Un sorprendente hallazgo arqueológico en las afueras de Londres dejó perplejos a expertos e interesados por igual.
Se trata de un hueso de pene de perro, pintado con ocre rojo, encontrado en un pozo que data de la época romana. Este descubrimiento planteó nuevas preguntas sobre los rituales y creencias de las antiguas comunidades en Gran Bretaña.
¿Qué encontraron los arqueólogos en el pozo de Nescot?
En 2015, un equipo de arqueólogos excavó un sitio llamado Nescot, cerca de la ciudad moderna de Ewell, aproximadamente a 19 kilómetros al sur de Londres.
En el lugar, encontraron un pozo de 4 metros de profundidad lleno de huesos humanos y de animales. Según informó Live Science, los restos datan de finales del siglo I y principios del siglo II.
Entre los hallazgos había huesos de más de 280 animales domésticos, como perros, caballos, cerdos y ovejas. Sin embargo, el 70% de los restos pertenecía a perros, muchos de ellos pequeños, como terriers o corgis, utilizados probablemente como mascotas o animales de compañía.
Ninguno de los restos presentaba indicios de haber sido descuartizados, afectados por enfermedades o expuestos a quemaduras, según reportó Phys Org, medio de ciencia que levantó el estudio del hallazgo.
Pero lo que más llamó la atención fue un báculo canino, el hueso del pene de un perro, pintado con ocre rojo.
“Este es el único ejemplo que pude encontrar de un pene real que posiblemente haya sido utilizado como objeto ritual”, expresó a Live Science, Ellen Green, bioarqueóloga de la Universidad de Reading, en su investigación publicada en el Oxford Journal of Archaeology.
¿Por qué pintar un hueso de pene?
El simbolismo del pene en la época romana estaba relacionado con la fertilidad, la buena suerte y la protección contra el mal de ojo. Según Green: “El pene tenía muchas asociaciones en el mundo romano y se utilizaba como amuleto de buena suerte y para alejar el mal de ojo”.
Es por esto mismo que los expertos llegaron a especular que el hueso pintado pudo haber sido parte de un ritual.
Mediante la utilización de técnicas de fluorescencia de rayos X, Green confirmó que el hueso estaba cubierto con óxido de hierro, un componente clave del ocre rojo.
Este pigmento no se encontraba de forma natural en el sitio, lo que indica que fue aplicado deliberadamente antes de depositar el hueso en el pozo.
Además, el pozo de Nescot contenía otros elementos que refuerzan la teoría de un ritual vinculado a la fertilidad.
Según Green, la abundancia de animales muy jóvenes es un detalle inusual en este tipo de yacimientos. Esto, junto con el ciclo agrícola de primavera y verano, sugiere que el lugar estaba relacionado con la fertilidad agrícola y la abundancia.
A pesar de todas las evidencias, Green reconoció que es imposible saber con certeza cómo o por qué el báculo pintado terminó en el pozo. Sin embargo, no tiene dudas sobre su singularidad.
“No he podido encontrar ningún otro caso similar de uso romano de ocre rojo sobre hueso, ni ningún ejemplo de la Edad de Hierro británica”, aseguró la experta a Live Science.
¿Cómo se utilizó el pozo de Nescot?
El pozo, excavado en piedra caliza, fue usado como lugar de enterramiento durante al menos 50 años, en nueve ocasiones diferentes.
Según Phys Org, Green explicó que algunos de los huesos encontrados parecían haber sido manipulados y luego redepositados, lo que refuerza la idea de un lugar con significado ritual recurrente.
La investigadora también agregó que perros y caballos estaban históricamente vinculados a las “diosas madres” en la Edad de Hierro y la Europa romana, lo que añade otra capa de contexto al hallazgo.
“Es casi seguro que el hueso del pene pintado quedó descarnado cuando se aplicó el ocre, debido a la dificultad logística de retirar la porción específica del pene de un perro descarnado”, concluyó Green en Live Science.