cacería.
A eso debe agregarse el aporte de las vísceras compactas (hígado, bazo, etc.), y luego el del cuero, pezuñas, pelos y por último el de la carne en sí, con su parte de tendones, membranas y ligamentos.
No hay que dejar de lado el importante aporte de la sangre fresca que es lamida con fruición por los cazadores.
Como vemos, la dieta, constituida de a una presa por vez, no es monótona ni mucho menos desequilibrada.
La dieta natural de un lobo, entonces, tiene de todo, y no sólo carne, como pretendemos hipotéticamente darle a nuestro perro.
Tiene fibra, proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales, todo fresco y accesible al instante.
Un viejo refrán italiano decía:
“Todos los días en África sale el Sol y una gacela comienza a correr para que no la alcance el león. Todos los días en África sale el Sol y un león comienza a correr para alcanzar a la gacela.
Seas tú león o gacela, cuando salga el Sol, comienza a correr...”
Tomaremos tan sólo como ejemplo a este refrán como ejemplo de que la supervivencia en la Naturaleza es una carrera y en esa carrera no se puede dar ventaja.
Por ello la gacela debe estar delgada y fibrosa, si quiere vivir, y por ende su carne será magra y algo dura.
O sea que los predadores la poca carne que comen, el poco músculo que digieren, en estado silvestre, en la libertad, es carne de presa.
Cuando alimentamos a nuestro perro, a veces tenemos una tendencia, a hacerlo con carne o con hueso y carne.
Esa carne pertenece a vacas criadas para el consumo y seleccionadas de acuerdo a nuestro gusto, que no escapan del predador, se trata de carne de cebo, con abundante cantidad de grasa.
En el mejor de los casos, a esa carne en general picada por razón de costos, la complementamos con vegetales tratando de armar una dieta balanceada, a ojo, en casa.
Esta costumbre, persiste aún en gran cantidad de hogares a pesar de la gran variedad y calidad de alimentos balanceados que hay actualmente para nuestros perros.
A través de los medios de comunicación y la aceleración del ritmo de vida, los alimentos balanceados para perros le han ganado a las medias reses y a la alimentación tradicional.
Cuando un perro come sólo carne, tiene la menos balanceada de las dietas y como vimos la más alejada de la realidad de su pariente silvestre al que sería deseable imitar.
Si en un intento de balanceo, a la carne le agregamos vegetales deberíamos ser poco expertos nutricionistas para coincidir con la calidad y cantidad necesaria de cada ingrediente.
Además si encima a la carne se la damos picada, nuestro perro tragará como una aspiradora, evitando el trabajo de desgarrado y desfibre tan notorio y valioso cuando nuestro perro muerde un trozo grande.
Esta es una de las cualidades que la dentadura le permite al perro facilitando su digestión notoriamente.
No se trata de permitir la cacería en el jardín del fondo de su casa para que su perro coma lo que debe.
No se asuste, lo importante es haber entendido que la carne sola no es buena y que su perro necesita algo más que eso.
No obstante, no desespere, con un poco de paciencia y buenos consejos con seguridad hallará un alimento balanceado acorde a su “lobo doméstico”.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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