La pintura La Virgen con el Niño y los Santos (1526-7), de Parmigianino, vuelve a ser protagonista de una exposición destacada en la National Gallery de Londres, luego de una exhaustiva restauración que duró más de una década. Esta obra del siglo XVI, una de las más significativas del Renacimiento italiano, no solo es un testimonio de la genialidad de su autor, sino también un referente del estilo manierista que caracterizó una ruptura con los cánones del Renacimiento clásico. A través de la restauración, la pintura ha recuperado detalles ocultos que brindan nuevas perspectivas sobre su estética y la singularidad de su concepción. A continuación, se exploran los elementos fundamentales de esta obra: su contexto histórico, su restauración, la peculiar representación de San Jerónimo, su lugar dentro del manierismo y el legado de Parmigianino.
Contexto histórico de la pintura
Parmigianino, nacido en 1503 en Parma, fue uno de los pintores más jóvenes y prodigiosos del Renacimiento italiano. Su obra La Virgen con el Niño y los Santos fue encargada en 1526 para adornar la capilla de la Iglesia de San Salvatore en Roma. Sin embargo, su creación no estuvo exenta de dificultades. En ese mismo periodo, Roma vivió el dramático saqueo de 1527, cuando las tropas del emperador Carlos V invadieron la ciudad. Según el famoso cronista Giorgio Vasari en un comunicado, el estudio de Parmigianino fue irrumpido por los soldados, quienes, sorprendidos por la calidad de la obra, permitieron que el pintor continuara su trabajo bajo la condición de que hiciera algunos dibujos para ellos. Este evento refleja tanto la situación de caos y violencia como el impacto artístico de Parmigianino en su época.
La pintura, un retablo de 3,6 metros de altura, es conocida por su composición peculiar y su enfoque audaz. En ella, se representa a la Virgen María rodeada por un halo, con el Niño Jesús de pie entre sus rodillas. A su lado se encuentran San Juan Bautista, quien señala hacia el fondo, y una figura sorprendente: San Jerónimo, dormido en el suelo. Esta representación inusual de San Jerónimo sería uno de los puntos más discutidos de la obra durante los siglos venideros.
Restauración y exhibición
La pintura de Parmigianino había permanecido oculta durante años debido a los trabajos de conservación que comenzaron hace una década. Estos trabajos, realizados por expertos de la National Gallery, fueron fundamentales para desvelar los detalles perdidos de la obra y para devolverle la vitalidad que el paso del tiempo había oscurecido. Tras esta restauración, la obra regresa con una claridad renovada, mostrando tonos más vibrantes y detalles previamente invisibles, como una pequeña cruz sostenida por San Juan y rayos de luz celestial iluminando la vegetación.
El proceso de restauración, que incluyó la eliminación de capas de barniz envejecido y la reparación de daños ocasionados por los siglos, ha permitido a los conservadores revelar una riqueza de matices, como el abundante uso de verdes y la luminosidad que emerge en el fondo. Según explica Matthias Wivel, curador de pinturas italianas del siglo XVI en la National Gallery en un comunicado, la restauración “ha revelado detalles magníficos” que aumentan el poder estelar de la pintura, ahora más nítida y brillante que nunca.
La exposición Parmigianino: La visión de San Jerónimo, que se inauguró en 2024, marca un hito en la celebración del 200 aniversario de la National Gallery. Los visitantes podrán contemplar la pintura junto a los bocetos de Parmigianino, lo que ofrece una visión directa del proceso creativo de un artista revolucionario. La restauración y la nueva exhibición brindan un vistazo renovado a una obra maestra.
La representación de San Jerónimo
Una de las características más fascinantes de La Virgen con el Niño y los Santos es la representación de San Jerónimo, quien aparece dormido en el suelo, en una postura relajada, casi de abandono. Esta elección ha desconcertado a los expertos a lo largo de los siglos. En el Renacimiento, San Jerónimo era una figura venerada por su dedicación al estudio y la traducción de las escrituras, pero Parmigianino lo retrata de una manera completamente atípica.
Existen varias interpretaciones sobre este enfoque. La curadora de la exposición, Maria Alambritis, sugiere que Parmigianino podría haber estado aludiendo a la escultura clásica Ariadna durmiente del Vaticano, que representa a una figura dormida en una posición similar. Otra posible referencia es la obra Venus y Cupido con un sátiro (1524-25) de Correggio, donde la diosa Venus también aparece en una posición de descanso similar. Esta conexión con el arte clásico y la sensualidad podría haber sido una forma de enfatizar la vulnerabilidad y la humanidad de San Jerónimo, algo que subraya la visión única de Parmigianino.
La pintura dentro del movimiento manierista
Parmigianino fue uno de los exponentes más destacados del manierismo, un estilo artístico que surgió como una reacción al realismo del Renacimiento. A diferencia de los artistas renacentistas como Miguel Ángel, que se enfocaban en la representación precisa de la figura humana, los manieristas experimentaron con las proporciones y el espacio. El manierismo, por lo tanto, se caracterizó por una mayor estilización y la distorsión deliberada de la anatomía.
En La Virgen con el Niño y los Santos, Parmigianino demuestra estas características manieristas. Las figuras de la Virgen y el Niño están representadas con una idealización exagerada, mientras que el espacio alrededor de ellos parece estirarse y comprimirse, rompiendo con las convenciones renacentistas de perspectiva. La famosa Virgen del cuello largo de Parmigianino es otro ejemplo de su inclinación hacia la distorsión, con la figura de la Virgen mostrando un cuello de proporciones inusuales. En este sentido, el artista no solo desafió la realidad, sino que también buscó una nueva forma de expresión visual, más subjetiva y emocional.
Detalles técnicos y estéticos tras la restauración
La restauración de La Virgen con el Niño y los Santos no solo se centró en la eliminación de daños visibles, sino también en la mejora de la calidad estética de la pintura. La limpieza de la capa de barniz envejecido permitió que los colores originales salieran a la luz, revelando tonos más frescos y brillantes. Según los conservadores, detalles como los rayos de luz que iluminan la vegetación y una cruz sostenida por San Juan fueron redescubiertos en todo su esplendor.
El trabajo técnico en la pintura también implicó la corrección de pequeños desgastes que habían alterado la imagen a lo largo de los siglos. La restauración ha devuelto la obra a su estado más cercano al original, lo que permite a los espectadores apreciar la complejidad y la riqueza de la paleta de Parmigianino. Estos detalles, que antes pasaban desapercibidos, refuerzan la idea de que la pintura es una obra de gran sofisticación y profundidad.
El legado de Parmigianino y la exposición actual
Parmigianino, aunque nunca alcanzó la fama de otros maestros del Renacimiento, dejó un legado duradero en el arte occidental. Su habilidad para fusionar la experimentación técnica con la innovación estilística le permitió ganar una admiración considerable, a pesar de que muchas de sus obras fueron menospreciadas o pasaron desapercibidas en su tiempo. Su participación en el movimiento manierista abrió nuevas puertas para la pintura, desafiando las nociones tradicionales de belleza y representación.
Según The Guardian, La exposición Parmigianino: La visión de San Jerónimo en la National Gallery es una oportunidad para redescubrir esta faceta subversiva y visionaria del pintor. A través de la restauración y el análisis profundo de la obra, la pintura adquiere una nueva relevancia, no solo como un ejemplo de la técnica de Parmigianino, sino también como un hito dentro de la historia del arte. La obra resucita con una fuerza renovada, y su presencia en la galería londinense se convierte en un recordatorio de la capacidad del arte para trascender el tiempo y las convenciones.
La Virgen con el Niño y los Santos seguirá siendo, sin duda, un punto de reflexión para los estudiosos y admiradores del arte, no solo por sus innovaciones visuales, sino también por su capacidad para desestabilizar las normas y desatar nuevas formas de pensar sobre la representación religiosa y la figura humana.