En las páginas de su autobiografía, “El Don Juan de Kishu”, Kosuke Nozaki se presentaba como un hombre que había vivido más de lo que cualquiera podría imaginar. A sus 77 años, el empresario japonés ostentaba un legado construido tanto en negocios como en su vida personal, con la cifra de más de 4.000 mujeres conquistadas y una fortuna de 1.300 millones de yenes (USD 8,5 millones). Para él, el dinero era una herramienta tanto para el éxito como para el placer, y no escatimó en utilizarlo. Sin embargo, este estilo de vida ostentoso lo llevó a un desenlace tan misterioso como fatídico.
La historia comenzó en diciembre de 2017, cuando Nozaki conoció a Saki Sudo, una joven de 27 años, a través de un amigo en común. Durante su primer encuentro, el multimillonario hizo una oferta que parecía más una broma extravagante que una proposición seria: entregarle 1 millón de yenes (USD 6.600) en efectivo y pedirle que se casara con él. Sudo, con un aire despreocupado, respondió que aceptaría solo si el magnate le daba la misma cantidad cada mes. Para enero de 2018, el acuerdo se había sellado con una boda inesperada.
“Pensé que había tenido suerte de encontrar a alguien que me daba dinero”, declaró Sudo. Pero su relación, que comenzó como un cuento de opulencia, rápidamente se transformó en un drama de discordia y desconfianza. A menos de dos meses de casarse, Nozaki solicitó el divorcio. Y el 24 de mayo de 2018, el cuerpo sin vida de Nozaki fue encontrado en su lujosa residencia en Wakayama. La causa de muerte: una sobredosis de estimulantes.
En un escenario aún más siniestro, la policía reveló que el empresario nunca había consumido este tipo de drogas de manera habitual. La atención inmediatamente se centró en su joven esposa, quien ya había transferido grandes sumas de dinero de las cuentas de Nozaki a las suyas propias tras su muerte.
La teoría del asesinato y la defensa de la viuda
El caso atrajo la atención mediática como pocos, con el Tribunal de Distrito de Wakayama como epicentro del espectáculo. “Yo no lo maté”, declaró Sudo en varias ocasiones durante el juicio. Sin embargo, admitió sin reservas que se había casado con Nozaki por su dinero. “No me importaba lo que hiciera con las drogas; solo quería el dinero que me daba”. Este cinismo, combinado con la transferencia de 455.600 dólares a su cuenta tras la muerte del empresario, pintó un retrato ambiguo de una mujer que oscilaba entre el pragmatismo y la avaricia.
Los fiscales sostuvieron que Sudo había matado a su esposo al inducirlo a consumir una sobredosis letal de estimulantes. Durante el juicio, se reveló que Sudo había realizado búsquedas en línea con términos como “crimen perfecto”, “drogas estimulantes letales” y “sobredosis letal de estimulantes”, lo cual alimentó las sospechas de que había planeado la muerte de Nozaki.
Además, los fiscales destacaron que Sudo había solicitado a un traficante de drogas que le enviara sustancias ilegales, aunque el vendedor testificó que lo que envió fue azúcar en roca.
Sin embargo, la defensa de Sudo negó categóricamente cualquier intención criminal. Ella explicó que Nozaki le había pedido que le comprara los estimulantes, pero que nunca tuvo la intención de causar su muerte. Además, su defensa sugirió que Nozaki pudo haber ingerido la droga de manera accidental o incluso haberse suicidado, dado que no había pruebas de que Sudo estuviera presente cuando su esposo tomó la fatal dosis.
“Si solo hay pruebas sospechosas y dudas sobre la culpabilidad de alguien, entonces se debe considerar no culpable”, dijo uno de los abogados de Sudo durante el juicio, según citó Japan Today.
La decisión del tribunal
Este jueves 12 de diciembre, el caso dio un giro inesperado. Luego de más de cinco años de juicio, el tribunal de Wakayama la absolvió de los cargos de asesinato. Los fiscales habían solicitado una pena de cadena perpetua, pero el tribunal concluyó que existían dudas razonables sobre las circunstancias que rodearon la muerte de Nozaki, incluyendo la posibilidad de que él hubiera ingerido la dosis fatal de manera accidental.
La jueza Keiko Fukushima, presidenta del tribunal, concluyó que la acusación no había logrado probar más allá de toda duda razonable que Sudo hubiera inducido la sobredosis de Nozaki. Aunque reconoció que había elementos sospechosos en el caso, la jueza también señaló que la posibilidad de un accidente no podía descartarse. “Al ser la primera vez que Nozaki había consumido estos estimulantes, no se puede afirmar con certeza que la sobredosis fue deliberada”, dijo Fukushima, según informes de Nippon.com.
Por lo tanto, el tribunal dictaminó que no había pruebas suficientes para condenar a Sudo, y la mujer fue absuelta de todos los cargos. El Ministerio Público aún no ha dado señales claras de si apelará la decisión, pero el caso sigue siendo uno de los más comentados en los medios japoneses, no solo por su inusual giro judicial, sino por las peculiares circunstancias que lo rodearon.
La vida de un ‘Don Juan’ y la condena previa
Kosuke Nozaki, más conocido como El Don Juan de Kishu, fue un hombre que alcanzó notoriedad no solo por su riqueza, sino por sus excentricidades. En su autobiografía, titulada “Don Juan de Kishu: El hombre que dio 3 mil millones de yenes a 4.000 mujeres”, relató su vida de lujos y conquistas amorosas. Su muerte, por tanto, fue un golpe duro para aquellos que lo conocían como una figura casi mítica en la región.
Sudo, por su parte, ya estaba cumpliendo una condena de tres años y medio de prisión por otro delito: haber estafado a un hombre en la misma región de Wakayama. Este precedente complicó aún más su imagen pública, pues muchos la veían como una mujer dispuesta a todo por dinero.
El juicio, que atrajo atención internacional, terminó pero dejó muchas preguntas sin respuesta. A pesar de la exoneración, el caso sigue siendo un misterio, y la figura de Saki Sudo continúa siendo vista por algunos como una mujer ambiciosa y por otros como una víctima de las circunstancias.