El invierno, con su luz escasa y temperaturas heladas, representa un desafío significativo para la salud mental y física. Sin embargo, en los países nórdicos, se desarrolló una serie de estrategias culturales y prácticas que ayudan a soportarlo y además poder prosperar en él.
La periodista Helen Russell explora en Good Housekeeping cómo el enfoque escandinavo hacia el invierno puede ofrecer herramientas valiosas para combatir el trastorno afectivo estacional (SAD) y promover un bienestar integral.
Friluftsliv: un llamado a la naturaleza
En Noruega, el término friluftsliv (vida al aire libre) encapsula una relación cultural profundamente arraigada con la naturaleza. Este concepto, que trasciende el simple disfrute del paisaje, se convierte en un estilo de vida que enfatiza la conexión con el entorno natural como fuente de equilibrio emocional.
La frase popular noruega “Ut på tur, aldri sur” (salir a caminar, nunca triste) refleja esta actitud y subraya cómo incluso una breve exposición al aire libre, sin importar las condiciones climáticas, puede tener un impacto positivo en la salud mental.
Estudios recientes respaldan esta práctica, mostrando que el tiempo en la naturaleza reduce la ansiedad y mejora la regulación del ritmo circadiano. Los escandinavos aprovechan estas ventajas adoptando el equipamiento adecuado, un principio que se enseña desde la infancia.
Según Russell, el mantra local que dicen las abuelas “No existe el mal tiempo, solo ropa inadecuada” resalta la importancia de prendas técnicas como camperas impermeables, botas antideslizantes y guantes térmicos. Esta preparación permite que actividades al aire libre como caminatas, esquí o incluso sencillos paseos sigan siendo accesibles durante todo el invierno.
Hygge: una celebración de la conexión humana
Si hay un término que ganó popularidad más allá de Dinamarca, es hygge. Esta palabra, que se traduce como “comodidad”, representa mucho más que una tendencia estética; es una filosofía de autocuidado y conexión que prioriza los momentos significativos con seres queridos.
Meik Wiking, autor de El pequeño libro del hygge, asegura que esta práctica no se limita al hogar, sino que engloba a las relaciones personales y los pequeños placeres, como compartir una cena casera o leer junto a una vela encendida, ocupando un lugar central.
El hygge tiene raíces históricas profundas, originadas en la necesidad de cooperación durante los duros inviernos vikingos. Aunque la modernidad ofrece comodidades como calefacción central y comida a domicilio, los valores de comunidad y apoyo mutuo siguen siendo esenciales en la cultura nórdica.
Además, la ciencia respalda estos principios. Estudios muestran que las relaciones cercanas son el factor más importante para mantener el bienestar emocional durante los meses oscuros.
Vinterbadning: sumergirse en el frío
Una de las tradiciones más intrépidas del norte es el vinterbadning, o baño de invierno. Esta práctica consiste en sumergirse en aguas heladas, un ritual que, lejos de ser meramente simbólico, ofrece beneficios comprobados para la salud.
Investigaciones citadas por Russell, afirman que el contacto con agua fría mejora la circulación sanguínea, refuerza el sistema inmunológico y reduce el estrés. En Dinamarca, donde existen casi 200 clubes dedicados a esta actividad, el vinterbadning se convirtió en una forma de comunidad y autocuidado.
Niki Brantmark, autora de Njuta: The Swedish Art of Savoring the Moment, sugiere que los participantes se preparen adecuadamente, entrando al agua de manera gradual y manteniendo el control de la respiración. También recomienda llevar ropa térmica, un termo con bebida caliente y, sobre todo, celebrar la valentía de enfrentar el desafío.
Luz, diseño y vitamina D
Los hogares escandinavos están diseñados para maximizar la luz natural durante los días cortos del invierno. Desde ventanas despejadas hasta el uso estratégico de lámparas cálidas y velas, estos espacios crean una atmósfera acogedora que contrarresta la falta de luz solar.
Brantmark explica que las lámparas de simulación solar son esenciales en muchos hogares, ya que contribuyen a regular los niveles de melatonina y mejoran el estado de ánimo.
La alimentación también desempeña un papel crucial en la lucha contra los efectos del invierno. Con una alta prevalencia de deficiencia de vitamina D en Escandinavia, las autoridades recomiendan consumir pescados grasos, huevos y otros alimentos ricos en esta vitamina, además de suplementos específicos durante los meses más oscuros.
Transformar la percepción del invierno
Otro aspecto poderoso de la estrategia escandinava es la mentalidad positiva hacia el invierno. Kari Leibowitz, psicóloga social, señala que una actitud optimista puede cambiar por completo la experiencia de esta estación.
En lugar de temer al frío y la oscuridad, los nórdicos aprenden desde niños a encontrar oportunidades para disfrutar actividades estacionales como el esquí, la cocina casera o las reuniones familiares.
En Dinamarca, por ejemplo, la llegada de la nieve y el frío intenso no es motivo de queja, es una oportunidad para practicar el hygge, compartir bollos de canela y reforzar la unión familiar. Wiking afirma que este enfoque cultural convierte al invierno en un momento para crear recuerdos significativos en lugar de un periodo para evitar.
El espíritu comunitario: samfundssind
El valor de la comunidad es un eje central en la vida escandinava. El término danés samfundssind encapsula la idea de una mentalidad colectiva donde las acciones individuales contribuyen al bienestar común.
En Dinamarca, más del 40% de la población participa en actividades de voluntariado, desde entrenar equipos deportivos hasta apoyar a ancianos. Wiking destaca que estas actividades no solo fortalecen los lazos sociales, también generan un sentido de propósito y gratitud, emociones esenciales para combatir los efectos psicológicos negativos del invierno.
Los países nórdicos a través de un enfoque que combina conexión con la naturaleza, autocuidado, comunidad y una mentalidad positiva, ofrecen un modelo que inspira a ver en el frío y la oscuridad un aliado. Así, abrazar el invierno se transforma en un acto de valentía y gratitud.