La corona de espinas, un objeto de incalculable valor histórico y religioso, regresó a su hogar ancestral: la Catedral de Notre Dame de París. Este es un evento cargado de simbolismo, por la importancia de la reliquia para la tradición cristiana y porque marca un hito en la restauración de uno de los monumentos más emblemáticos de Europa, destruido parcialmente por el feroz incendio de 2019. La Corona, considerada una de las reliquias más preciadas del cristianismo, fue rescatada de las llamas por los bomberos, quienes, en un acto heroico, lograron preservarla, junto a otros objetos sagrados.
El regreso de la corona de espinas fue celebrado con una solemne ceremonia en la que se dieron cita miles de fieles, como Laurent Ulrich, el arzobispo de París y miembros de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, quienes la custodian desde 1923. El evento se celebró ante alrededor de 2.000 personas, quienes participaron en la procesión que trajo de vuelta la “Santa Espina” a la Catedral. Durante esta ceremonia, la reliquia fue depositada en una caja contemporánea diseñada por el creador Sylvain Dubuisson, en un acto que simboliza la renaciente fortaleza de Notre Dame luego del incendio.
A partir de enero de 2025, estará accesible al público para su veneración todos los viernes hasta el 18 de abril de 2025, Viernes Santo, según Associated Press. Posteriormente, la corona de espinas se exhibirá el primer viernes de cada mes, brindando a los fieles y visitantes una oportunidad única de acercarse a esta pieza que ha sido testigo de siglos de historia cristiana.
Una reliquia de mil años de historia
La historia de la corona de espinas se remonta al siglo V, cuando fue mencionada por primera vez en los relatos de los peregrinos a Jerusalén. A lo largo de los siglos, pasó por diversas manos, desde Constantinopla en el siglo X, hasta llegar a Luis IX de Francia en 1239. San Luis fue quien la llevó a París, donde fue guardada inicialmente en el Palacio Real y luego en la Sainte-Chapelle, un templo diseñado específicamente para su custodia. En 1806 fue trasladada a la catedral de Notre Dame, donde permaneció hasta el incendio de 2019.
Este regreso pone de relieve el valor de esta reliquia, que ha trascendido más allá de los siglos para convertirse en un emblema de la Pasión de Jesucristo y un símbolo de humildad y sacrificio, tal como señala el Padre Guillaume Normand, vicerrector de la catedral al medio Sortir à Paris: “Esta corona es lo que queda de la Pasión de Jesús. No es solo un tesoro, sino una prueba tangible de la historicidad de estos acontecimientos”.
El incendio que devastó gran parte de la catedral francesa el 15 de abril de 2019 puso en grave peligro algunas de las reliquias más valiosas del cristianismo, incluida la corona de espinas. Sin embargo, gracias a la rápida intervención de los bomberos, estos tesoros fueron salvados de las llamas. La reliquia fue resguardada en una caja herméticamente cerrada, lo que permitió que se preservara en condiciones excepcionales.
Además, un fragmento de la Vera Cruz y un clavo de la Pasión fueron igualmente rescatados, en un esfuerzo que reflejó la determinación de proteger estos símbolos sagrados. La intervención de los bomberos fue esencial para garantizar que llegara intacta a su nueva casa temporal durante los trabajos de restauración de la catedral. Este acto heroico permitió su conservación y reafirmó la importancia de estos objetos en la memoria colectiva, tanto a nivel religioso como cultural.
Tras los esfuerzos de restauración que han durado varios años, la corona de espinas ha sido devuelta a su santuario, donde se exhibirá en una nueva caja diseñada por el creador Sylvain Dubuisson, tal como señala el medio local Corriere del Ticino. Esta nueva caja, pensada para protegerla mientras resalta su importancia histórica, es parte de un esfuerzo por preservar la catedral en sí misma y los tesoros espirituales que guarda. La restauración de Notre Dame y el regreso de la reliquia marcan un renacer para ambos: el edificio medieval y el símbolo sagrado que representa la Pasión de Jesucristo.