A sólo 25 minutos de Pamplona, España, en el pintoresco valle de Esteribar, se encuentra un peculiar rincón de la historia navarra: el pueblo abandonado de Zai. Este pequeño enclave, que fue hogar de varias generaciones a lo largo de los siglos, está a la venta por 1,6 millones de euros. Sin embargo, lo que diferencia a Zai de otros pueblos en ruinas es su enorme potencial de transformación y su valor histórico. Con una iglesia románica del siglo XII que formó parte de la Colegiata de Roncesvalles, y un conjunto de edificaciones de calidad arquitectónica, el pueblo presenta una oportunidad única para quienes buscan un proyecto de restauración o de negocio con vistas al futuro.
En la actualidad, Zai no es más que una finca rústica de 300 hectáreas que incluye bosques, monte y prados, actualmente utilizada para fines agroganaderos y como coto de caza menor. El anuncio de su venta destaca que el pueblo, aunque en estado de descomposición, aún conserva importantes vestigios de su pasado: dos grandes edificios de excelente calidad arquitectónica, una iglesia románica, y una serie de construcciones menores que sirvieron como corrales y almacenes.
Todo ello se extiende sobre una superficie construida de 2.600 metros cuadrados que, si bien requiere una renovación total, conserva un encanto único. Según el portal inmobiliario Idealista: “Dentro de lo que es la arquitectura rural, pocos edificios hay en Navarra, con la calidad arquitectónica que exhibe uno de estos edificios que todavía quedan en pie”. Para los interesados en invertir en restauración, esta podría ser una oportunidad invaluable.
El atractivo de Zai va más allá de su arquitectura y su historia. Su cercanía al Camino de Santiago, a tan solo seis kilómetros, lo convierte en un destino ideal para quienes buscan una experiencia de turismo rural auténtica. “Es un lugar perfecto para montar un negocio para el sector turístico”, afirman desde la inmobiliaria que gestiona su venta, sugiriendo que el pueblo podría convertirse en un alojamiento rural o en una zona de actividades ecoturísticas. Además, la belleza natural del entorno, con rutas de senderismo que serpentean entre los bosques y prados, puede atraer a un público que valore la tranquilidad y el contacto con la naturaleza, lejos del bullicio de las grandes ciudades.
Zai también ofrece agua de pozo y manantial, un recurso vital en cualquier proyecto de restauración. Si bien la propiedad no dispone de corriente eléctrica, lo que limita su uso inmediato, su acceso por carretera a través de la N-135 y la proximidad a Pamplona facilitan su conexión con las infraestructuras urbanas.
A medida que la despoblación avanza en muchas zonas rurales, estos núcleos deshabitados han comenzado a aparecer en los portales inmobiliarios, buscando un comprador que se haga cargo de su restauración o de sus posibilidades de negocio. Según Idealista, Zai se presenta como una “finca rústica” que, a pesar de su estado de ruina, ofrece “una arquitectura rural de gran calidad” y una excelente ubicación.
Aunque el pueblo está deshabitado desde la década de 1970, su ubicación estratégica, a solo seis kilómetros del famoso itinerario jacobeo, lo convierte en un posible refugio para peregrinos y turistas que buscan una experiencia más auténtica y en contacto directo con la naturaleza. Las rutas de senderismo que atraviesan los alrededores también suman atractivo, permitiendo que el entorno natural sirva de escenario para diversas actividades turísticas. De acuerdo con los anuncios inmobiliarios, Zai podría transformarse en un alojamiento rural o incluso en un centro de actividades eco-turísticas, aprovechando su entorno y su conexión con uno de los caminos más transitados de Europa. Esto convierte la propiedad en una propuesta atractiva para aquellos que buscan realizar una inversión económica en un negocio a largo plazo.
Por otro lado, el interés por este tipo de propiedades no se limita únicamente a España, sino que ha trascendido fronteras. Agencias inmobiliarias especializadas en la venta de pueblos abandonados, como Aldeas Abandonadas, reportan un creciente número de compradores extranjeros. La venta de pueblos, como Zai, atrae a aquellos que buscan diversificar su inversión, una tendencia que se ha acelerado especialmente desde la pandemia. Este fenómeno, conocido como “la España vaciada”, ha puesto en evidencia el vacío poblacional que afecta a muchas regiones del país.
Según el Ministerio para el Reto Demográfico, en España existen cerca de 3.900 municipios con una densidad de población inferior a los 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que pone en riesgo la viabilidad de muchos de estos territorios. Sin embargo, para algunos, como los compradores internacionales, esta despoblación ofrece una ventaja económica, ya que los precios de estos pueblos en ruinas pueden ser considerablemente más bajos que los de propiedades urbanas similares.
A pesar de la aparente oportunidad, la venta de sitios como Zai, no está exenta de desafíos. El hecho de que el pueblo se encuentre sin servicios básicos como la electricidad y con sus edificaciones en ruina implica un esfuerzo considerable en cuanto a restauración y adecuación.
La venta de Zai y otros pueblos abandonados se inscribe en un contexto más amplio de transformación de las zonas rurales de España. La conjunción de interés patrimonial, turismo y nuevas formas de inversión está reconfigurando las posibilidades de estos lugares olvidados. Zai, con sus edificios históricos, su ubicación estratégica y su entorno natural, ofrece una ventana abierta al futuro, aunque para quienes se atrevan a emprender este tipo de proyectos, la restauración de pueblos en ruinas será siempre un reto lleno de riesgos y posibilidades.