Bayezid Hossain nació en un hospital gubernamental de Magura, al sur de Bangladesh. Su madre, Tripti Khatun, apenas tenía 14 años cuando lo trajo al mundo, y lo que vio al sostener a su hijo por primera vez la llenó de terror y tristeza. “Era solo carne y huesos. Parecía un alien”, recordó años después, con una mezcla de dolor y resignación. Los médicos, incapaces de identificar su condición, se limitaron a advertir que nunca habían visto algo igual y nada podían hacer.
Según Daily Mail, el pequeño Bayezid nació con un diagnóstico que tardaría años en ser confirmado: progeria y cutis laxa, un conjunto de condiciones extremadamente raras que aceleran el envejecimiento físico a un ritmo alarmante y dejan la piel flácida y arrugada. Desde su nacimiento, su apariencia era la de un hombre anciano: ojos hundidos, rostro hinchado y piel desgastada. Los problemas físicos se manifestaron rápidamente; tuvo dientes a los tres meses, pero para cuando cumplió cuatro años, ya estaban débiles y quebradizos. Sus articulaciones dolían como las de un octogenario, y orinar le resultaba difícil y doloroso.
Mientras su cuerpo envejecía ocho veces más rápido de lo normal, su mente tomaba un rumbo diferente. Desde una edad temprana, Bayezid mostró una inteligencia sorprendente, con niveles de conversación y razonamiento que dejaban atónitos a quienes lo conocían. Su madre no podía evitar sentirse orgullosa de su aguda percepción y capacidad de aprendizaje, pero esto solo hacía más doloroso el contraste con su apariencia física. Tripti expresó en una ocasión en una entrevista con The Sun: “Su crecimiento físico es completamente anormal, pero mentalmente es muy consciente e intuitivo para su edad. Como madre, no puedo soportar el dolor de ver a mi hijo así”.
La vida en Magura no fue fácil para el niño. En su pequeño pueblo, su apariencia lo convirtió rápidamente en objeto de curiosidad y rechazo. Al regresar del hospital, vecinos y conocidos se agolparon para ver al “niño anciano”, pero pocos ofrecieron apoyo real. Los rumores se propagaron y, junto con ellos, el prejuicio. Los niños se negaban a jugar con él, y los adultos lo miraban como un fenómeno extraño. Para una familia ya marginada económicamente, esta exclusión social añadió una carga más al pesado fardo que llevaban.
Según The Sun, los padres de Bayezid, Tripti y Lovelu, se casaron jóvenes, como es costumbre en algunas comunidades rurales de Bangladesh. Tripti, todavía una adolescente, debe que enfrentar la incertidumbre de su corta expectativa de vida.
A pesar de los desafíos, Bayezid desarrolló una personalidad carismática y enérgica. Es obstinado, juguetón y extremadamente curioso. Le encanta jugar con su pelota, dibujar y, en particular, desarmar juguetes para volver a armarlos, demostrando una habilidad mecánica sorprendente. Aunque no asiste a la escuela debido a sus limitaciones físicas y al rechazo social, encuentra maneras de mantener activa su mente. Su madre lo describió como un niño brillante, pero impaciente, que sabía exactamente lo que quería y no dudaba en hacerlo saber.
Según The Sun, la familia no dejó de buscar ayuda médica para su hijo, gastando más de 5.000 dólares en consultas y tratamientos, una suma enorme para una pareja que subsistía con ingresos mínimos. Sin embargo, los resultados fueron desalentadores. Los médicos locales carecían de los recursos y conocimientos necesarios para tratar una condición tan rara.
Solo años después, un equipo médico del Hospital Central de Magura y otros especialistas, como el Doctor Debashis Bishwas, pudieron ofrecer un diagnóstico más claro. Confirmaron que Bayezid padecía progeria combinada con cutis laxa, un desorden que afectaba sus tejidos conectivos y que no tenía cura conocida. También advirtieron que la esperanza de vida promedio para un niño con estas condiciones era de apenas 13 a 15 años.
La progeria, cuyo nombre proviene del griego y significa “prematuramente viejo”, afecta a aproximadamente uno de cada 8 millones de nacimientos. Los pacientes suelen experimentar enfermedades relacionadas con la vejez, como ataques cardíacos y derrames cerebrales, que suelen ser la causa final de su fallecimiento. Por su parte, la cutis laxa agrega una carga adicional, causando que la piel cuelgue en pliegues sueltos, lo que refuerza la apariencia envejecida y añade incomodidad física.
En un intento desesperado por encontrar mejores tratamientos, Bayezid fue trasladado al Dhaka Medical College Hospital, donde un equipo médico especializado planeaba examinarlo más a fondo. Aunque este paso representaba un rayo de esperanza, el viaje y los costos asociados son casi imposibles de cubrir para la familia, que depende de la ayuda de benefactores para poder trasladarlo y costear su estadía en la capital.
A pesar de las dificultades, su madre siempre lo describe como una luz brillante en sus vidas, una mezcla de inteligencia precoz y un espíritu inquebrantable que nunca dejó de asombrarla.