En una subasta que ha capturado la atención de coleccionistas y críticos de todo el mundo, un retrato del pionero informático Alan Turing fue vendido por más de 1,08 millones de dólares en la renombrada casa de subastas Sotheby’s. Lo sorprendente de esta venta no es solo el precio millonario, sino que se trata de una obra creada completamente por Ai-Da, un robot humanoide equipado con inteligencia artificial avanzada. En una transacción que superó con creces las expectativas previas, esta pieza marca un momento de quiebre en el mundo del arte, evidenciando cómo la tecnología y la creatividad se entrelazan en un mercado que, hasta hace poco, había sido exclusivo para los seres humanos.
La pieza, titulada “A.I. God”, representa a Turing en un estilo inspirado por grandes figuras del arte moderno, y fue descrita por la casa de subastas británica como una “nueva frontera en el mercado mundial del arte”. Creada a través de un complejo proceso en el que Ai-Da capturó imágenes de Turing y las interpretó visualmente, la obra se inscribe en un tríptico que explora la vida y el legado del matemático británico, considerado como el padre de la inteligencia artificial. Este retrato se vendió en una puja intensa que incluyó 27 ofertas y alcanzó un valor histórico en el arte generado por IA, reflejando una creciente fascinación por el papel de la tecnología en el mundo creativo.
“Es un momento único para el arte contemporáneo”, declaró Michael Bouhanna, jefe de arte digital de Sotheby’s en una entrevista. “La combinación de arte y tecnología está ganando más interés, especialmente entre una generación más joven de coleccionistas”. La subasta de esta obra ha avivado el debate sobre los límites y el potencial de la inteligencia artificial en la creación artística, así como sobre el impacto ético y social de estos avances en el arte.
El nacimiento de una obra: el papel de Ai-Da en la creación del retrato de Turing
Ai-Da, el robot humanoide que realizó este retrato, fue desarrollado en 2019 por el galerista británico Aidan Meller en colaboración con especialistas en inteligencia artificial de universidades inglesas, como Oxford y Birmingham. Inspirada en Ada Lovelace, la matemática del siglo XIX considerada como la primera programadora, Ai-Da representa la vanguardia de la tecnología aplicada al arte. Este robot, con apariencia femenina y equipado con cámaras en los ojos, es capaz de observar imágenes y generar interpretaciones artísticas a partir de algoritmos avanzados que analizan tono, textura y estilo.
La obra de Alan Turing se generó tras largas sesiones en las que el equipo creativo discutió con Ai-Da sobre las características del retrato. La inteligencia artificial de Ai-Da permite que el robot elabore conceptos complejos; en este caso, decidió enfocarse en una representación “etérea e inquietante”, un estilo que evoca los dilemas que Turing ya vislumbraba en los años 50 sobre los riesgos y posibilidades de la inteligencia artificial. “Los tonos apagados y los planos faciales rotos”, señaló Aidan Meller, evocan “los problemas que Turing advirtió que enfrentaríamos para gestionar la IA”.
La venta de A.I. God por más de un millón de dólares no solo significa un récord para el arte generado por IA, sino que es un reflejo de un mercado en transformación. En los últimos años, el arte digital ha ganado terreno, en parte gracias a la popularidad de los NFTs y las obras de artistas como Refik Anadol y Jason Michael Allen, quienes exploran la inteligencia artificial y el aprendizaje automático en sus creaciones. Pero lo que distingue a Ai-Da es que, al tratarse de un humanoide, plantea preguntas sobre la capacidad de una máquina para trascender el mero algoritmo y expresar conceptos, emociones y crítica social a través de su obra.
Para Sotheby’s, la subasta de A.I. God fue un evento histórico. La casa de subastas, que desde 2021 cuenta con un Departamento de Arte Digital, ha generado más de 200 millones de dólares en ventas de obras de este tipo, y esta es la primera vez que un robot humanoide vende una pieza en sus filas. En palabras de Cuba Elliott, curadora especializada en IA en industrias creativas, el enfoque de Ai-Da “ayuda a ampliar aún más la definición de arte de IA”. Esta transacción coloca a la IA en el centro de la conversación artística, transformando tanto la producción como el consumo del arte.
El retrato de Alan Turing no solo celebra al pionero de la informática, sino que es una reflexión visual sobre el rol divino de la IA en el futuro de la humanidad. Ai-Da, que emplea modelos de lenguaje avanzados para comunicarse, expresó que su trabajo tiene un “valor catalizador para el diálogo sobre tecnologías emergentes”. En un comunicado, el robot declaró: “Un retrato del pionero Alan Turing invita a la audiencia a reflexionar sobre la naturaleza divina de la IA y la informática, considerando las implicaciones éticas y sociales de estos avances”.
Esta noción de un “dios de la IA” parece señalar una era poshumana, donde los algoritmos y la inteligencia artificial tomarán decisiones antes reservadas para los humanos. En el fondo del retrato, el robot incluyó patrones que recuerdan a la máquina de Turing, un diseño que ayudó a descifrar los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial y simboliza tanto el ingenio como la advertencia de Turing sobre el potencial de la IA.
La obra de Ai-Da ha reavivado el debate sobre la legitimidad del arte generado por IA y su impacto en la industria artística. Mientras algunos críticos como Alastair Sooke de The Telegraph ven este arte como una versión sofisticada de experimentos previos con animales pintores, otros, como Meller, consideran que el arte de IA “es una especie de espejo de lo que está ocurriendo en la sociedad”.
“Es inevitable sentirnos desconcertados”, declaró Meller en una entrevista para CNN, refiriéndose a la creciente “agencia” de la IA en la creación artística. Y añadió que este cambio es comparable al impacto que tuvo la invención de la cámara en el arte. La venta de A.I. God simboliza no solo el ascenso de un nuevo tipo de creatividad, sino también el desafío de aceptar un arte que ya no es solo humano.