En un momento donde los precios de alquiler en las grandes ciudades se han vuelto prohibitivos para una gran mayoría, Viena destaca como un caso excepcional en Europa. Mientras que en capitales como París, Berlín o Madrid, los alquileres devoran hasta un 60% de los ingresos de sus habitantes, en la capital austriaca solo requieren el 20%, según informa The Guardian.
Esta diferencia se debe a un modelo de vivienda que combina propiedad pública, subsidios bien estructurados y políticas de protección al inquilino, logrando un acceso a la vivienda que es asequible y sustentable a largo plazo. Existen edificios comunales (Gemeindebauten) que son segmentos los cuales agrupan alrededor del 25% del parque inmobiliario de la ciudad y que fue sido clave para el desarrollo de un modelo de alquiler estable.
El caso de Max Schranz ilustra cómo Viena consiguió mantener la vivienda accesible: a sus 26 años, este estudiante de posgrado paga unos 596 euros al mes por un apartamento de dos habitaciones ubicado en un barrio céntrico. “Mis amigos en otras ciudades europeas sienten algo de envidia”, aseguró en diálogo con el diario británico, y es que, en otras ciudades como Londres o Dublín, los costos de un espacio similar triplicarían esa cifra.
Esta política tiene profundas raíces históricas. Desde 1919, tras la Primera Guerra Mundial, Viena emprendió la construcción masiva de vivienda social como respuesta a las necesidades de la población. El gobierno de la ciudad destinó impuestos a artículos de lujo para financiar esta infraestructura, de modo que los inmuebles pudieran quedar en manos públicas. Viena se negó a vender su parque de viviendas en los años 90, preservando así una capacidad de influencia que le permite mantener los precios bajos y la disponibilidad en un contexto donde la demanda ha crecido rápidamente, explica Euronews.
La familia Martínez, músicos cubanos residentes en Viena, destacan al medio europeo cómo este modelo de vivienda les permite llevar su vida sin sacrificar la mayor parte de sus ingresos. Viven en un apartamento remodelado de tres habitaciones en un edificio antiguo, por el cual pagan 1.200 dólares mensuales. En París, una propiedad similar podría alcanzar el doble de ese precio, haciendo prácticamente imposible cubrir el alquiler. Según datos de BBC Mundo, el sistema vienés permite a los inquilinos mantenerse en barrios bien ubicados, con acceso a servicios, cultura y espacios verdes.
Parte del éxito de este modelo se debe a que los criterios para acceder a la vivienda social no están estrictamente limitados a familias de bajos ingresos. Como explican autoridades de la ciudad a The Guardian, “la sostenibilidad social” se busca al permitir la convivencia de residentes de distintos niveles económicos, reduciendo así el riesgo de segregación y “guetización”. Para ello, los habitantes deben residir en Viena por al menos dos años, al cumplirlo pueden optar a viviendas municipales, sin límites de contrato ni comisiones.
Este sistema tiene también un efecto indirecto que beneficia al sector privado. En palabras de Selim Banabak, investigador de la Universidad Técnica de Viena (TU Wien), “el parque de viviendas sociales actúa como contrapeso, estabilizando los precios del mercado privado”. La existencia de opciones asequibles y en buenas condiciones dentro de la oferta pública reduce la especulación inmobiliaria y mantiene la renta de viviendas privadas en un rango accesible para los vieneses.
Viena no solo busca controlar el mercado de alquiler a largo plazo, sino que también regula el alquiler turístico. En junio, se estableció un límite de 90 días por año para alquileres de corto plazo como los de Airbnb, con el fin de evitar que estos inmuebles distorsionen la oferta y encarezcan los precios. Esta medida ha permitido a Viena contener la escalada de precios más eficazmente que otras ciudades.
No obstante, este gran crecimiento trajo nuevos desafíos. Como señala la BBC, el aumento constante de la demanda de vivienda ha creado una competencia más intensa entre los solicitantes de apartamentos subvencionados, lo que reduce la disponibilidad inmediata de estos espacios. La oferta de nuevos apartamentos no crece al mismo ritmo que la demanda. Quienes van en busca de oportunidades de trabajo y calidad de vida, deben enfrentar listas de espera más largas y una disponibilidad limitada.
En conjunto, el sistema de vivienda de Viena representa un modelo alternativo para abordar la crisis de vivienda en las grandes ciudades, basado en la combinación de propiedad estatal, protección del inquilino y una oferta pública amplia. En palabras de Michael Ludwig, alcalde de Viena, “todos en nuestra ciudad se benefician de la alta calidad de vida, la estabilidad y la infraestructura confiable”.