Oculta entre las imponentes montañas de arenisca del suroeste de Jordania, la antigua ciudad de Petra surge como un milagro arquitectónico que ha resistido el paso de los siglos. Su descubrimiento moderno fue tan asombroso como la propia historia de su creación: durante más de1.000 años fue considerada un mito hasta que en 1812 el explorador suizo Johann Burckhardt logró verla por primera vez después de hacerse pasar por un peregrino musulmán.
Desde entonces, Petra se ha convertido en uno de los destinos arqueológicos más emblemáticos del mundo. Su fachada más famosa, Al Khazneh (El Tesoro), inmortalizada en películas como Indiana Jones y la última cruzada, es solo la puerta de entrada a un vasto complejo de tumbas, templos y calles que cuentan la historia de una civilización perdida. Pero ¿quiénes fueron los ingeniosos constructores de esta ciudad? ¿Qué llevó a su misterioso abandono?
Para encontrar respuestas, los arqueólogos han desenterrado pistas de un pasado que combina riqueza, espiritualidad y tragedia, desentrañando los secretos de un pueblo cuya visión transformó un árido desierto en un centro de comercio y cultura inigualable.
Los arquitectos de Petra: los nabateos
Los nabateos, una antigua tribu árabe, fueron los genios detrás de Petra. Fundaron la ciudad alrededor del siglo IV a.C. y la convirtieron en un próspero centro comercial. Situada en un cruce estratégico entre Arabia, Egipto y el Mediterráneo, la ciudad prosperó gracias a sus rutas de caravanas que transportaban incienso, especias y seda.
Los nabateos acumularon fortunas mediante un sistema de impuestos comerciales, según registros históricos. “Esta riqueza se refleja en Petra”, afirmó el arqueólogo Zeyad Al-Salameen en una entrevista con Nat Geo. Los ingresos permitieron a sus habitantes construir una metrópolis impresionante con templos, baños, mercados y una gran calle con columnas.
Ingeniería y arquitectura: milagros tallados en piedra
La construcción de Petra es un logro monumental. Sus habitantes esculpieron más de 600 fachadas directamente en la roca arenisca, creando tumbas, santuarios y lugares ceremoniales. Al Khazneh, con sus 40 metros de altura, es la estructura más famosa, aunque los arqueólogos creen que fue un mausoleo, no un tesoro, como sugieren las leyendas locales.
Uno de los descubrimientos más recientes fue una tumba oculta bajo esta emblemática fachada, donde se hallaron 12 esqueletos junto con artefactos de cerámica y bronce. Aunque algunos informes sensacionalistas sugirieron un vínculo con el Santo Grial, los expertos desmintieron esta teoría, aclarando que uno de los esqueletos sostenía simplemente un “juglet” o vasija común.
Los nabateos también destacaron por sus avanzados conocimientos en ingeniería hidráulica. Crearon un sistema de recolección de agua que incluía canales, depósitos y diques, esenciales para mantener a una población de más de 30,000 personas en un entorno desértico hostil.
Abandono: terremotos y decadencia
A pesar de su esplendor, Petra no pudo resistir la fuerza destructiva de la naturaleza. Un terremoto en el año 363 d.C. destruyó gran parte de su infraestructura, incluyendo su vital sistema de agua. Aunque algunos habitantes permanecieron, el declive fue inevitable. Siglos más tarde, otro gran terremoto terminó de despoblar la ciudad, cuyos habitantes se trasladaron a asentamientos cercanos.
Los registros romanos mencionan la anexión de Petra en el año 106 d.C., lo que marcó el inicio de su declive como centro comercial. La apertura de nuevas rutas marítimas también desvió el comercio, sellando el destino de la ciudad.
A pesar de las décadas de excavaciones, Petra aún guarda secretos. Gran parte de sus estructuras, incluidas viviendas y edificios administrativos, siguen enterradas bajo la arena. La falta de registros escritos de los propios nabateos también ha dificultado a los arqueólogos reconstruir aspectos clave de su vida cotidiana, como sus rituales religiosos y organización social.
“La ciudad está viva; aún nos habla a través de sus ruinas”, comentó Al-Salameen, quien creció explorando los antiguos templos y monumentos de Petra. Para los investigadores, cada hallazgo es una pieza de un rompecabezas que sigue despertando la fascinación del mundo moderno.
Así, la ciudad perdida de Petra, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, se mantiene como un símbolo eterno de la creatividad humana frente a los desafíos más extremos. Petra no es solo un vestigio del pasado, sino una prueba viviente de que incluso en el desierto más inhóspito, la grandeza puede florecer.