La historia de Rita Ebel, conocida como la “LEGO Oma” (la abuela LEGO), es un ejemplo extraordinario de cómo la creatividad puede derribar barreras físicas y sociales. Desde su ciudad natal, Hanau, Alemania, esta mujer de 66 años transformó los famosos bloques en rampas que facilitan la accesibilidad para personas en sillas de ruedas. Su trabajo fue destacado en una entrevista exclusiva con Ability Magazine, donde compartió los desafíos y logros de esta singular iniciativa.
Lo cierto es que Rita no siempre fue conocida por sus rampas. Hace 29 años, un accidente automovilístico cambió su vida al provocarle una parálisis incompleta, que le permite caminar pequeñas distancias con muletas, pero que la obliga a usar una silla de ruedas la mayor parte del tiempo.
Además, superó un diagnóstico de cáncer y dos matrimonios fallidos antes de encontrar estabilidad en su vida personal. A pesar de estas dificultades, su optimismo fue una constante. “No existe una situación que sea solo mala; siempre podemos encontrar algo bueno”, dijo.
Cómo surgieron las rampas de LEGO
El proyecto de rampas comenzó como parte de la iniciativa “Menschen in Hanau” (Humanos en Hanau). Inspirada por el trabajo de Corinna Huber en Bielefeld, quien construyó las primeras rampas de LEGO, Rita decidió replicar la idea en su ciudad, que carecía de accesibilidad adecuada.
Después de ponerse en contacto con Corinna para aprender el proceso, Rita construyó su primera rampa, enfrentándose a la falta de comprensión de muchos comerciantes locales. Sin embargo, ella insistió en la importancia de la independencia: “Un usuario activo de silla de ruedas no quiere detenerse frente a una puerta y pedir ayuda”.
Otro desafío fue reunir las piezas necesarias. Debido al alto costo de los bloques de LEGO y su valor sentimental, las donaciones eran escasas. Rita recurrió a redes sociales y a la ayuda de un vendedor en línea que donó grandes cantidades de bloques, lo que permitió completar los primeros proyectos.
Hoy en día, las rampas de LEGO requieren hasta 8 kg de bloques para superar un escalón de 15 cm, y el proceso puede llevar hasta cuatro horas de trabajo por carril. En ese sentido, Rita trabaja junto a su esposo: él construye las bases, mientras que ella se ocupa de la superficie, donde diseña motivos personalizados.
Cada rampa cuenta una historia única. Por ejemplo, para Mona, una niña de cinco años con paraplejía espástica hereditaria, Rita diseñó una rampa inspirada en Frozen, con figuras de Elsa y Olaf.
Los padres de Mona intentaron construirla sin éxito y contactaron a Rita, quien entregó personalmente la rampa y creó un vínculo especial con la niña y su familia. Este gesto ayudó a que en el jardín de infantes de la menor se hablara más abiertamente sobre la discapacidad, fomentando la inclusión.
Otro proyecto destacado fue una rampa decorada con osos de goma para una tienda de dulces, que se ha convertido en una atracción para los visitantes de Hanau.
Barreras legales y futuro del proyecto
A pesar de su éxito, las rampas de LEGO no están reconocidas oficialmente como dispositivos accesibles en Alemania, ya que las leyes exigen una pendiente máxima del 6%, algo que no siempre es viable en espacios reducidos. Sin embargo, las autoridades locales apoyan el trabajo de Rita, valorando su impacto inmediato y práctico.
Además, estas rampas han generado un interés inesperado como atracciones turísticas; los visitantes no solo las utilizan, sino que también las fotografían y comparten en redes sociales, ayudando a crear conciencia sobre la accesibilidad.
Rita no tiene planes de detenerse. En la entrevista con Ability Magazine, explicó que ya está trabajando en rampas más complejas, como las que cubren dos escalones. Con cada proyecto, elimina barreras físicas, desafía prejuicios y genera un diálogo necesario sobre la inclusión.