El 26 de junio de 2022, Sean Combs, más conocido como Puff Daddy (o Diddy), subió al escenario del Microsoft Theater de Los Ángeles para recibir el Life Achievement Award en los BET Awards, un galardón reservado para figuras afroamericanas que dejaron una huella significativa en la industria musical.
Sin embargo, lo que comenzó como una noche de celebración se transformaría en el detonante de un escándalo que sacudiría tanto a la estrella como a la industria del entretenimiento, reconstruye la historia la revista francesa Society.
En su discurso, P. Diddy recordó figuras importantes de su vida y rindió homenaje a su exnovia Cassie, agradeciéndole por haberlo apoyado “en los momentos oscuros”.
Esa mención improvisada, aparentemente inofensiva, llevó a Cassie a romper su silencio más de un año después. El 16 de noviembre de 2023, presentó una demanda en la que detallaba una década de abusos psicológicos, físicos y sexuales cometidos por Combs.
Una década de control y violencia
Según el documento de 35 páginas presentado en el tribunal federal de Nueva York, Cassie acusó a Diddy de someterla a un ciclo incesante de violencia y explotación.
La denuncia relata cómo, desde que se conocieron en 2005 cuando ella tenía 19 años y él 36, la joven fue controlada, aislada y abusada. En los años que siguieron, Combs supervisaba sus movimientos, introduciéndolo al consumo de drogas y organizaba encuentros sexuales coercitivos denominados “Freaks Off”.
Estas fiestas, en las que participaban hombres contratados, eran diseñadas bajo el control absoluto de Combs, quien las grababa y manipulaba cada detalle, tratándolas como “proyectos artísticos”.
Cassie describe un entorno en el que cualquier intento de alejarse era sofocado por la extensa red de aliados y empresas que protegían los intereses de Diddy. Incluso tras su ruptura en septiembre de 2018, el ciclo de abuso culminó en una agresión sexual en su propio hogar.
Dinero, silencio y un video revelador
El impacto de las denuncias iniciales parecía limitado. En noviembre de 2023, Combs resolvió la demanda fuera de los tribunales con un pago estimado en 30 millones de dólares.
Sin embargo, la controversia resurgió meses después, cuando CNN difundió un video de 2016 en el que se ve a Cassie siendo brutalmente agredida en un hotel. Estas imágenes cambiaron el tono del debate público y llevaron a nuevas denuncias contra el rapero.
El 25 de marzo de 2024, agentes del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos allanaron las propiedades de Diddy en Los Ángeles y Miami.
La operación incluyó la incautación de pruebas relacionadas con las decenas de denuncias que continuaban acumulándose. Tony Buzbee, abogado de las víctimas, estimó que podrían existir hasta 500 personas afectadas por los actos de Combs, que incluyen tráfico sexual, agresiones y explotación de menores.
El entorno cómplice de la industria
La caída de P. Diddy puso bajo escrutinio su figura, y también a la industria del entretenimiento. Durante años, Combs fue celebrado como uno de los empresarios más influyentes del hip-hop, acumulando una fortuna que lo posicionó entre los pocos multimillonarios del género. Sin embargo, el sistema que permitió su ascenso ahora enfrenta críticas por su aparente complicidad o indiferencia ante las acusaciones.
Desde su inicio en Uptown Records, donde Andre Harrell lo descubrió y le otorgó amplios poderes creativos, hasta su etapa como fundador de Bad Boy Records, Combs construyó una imagen de ambición implacable. Este carácter, según quienes lo conocieron, también se tradujo en relaciones personales marcadas por la manipulación y el abuso.
El escándalo actual no es el único episodio de controversia en la carrera de Combs. En 1999, estuvo implicado en un tiroteo en un club nocturno de Nueva York.
Aunque él y su guardaespaldas fueron absueltos, su protegido Shyne recibió una condena de 10 años de prisión. Este evento, como tantos otros, parecía haber reforzado la narrativa de un hombre que siempre encontraba la manera de eludir las consecuencias.
Un punto de inflexión
En el presente, Diddy permanece detenido en el Metropolitan Detention Center de Brooklyn, a la espera de su juicio en mayo de este año. Mientras tanto, el debate continúa: ¿cómo es posible que una figura de tanto poder y visibilidad haya podido operar durante décadas sin enfrentar la justicia?
El caso de P. Diddy es un reflejo inquietante de una industria que, durante años, pareció cerrar los ojos ante los abusos de sus figuras más prominentes. A medida que emergen más detalles y víctimas, está en juego el destino de un hombre, la reputación y la integridad de todo un sistema.