Era una mañana de abril en 1966, en los suburbios del sudeste de Melbourne, cuando un grupo de estudiantes y maestros de la Westall High School presenció lo que algunos describen como el suceso más desconcertante de sus vidas. En el cielo, un objeto metálico y plateado, semejante a un disco o un cigarro gigante, apareció suspendido, desafiando toda lógica. Los testigos recuerdan que el artefacto, silencioso y brillante, parecía desafiar las leyes de la física al moverse y detenerse como si fuera “inteligentemente controlado”. En pocos minutos, este misterioso objeto desató el pánico y la fascinación a las cerca de 200 personas que observaron el evento.
El avistamiento de Westall se convirtió en uno de los eventos de OVNI´S más masivos y documentados en Australia, una historia que, con el paso de los años, sigue sumando detalles inquietantes y atrayendo la atención de ufólogos, periodistas e investigadores de todo el mundo. Entre ellos, se encuentra el periodista de investigación Ross Coulthart que ha dedicado su carrera a buscar respuestas sobre el suceso, recopilando datos y testimonios que sustentan la hipótesis de que el gobierno australiano habría intervenido para ocultar lo ocurrido.
Entre las revelaciones de Coulthart, una resalta por su potencial explosivo: un informe confidencial que pudo haber arrojado luz sobre el objeto fue supuestamente destruido, mientras los testigos y vecinos que hablaron públicamente sobre lo ocurrido recibieron advertencias amenazantes.
Hoy, casi sesenta años después, los sobrevivientes de aquel evento siguen convencidos de que el avistamiento de Westall no fue un error meteorológico o una prueba militar. Para ellos, se trató de un encuentro inexplicable que el gobierno aún se esfuerza en ocultar. Pero ¿por qué este avistamiento sigue despertando tanto interés y teorías conspirativas? ¿Qué sucedió realmente en Westall?
Testigos en el centro de un fenómeno inexplicable
Según los relatos de los presentes detallados en Kingston Local History, el objeto apareció de forma inesperada, flotando en silencio sobre el campo de deportes de la escuela. Entre los testigos más notorios se encuentra Andrew Greenwood, un maestro de ciencias que, al igual que otras personas presentes, vio cómo el objeto parecía desplazarse de manera controlada en el aire. Greenwood describió el artefacto como un disco metálico que escapaba a cualquier explicación lógica, pues no emitía sonido y reaccionaba de manera calculada a los intentos de los aviones de acercarse a él. Para el maestro, lo que presenció aquel día fue “una nave inteligentemente controlada”.
Otro testigo, Terry Peck, estudiante de Westall, corrió hacia el lugar donde el objeto descendió momentáneamente. Según su relato, alcanzó a ver una zona de hierba aplastada y huellas de equipo militar rodeando el área donde el objeto aterrizó. Poco después, llegaron militares y policías que acordonaron el perímetro, impidiendo que los curiosos se acercaran. Peck recuerda cómo, al día siguiente, fueron llamados a una asamblea, donde el director les ordenó guardar silencio: “Nos dijeron que no habíamos visto nada”.
Una intervención militar sin precedentes
A los pocos minutos del avistamiento, según los testigos, llegaron decenas de vehículos militares y aviones sobrevolaron la zona. Para Coulthart y otros investigadores, la intervención de las autoridades es una de las evidencias más significativas de que el gobierno sabía que el objeto no era un simple globo meteorológico. Esta rápida movilización hace suponer que las autoridades tenían conocimiento de un evento inusual, quizás programado, o al menos que consideraban lo suficiente serio como para actuar de manera urgente.
Además de los militares australianos, Coulthart y otros testigos aseguran que vieron vehículos y personal de acento estadounidense en el lugar, lo que sugiere la posibilidad de una colaboración internacional. Según el testimonio del maestro Greenwood, él y otros testigos intentaron observar de cerca el terreno en el que aterrizó el objeto, logrando ver cómo el césped estaba aplastado en un círculo perfecto y rodeado de soldados con equipos científicos, presuntamente de medición de radiación.
Entre los documentos que podrían esclarecer el evento, Coulthart hace mención de los “Westall Papers”, un informe secreto elaborado por un ingeniero del Departamento de Suministro de Australia conocido como “Mr. X”. Según el periodista, el ingeniero dedicó semanas a investigar el fenómeno y reunió evidencia detallada, aunque desconcertante, que desafiaba la explicación oficial de un globo atmosférico. Sin embargo, al morir, Mr. X pidió a su esposa destruir una copia de los informes, lo que fue hecho años después en un acto que su hijo recuerda con claridad. La otra copia de los “Westall Papers” permanece, hasta donde se sabe, bajo resguardo del Ministerio de Defensa, clasificada como “no disponible”.
Teorías y presiones: ¿globo meteorológico o tecnología no humana?
Desde entonces, una de las explicaciones más difundidas por las autoridades y escépticos fue que el objeto de Westall formaba parte del Proyecto HIBAL, una operación conjunta entre Australia y Estados Unidos para medir la radiación atmosférica mediante globos de gran altitud. Sin embargo, aquellos que presenciaron el fenómeno insisten en que el objeto no tenía ninguna similitud con un globo. Phyll Tierney, otra testigo del evento, explicó que el disco estaba tan cerca que pudo ver detalles en su superficie, e insistió en que “era una máquina, no un globo”.
La persistencia de estos testimonios y el velo de secretismo en torno al caso han contribuido a que el avistamiento de Westall sea uno de los eventos más controvertidos de Australia. Coulthart asegura que las intimidaciones a los testigos continuaron. Greenwood, por ejemplo, fue visitado por dos hombres, uno de ellos vestido con el uniforme de la fuerza aérea, quienes lo instaron a olvidar el incidente, amenazándolo con acusarlo de “ebriedad en el trabajo” si continuaba hablando. Sin embargo, ni Greenwood ni Peck han modificado sus relatos, convencidos de que lo que vieron aquel día no fue de origen terrestre.
Más de medio siglo después, el caso de Westall sigue intrigando a ufólogos e investigadores en todo el mundo. En el lugar del suceso, un parque infantil con temática de OVNIs recuerda a los habitantes de Clayton South lo que sus abuelos o padres vieron en los cielos aquella mañana. Para Coulthart y otros investigadores, la única explicación plausible es que el objeto era una nave no terrestre, y que las autoridades ocultaron los detalles para proteger un proyecto internacional de tecnología avanzada.
Mientras Australia se mantiene oficialmente en silencio, los testigos de Westall continúan relatando su versión, esperando que algún día los Westall Papers sean liberados, y el misterio sobre aquel avistamiento masivo sea finalmente resuelto.