La noticia de la muerte de John Alfred Tinniswood ha conmovido al mundo. Tinniswood, quien a los 112 años de edad era considerado uno de los hombres más longevos del planeta, falleció recientemente en un hogar en Manchester, Inglaterra. Su vida, llena de recuerdos y anécdotas, ha quedado marcada por su longevidad excepcional, que lo mantuvo por más de un siglo entre los testigos de los eventos históricos más trascendentes de los últimos 120 años. Con su partida, el planeta pierde a uno de los últimos sobrevivientes de una generación que, por su longevidad, ha llegado a convertirse en un testimonio viviente de la evolución del siglo XX y principios del XXI.
John Alfred Tinniswood nació en 1911, en una época en que el mundo se encontraba en medio de transformaciones profundas. Si bien vivió varias etapas de su vida de manera discreta, su longevidad lo hizo notable en los últimos años, destacándose por su participación en diversas entrevistas y eventos públicos como el anciano más longevo de Reino Unido. Su muerte, a los 112 años, lo convierte en uno de los más representativos entre aquellos que han alcanzado los 110 años o más, la cifra que marca el límite entre las personas que se consideran “supercentenarias”.
Las personas más longevas del mundo
A nivel mundial, son cada vez más los casos documentados de personas que viven más allá de los 110 años, una categoría conocida como supercentenarios. Según la Gerontology Research Group, existen cerca de 100 personas verificadas que han alcanzado esta notable edad, aunque la mayoría de ellos son mujeres. Este fenómeno ha despertado el interés de científicos, investigadores y médicos, quienes se han dedicado a estudiar qué factores contribuyen a esta longevidad excepcional.
Okagi Hayashi
Tras la partida de Tinniswood, el título de la persona más longeva del mundo ha sido tomado por Okagi Hayashi, una mujer japonesa de 115 años, quien continúa con vida en la prefectura de Fukuoka. Su longevidad ha sido confirmada por las autoridades locales, quienes señalan que Okagi nació el 20 de junio de 1909. A lo largo de su vida, Hayashi ha sido reconocida como un símbolo de longevidad, no solo en Japón, sino en todo el mundo, siendo un ejemplo de la tradición japonesa de cuidado personal y longevidad.
La dieta tradicional japonesa, basada en alimentos frescos como pescado, arroz y vegetales, junto con una vida activa, es una de las claves que se citan con frecuencia como factores que contribuyen a la longevidad de personas como Hayashi. Además, la cultura japonesa, que enfatiza el respeto por los mayores y una vida en comunidad, parece tener un impacto positivo en la salud y bienestar de las personas de edad avanzada.
Ethel May Caterham
A la par de Hayashi, se encuentra Ethel May Caterham, una británica que también ha alcanzado la impresionante edad de 115 años. Nacida el 24 de marzo de 1909, Caterham ha sido una de las residentes más longevas del Reino Unido y continúa viviendo en un hogar de ancianos en el sur de Inglaterra. La longevidad de Caterham ha sido ampliamente cubierta por medios británicos, que destacan su optimismo y energía a pesar de los años. Sus familiares señalan que su vida ha estado marcada por una actitud positiva y un enfoque en mantener relaciones sociales, lo que parece haber sido clave para su salud.
El caso de Caterham también refleja una tendencia global entre las personas más longevas del mundo: la importancia de la comunidad y el bienestar emocional. La conexión con amigos y familiares, junto con el cuidado en los detalles de la vida diaria, parece ser esencial para las personas que logran llegar a edades tan avanzadas. Caterham, según sus cercanos, ha disfrutado siempre de un círculo cercano de amigos y ha mantenido una vida activa dentro de sus posibilidades.
Tomiko Itooka
La tercera persona más longeva actualmente es Tomiko Itooka, otra japonesa que, con 113 años, se ha convertido en un referente en su país en cuanto a longevidad. Nacida el 5 de octubre de 1911, Itooka reside en la ciudad de Kagoshima, en el sur de Japón. A lo largo de su vida, ha sido testigo de los profundos cambios que ha experimentado el Japón moderno, desde la devastación de la Segunda Guerra Mundial hasta su posterior crecimiento económico. Su vida está marcada por su dedicación a la familia y su pasión por el cultivo de plantas, una actividad que, según sus hijos, le ha proporcionado tanto un propósito como una buena salud.
El caso de Tomiko Itooka refuerza la idea de que en muchas culturas asiáticas, especialmente en Japón, el trabajo constante y el cuidado de la naturaleza son fundamentales para mantener la salud física y mental a medida que se envejece. Según expertos en longevidad, las personas que viven de manera tranquila, en contacto con la naturaleza y evitando el estrés, tienden a tener una esperanza de vida más larga. El caso de Itooka también demuestra cómo los factores genéticos, junto con un estilo de vida saludable, pueden contribuir de manera significativa a una vida longeva.