En un caso que ha capturado la atención la internacional, Sararat Rangsiwuthaporn, conocida por los medios como “Am Cyanide”, ha sido condenada a muerte en Tailandia tras ser declarada culpable del asesinato de Siriporn Kanwong. Este juicio, llevado a cabo en un tribunal de Bangkok el pasado miércoles 20 de noviembre, representa solo el primero de 15 procesos que enfrenta por una serie de asesinatos presuntamente cometidos con cianuro desde 2015.
El crimen que llevó a esta condena ocurrió en abril de 2023, cuando la acusada, de 36 años, utilizó el químico letal para envenenar a su amiga durante un ritual a orillas del río Mae Klong.
Siriporn Kanwong murió después de ingerir el veneno mientras se encontraba con Rangsiwuthaporn en un viaje donde liberaban peces como parte de una práctica espiritual budista. Según informes policiales, en el cuerpo de Kanwong se encontraron niveles mortales de cianuro de potasio, y faltaban su dinero, teléfono y pertenencias personales. Esta evidencia, junto con rastros del químico encontrados en el automóvil de la acusada, formó parte clave del caso presentado ante el tribunal.
Modus operandi y pruebas en contra de Sararat Rangsiwuthaporn
La justicia sesgura que Sararat Rangsiwuthaporn siguió un patrón metódico y premeditado de asesinatos utilizando cianuro de potasio. Según la policía tailandesa, la acusada adquirió este químico letal para llevar a cabo envenenamientos, seleccionando como víctimas a personas de su círculo cercano. El expwediente detalla que eran amigos a quienes debía dinero o buscaba robar.
En el asesinato de Siriporn Kanwong, el análisis forense reveló cantidades mortales de cianuro en el estómago, la sangre y el hígado de la víctima, lo que respaldó la teoría de que el veneno fue ingerido poco antes de llegar al lugar del crimen.
Durante las investigaciones, los agentes encontraron rastros de cianuro en diversos lugares del automóvil de Rangsiwuthaporn, lo que indica que el químico era transportado y probablemente administrado en ese entorno. Además, se rastrearon pedidos realizados por la acusada para adquirir este veneno, lo que evidencia una planificación deliberada. Según las declaraciones presentadas durante el juicio, los fiscales sostuvieron que Rangsiwuthaporn actuaba motivada por su adicción al juego y su desesperación por la acumulación de deudas.
El subdirector de la policía nacional, Surachate Hakparn, describió a la acusada como una persona que pedía dinero a conocidos y, al no poder devolverlo, optaba por eliminarlos. Este modus operandi se repite en los 13 asesinatos adicionales y un intento fallido de envenenamiento que la policía le atribuye, casos que se remontan a 2015. La acumulación de estas pruebas ha sido crucial para construir un expediente sólido en los múltiples procesos judiciales que enfrenta Rangsiwuthaporn.
Deudas, adicción y negación de culpabilidad
Durante el juicio en Bangkok, el juez encargado del caso destacó que su necesidad de dinero para cubrir sus compromisos económicos la llevó a “recurrir al asesinato y al robo”, según fuentes como CNN.
A pesar de las múltiples evidencias en su contra, Rangsiwuthaporn ha mantenido su inocencia desde su arresto, negando todas las acusaciones. Su abogada, Thanicha Eksuwanwat, declaró a CNN que su cliente “no está satisfecha con el veredicto del tribunal”, e informó que planea apelar la condena. Esta postura contrasta con la contundencia de las pruebas presentadas, que incluyen restos de cianuro de potasio en sus pertenencias y registros de compras del químico.
El futuro de Rangsiwuthaporn se complica aún más por su vínculo con personas de su entorno que también enfrentan cargos relacionados. Su ex esposo, Vitoon Rangsiwuthaporn, un exoficial de policía, fue condenado un año y cuatro meses de prisión por encubrir pruebas vinculadas al asesinato de Siriporn Kanwong. Según informes, se sospecha que Vitoon ayudó a Sararat tras el supuesto envenenamiento de su exnovio, Suthisak Poonkwan. Estos detalles han generado una narrativa que combina motivaciones personales, económicas y una red de encubrimiento, que será examinada más a fondo en los próximos juicios.
El abogado de Sararat, Thanicha Eksuwanwat, también enfrenta cargos graves. Fue sentenciada a dos años de prisión tras ser acusado de instar a Vitoon a destruir pruebas que vinculaban a Sararat con el asesinato de Kanwong. Al igual que Vitoon, Eksuwanwat ha negado las acusaciones y está apelando su condena. Ambos casos han resaltado el nivel de complicidad y los intentos de frustrar las investigaciones.
Reacciones sociales y el impacto en los familiares de las víctimas
Tras el veredicto, Tongpin Kiatchanasiri, madre de Siriporn Kanwong, expresó su satisfacción con la decisión del tribunal, declarando: “La decisión del tribunal es justa. Quiero decirle a mi hija que la extraño profundamente y que hoy se ha hecho justicia por ella” . Estas palabras reflejan la lucha emocional de las familias afectadas, quienes han esperado años para que se esclarezcan los crímenes.
El caso ha despertado indignación y asombro en la sociedad tailandesa debido a la brutalidad de los crímenes y la confianza que Sararat aparentemente logró establecer con sus víctimas antes de atacarlas. Las noticias de que la acusada utilizaba un ritual budista, tradicionalmente asociado con la compasión y el bienestar espiritual, como cobertura para el asesinato de Siriporn, han conmocionado especialmente a la opinión pública.
Tailandia figura entre los 55 países que aún contemplan la pena de muerte en su legislación. Aunque su aplicación es poco frecuente, este castigo capital ha sido un tema recurrente en la esfera pública. Es que si bien ha reducido su uso, no ha eliminado su implementación. La última ejecución registrada ocurrió en 2018. Amnistía Internacional exige año a año la abolición de la pena capital en el país asiático.